El euro ya no est¨¢ solo
El euro estaba solo. Era s¨®lo una de las dos patas de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM), la M. Una UEM coja, sin la otra pata, la econ¨®mica. Y d¨¦bil, sin el escudo geoestrat¨¦gico de la Uni¨®n Pol¨ªtica. A diferencia del d¨®lar.
El Banco Central Europeo se ocupaba de la estabilidad monetaria, atento (casi ¨²nicamente) a la inflaci¨®n. Sus tareas eran dos: manejar el tipo de inter¨¦s y dar liquidez suficiente al sistema. En tiempos de vacas gordas, su ¨²nico problema era acertar con las dosis.
En tiempos de vacas flacas, el dilema es m¨¢s complejo, pues es entonces cuando los problemas de liquidez derivan hacia dramas de solvencia. Como en las empresas: se empieza con estrangulamientos puntuales de tesorer¨ªa y se acaba suspendiendo todos los pagos: hay a¨²n con qu¨¦ responder de las deudas. El activo es superior al pasivo, pero no se dispone del numerario necesario. Y se culmina en la quiebra: cuando las deudas se han comido de sobra el activo. ?ste es inferior al pasivo.
Una autoridad monetaria ¨²nica requiere un gemelo para vigilar la banca
O sea, entre falta de liquidez y ausencia de solvencia puede no haber m¨¢s que un suspiro. Ocurr¨ªa y ocurre que el guardi¨¢n del euro, el Banco Central Europeo, s¨®lo entiende de liquidez. Y la solvencia de los bancos privados a los que alimenta la escudri?an los dispersos bancos centrales nacionales, usando cada uno distintos baremos. Una supervisi¨®n financiera de rompecabezas.
El estallido de la crisis bancaria en oto?o demostr¨® ante todos que estabilidad monetaria y supervisi¨®n financiera no pod¨ªan seguir d¨¢ndose la espalda: hab¨ªa que sumar la E a la M. ?C¨®mo? Mitigando la dualidad m¨²ltiple entre BCE como gestor de la liquidez, y los distintos bancos centrales como gendarmes de la vigilancia financiera. Poniendo a ¨¦stos (y a los mercados de seguros y valores) bajo una ¨²nica autoridad. Y sintonizar ambos polos, una dualidad simple y coordinada.
La UE registr¨® un gran destello mundial cuando el plan Brown (inyecci¨®n de dinero p¨²blico a la banca privada en ruinas, pero con contrapartidas) recondujo el comp¨¢s del primer plan Paulson, y fue luego referente del plan Obama. En ese instante, los 27 redescubrieron, todos, ultraliberales incluidos, los l¨ªmites del mercado y la necesidad de regulaci¨®n. EE UU encarn¨® la contundente rapidez de la reacci¨®n: el qu¨¦ hacer ya. Las medidas. Europa se reconsagraba en laboratorio mundial del c¨®mo hacer para que la reacci¨®n r¨¢pida no fuese contraproducente. Las reglas.
Cre¨® as¨ª el Grupo de Alto Nivel De Larosi¨¨re (por su presidente) para elaborar un dictamen sobre la supervisi¨®n financiera, pugn¨® en las reuniones del G-20 por estos principios, y ahora los concreta para s¨ª misma. Es el mismo fruct¨ªfero m¨¦todo usado con el Comit¨¦ Delors para la moneda ¨²nica, y en otras grandes ocasiones, el de los Grupos de Sabios encargados de elaborar libros blancos, sobre desaf¨ªos complejos, que luego se quintaesencian en pol¨ªticas y dise?os concretos. Esos que ?ay! apenas se prodigan en Espa?a.
Almunia y McCreevy han alumbrado un sistema federal de supervisi¨®n. Sufrir¨¢ la eterna pendencia brit¨¢nica. Pero es indispensable para afrontar ¨¦pocas de vacas flacas. Y para que la UEM empiece a caminar sobre dos patas. Faltar¨¢n piezas. A la larga, quiz¨¢ un Tesoro ?nico y un impuesto unificado, seguro que un amplio presupuesto com¨²n. Pero el paso de ayer es ya de gigante.
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