Las limitadas armas de Obama
Prudencia y paciencia diplom¨¢tica, ¨²nicas opciones de EE UU
Enfrentado a una crisis que pone en duda su pol¨ªtica de di¨¢logo con los enemigos, Barack Obama se encuentra con muy pocas opciones para contener el desaf¨ªo nuclear presentado por Corea del Norte. Paciencia y prudencia son las ¨²nicas armas con las que, en este momento, la Administraci¨®n norteamericana puede tratar de evitar que ese problema degenere hacia un enfrentamiento regional de catastr¨®ficas dimensiones.
Descartada la opci¨®n militar, que ni los conservadores m¨¢s audaces recomiendan hoy —ni George W. Bush contempl¨® nunca a lo largo de su presidencia—, Obama s¨®lo puede intentar que la presi¨®n internacional genere dentro del r¨¦gimen de Pyongyang el miedo sobre su supervivencia y que la diplomacia con China permita que este pa¨ªs se comprometa en la contenci¨®n de Corea del Norte.
Las bazas de Washington para presionar a China son escasas
No hay garant¨ªa de que esas opciones funcionen. Ni Washington dispone de informaci¨®n suficiente sobre la evoluci¨®n interna en Corea del Norte ni tiene bastantes elementos de presi¨®n para convencer a China de modificar una pol¨ªtica que, hoy por hoy, le beneficia —Pek¨ªn prefiere que sus rivales est¨¦n entretenidos con una crisis distinta de sus propios problemas territoriales y pol¨ªticos—. Pero paciencia y prudencia pueden servir para ganar el tiempo que EE UU necesita hasta encontrar otras alternativas.
Por un lado, como el Pent¨¢gono record¨® ayer, el riesgo que Corea del Norte representa no es inminente. La prueba nuclear del pasado fin de semana es s¨®lo la segunda de esas caracter¨ªsticas en su historia, sus resultados son inciertos y la posibilidad de que ese pa¨ªs est¨¦ en condiciones de montar una cabeza nuclear en un misil parece todav¨ªa remota.
Por otra parte, es evidente que cualquier acci¨®n m¨¢s agresiva por parte de Corea del Norte acarrear¨ªa su propia destrucci¨®n, y, aunque no se puede descartar la voluntad suicida de su r¨¦gimen, es prematuro anticipar que la situaci¨®n interna en ese pa¨ªs haya llegado hasta tal punto de desesperaci¨®n.
A¨²n sigue siendo m¨¢s probable que Corea del Norte utilice las pruebas nucleares como lo que siempre han sido: su principal y ¨²nica baza ante una eventual negociaci¨®n con Estados Unidos.
Es cierto, no obstante, que esas pruebas mantienen en un alto estado de alerta e inquietud a los principales aliados norteamericanos en la regi¨®n, Jap¨®n y Corea del Sur, y que representan un cierto est¨ªmulo para otras naciones aficionadas al reto nuclear, particularmente Ir¨¢n.
No pueden, por tanto, quedar sin respuesta. Pero, a veces, la mejor respuesta no se da en el terreno que te ofrece el enemigo. "No hay que jugar el juego de Corea del Norte", como afirma el columnista especializado Fred Kaplan.
Obama parece inclinado a responder en otros ¨¢mbitos. El primero ha sido el de las sanciones internacionales a trav¨¦s de Naciones Unidas. La mayor¨ªa de los expertos coinciden en que esas sanciones no funcionan porque s¨®lo sirven para a?adir hambre a un pueblo hambriento, mientras que el r¨¦gimen sobrevive. Pero las sanciones s¨ª sirven como mensaje pol¨ªtico a Pyongyang sobre la inutilidad de sus amenazas y pueden ser, adem¨¢s, incrementadas por otras medidas, como el bloqueo de cuentas de los gobernantes norcoreanos —levantado en 2007 tras un acuerdo con Bush—, que atacan concretamente los intereses del sistema.
La segunda y m¨¢s importante v¨ªa de actuaci¨®n para Washington es a trav¨¦s de Pek¨ªn. China es la principal fuente de intercambio econ¨®mico de Corea del Norte y su ¨²nico valedor pol¨ªtico. Sin Juegos Ol¨ªmpicos en el horizonte y una situaci¨®n econ¨®mica que recomienda no desestabilizar China, las bazas de presi¨®n sobre ese pa¨ªs disminuyen notablemente. Pero, al mismo tiempo, China no quiere que una profundizaci¨®n de la crisis en Corea del Norte llene de refugiados sus fronteras ni que el problema norcoreano desate una carrera armamentista entre sus vecinos, especialmente en Jap¨®n.
Son todas, desde luego, opciones inciertas. Pero Obama no dispone de otras en estos momentos. Su autoridad puede estar amenazada en esta crisis, pero la autoridad se gana tambi¨¦n a trav¨¦s de la contenci¨®n, y los resultados a veces llegan a largo plazo.
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