Tambi¨¦n es una crisis de derechos humanos
En septiembre de 2008 asist¨ª a una reuni¨®n de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, las metas que intentan reducir la pobreza antes de 2015. Se habl¨® de la necesidad de destinar m¨¢s fondos para erradicar el hambre, prevenir las muertes infantiles y maternas, proporcionar agua no contaminada y servicios sanitarios, o educar a las ni?as. La reuni¨®n coincidi¨® con el desplome de uno de los mayores bancos de inversi¨®n de Wall Street. Sin demora, los Gobiernos fueron capaces de inyectarle dinero en abundancia. Unas sumas muy superiores a las que nunca hab¨ªan logrado reunir para frenar la pobreza.
La recesi¨®n econ¨®mica global reproduce el patr¨®n del cambio clim¨¢tico: los ricos son en gran medida responsables, pero los pobres sufren las peores consecuencias. El Banco Mundial ha pronosticado que en 2009 otros 53 millones de personas se ver¨¢n abocadas a la pobreza, adem¨¢s de los 150 millones a quienes afect¨® la crisis alimentaria del a?o pasado. La Organizaci¨®n Internacional del Trabajo prev¨¦ que entre 18 y 51 millones de personas pierdan su empleo. En ?frica, millones de personas siguen viviendo bajo el umbral de la pobreza. Am¨¦rica Latina es la regi¨®n con m¨¢s desigualdades del mundo. India emerge como gigante econ¨®mico, pero no aborda las penurias de su poblaci¨®n urbana. En China crece el desfase entre el nivel de vida de los trabajadores rurales y migrantes y las acomodadas clases urbanas. Estados Unidos ocupa el puesto 27 en la clasificaci¨®n de los 30 pa¨ªses de la OCDE que m¨¢s sufren la pobreza end¨¦mica.
Los ricos son los responsables de esta recesi¨®n, pero los pobres sufren las peores consecuencias
La cruda realidad es que mucha gente es pobre a causa de las pol¨ªticas de discriminaci¨®n, marginaci¨®n y exclusi¨®n adoptadas o toleradas por los Estados, con la connivencia de empresas o actores privados. Las personas que viven en la pobreza sufren la inseguridad en todas sus formas, desde el hambre hasta la brutalidad policial. Son ignoradas y oprimidas, sus voces no se oyen. ?Qu¨¦ mayor negaci¨®n de sus derechos econ¨®micos, sociales, culturales, civiles y pol¨ªticos!
Los Gobiernos no s¨®lo han renunciado a la regulaci¨®n econ¨®mica y financiera a favor del mercado, sino que han fracasado a la hora de proteger los derechos humanos. Con su actuaci¨®n negligente, los l¨ªderes mundiales han generado una enorme brecha al no invertir en ellos. Frente a la recesi¨®n, los Gobiernos poderosos est¨¢n volviendo la mirada hacia s¨ª mismos haciendo caso omiso de la crisis de derechos humanos que les rodea. Y ante el riesgo de inestabilidad pol¨ªtica, responden reprimiendo las cr¨ªticas y con una falta total de rendici¨®n de cuentas.
La crisis econ¨®mica global amenaza con conducir a m¨¢s gente a la pobreza y convertirla en blanco de violaciones de derechos humanos. La crisis alimentaria est¨¢ empeorando, y aun as¨ª apenas atrae la atenci¨®n de la comunidad internacional, a pesar de que la ONU se?ala que casi mil millones de personas padecen hambre en el mundo. Y el hambre aumenta por la falta de inversi¨®n en agricultura, la competencia desleal por la bajada de precios, el cambio clim¨¢tico, el aumento de la poblaci¨®n y la demanda masiva de biocombustibles. Adem¨¢s, millones de personas que dependen de la ayuda alimentaria, como en Zimbabue, se convierten en moneda de cambio de los Gobiernos para controlar a su oposici¨®n pol¨ªtica.
El despido de cientos de miles de trabajadores migrantes reduce las remesas que ascienden anualmente a unos 200.000 millones de d¨®lares, y que son una importante fuente de ingresos en pa¨ªses como Bangladesh, Filipinas, Kenia o M¨¦xico. Esto reduce los ingresos de los Gobiernos y, por tanto, los fondos destinados a bienes y servicios b¨¢sicos. Pero aunque se contrae el mercado de trabajo, sigue aumentando la presi¨®n migratoria. S¨®lo en 2008, 67.000 personas emprendieron la peligrosa traves¨ªa hasta Espa?a por el Mediterr¨¢neo; no se sabe cu¨¢ntas murieron durante el trayecto. La soluci¨®n de los pa¨ªses de la UE son acuerdos bilaterales con terceros pa¨ªses, como Mauritania, donde se puede detener arbitrariamente, recluir en condiciones precarias y expulsar sin ninguna garant¨ªa legal.
Los mismos l¨ªderes que se afanan por sacar adelante programas de estimulaci¨®n de la econom¨ªa global siguen ignorando conflictos sangrientos que generan abusos masivos contra los derechos humanos. Estos conflictos agudizan la pobreza y ponen en peligro la estabilidad regional, como en Israel y los Territorios Ocupados, Afganist¨¢n, Darfur o Pakist¨¢n, donde la violencia est¨¢ produciendo desplazamientos masivos de poblaci¨®n.
Ante esta situaci¨®n, el mundo necesita un liderazgo diferente, un modelo pol¨ªtico y econ¨®mico distinto que funcione igual para todas las personas. Un liderazgo que empuje a soluciones integradoras, sostenibles y respetuosas con los derechos humanos. Una nueva generaci¨®n de Estados, bajo la forma del G-20, reclama ese liderazgo mundial. Pero para convertirse en l¨ªderes efectivos deben enfrentarse primero a su propia y turbia trayectoria y a su doble moral en la defensa de los derechos humanos. ?Ser¨¢n capaces de hacerlo? Amnist¨ªa Internacional acaba de lanzar una nueva campa?a global, Exige Dignidad, que movilizar¨¢ a las personas para presionar a los l¨ªderes pol¨ªticos y de empresa, y conseguir que rindan cuentas por los abusos contra los derechos humanos que generan o agudizan la pobreza.
Irene Khan es secretaria general de Amnist¨ªa Internacional.
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