M¨¢s que un club, una marca de equipo
Con siete titulares acunados en la f¨¢brica de la Mas¨ªa y tres en el banquillo, para el Bar?a hoy es siempre todav¨ªa. En Roma no s¨®lo glorific¨® una de las mayores aventuras de la historia del f¨²tbol, sino que lo hizo con estilo, porque el Bar?a, este Bar?a que despeg¨® hace dos d¨¦cadas, es ya una marca. Como lo son chicos como Xavi, Iniesta y Messi, por citar a los tres guardianes m¨¢s reconocibles de este sello. ?se es el valor de este club, que ahora s¨ª que es m¨¢s que un club, es una patente. Y tras ellos llega la generaci¨®n Muniesa, m¨¢s carrete.
No es casual que haya cerrado la mejor temporada de sus 109 a?os de vida con un presidente en off, sin estridencias pol¨ªticas a su alrededor y todo el protagonismo en el campo, con el mejor eslab¨®n posible con su vivero, con un gu¨ªa que destila tanto barcelonismo como pasi¨®n, alguien capaz de aceptar una beca en el barro de la Tercera. Pep Guardiola ha sido, es, la correa de transmisi¨®n que engancha al Bar?a con lo mejor de s¨ª mismo, con sus ra¨ªces, con aquellas que un d¨ªa sembr¨® el propio t¨¦cnico cuando un profeta holand¨¦s le hizo doctorarse al frente de un equipo de ensue?o. Guardiola, parte troncal del cruyffismo, asumi¨® el reto pese a tanto esc¨¦ptico a su alrededor, aquellos incapaces de comprender a¨²n que el f¨²tbol le pertenece a gente como a este ex alumno de la Mas¨ªa que jugaba como un entrenador y entrena como un jugador, que sabe, entonces y ahora, que el f¨²tbol es de los futbolistas. Lo dem¨¢s le resulta irrelevante.
El f¨²tbol le pertenece a Guardiola, que jugaba como entrenador y entrena como jugador
Sobre la figura de Guardiola, un meritorio riesgo asumido por Joan Laporta en plena ventilaci¨®n del ronaldi?ismo, el equipo culmin¨® anoche una vuelta ol¨ªmpica que, gracias a la onda expansiva de su estilo, comenz¨® en realidad en Viena. En Roma hab¨ªa muchos rastros de aquella selecci¨®n, tantos como en el aroma azulgrana que distingui¨® a aquella roja. Hoy hay un cruce de caminos entre el f¨²tbol espa?ol y este Bar?a omnipresente en el podio. Por eso ser¨¢ para siempre un equipo inolvidable. Tiene las bases sentadas como para que dure la resaca. Eso es lo que supone ganar con estilo y mientras se perpet¨²e la marca hasta sabr¨¢ perder con estilo, pero nunca despojado de su etiqueta. Bajo este sideral triplete hay mucho calado, algo que trasciende al mero ¨¦xito deportivo. Esta vez el medio es tan impactante como el fin logrado, impensable hasta para un devoto de los grandes sue?os como su mesi¨¢nico t¨¦cnico, la gran bandera cul¨¦. Cuando el barcelonismo rebobine comprobar¨¢ que de sus tres Copas de Europa han sido depositarios Johan Cruyff, Frank Rijkaard y Pep Guardiola, jugadores los tres de equipos de museo: el Ajax de los 70, el Milan de Sacchi y el Barcelona de ensue?o del m¨¢gico 1992. Todos ellos equipos de autor, como la actual sinf¨®nica azulgrana. La primera Copa que lleg¨® a Canaletas llev¨® el apellido del dream team, la segunda quiso asociarse a Ronaldinho, ¨²ltimo reducto de un club hist¨®ricamente menos coral, m¨¢s bien sometido al avispero de su megaestrella de turno. La de ayer es s¨®lo del Bar?a, la marca predominante en el universo. Ferrari, los Lakers, el Bar?a... Un a?o angelical que comenz¨® con Busquets y concluy¨® con Pedrito. Si nadie tira la cerilla este club ya no estar¨¢ sometido a vaivenes electorales, terremotos asamblearios o mociones de censura. Ni siquiera estar¨¢ bajo el yugo de las leyes del mercado. Este Bar?a se ha hecho a s¨ª mismo, sus torres estaban en La Mas¨ªa, la cuna del f¨²tbol actual.
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