Una ciudad 'blaugrana'
Centenares de miles de personas agasajan al equipo en las calles de Barcelona y el Camp Nou se llena para asistir al colof¨®n del 'triplete'
A Blanca le dio apuro que su chaval se pintara la cara con los colores del Bar?a antes de ir al cole. Pero un d¨ªa es un d¨ªa, pens¨®. El agobio se le pas¨® al llegar a la escuela: ?hasta los profesores llevaban la camiseta blaugrana! Barcelona vive en una nube y ayer se tir¨® a la calle para recibir a los h¨¦roes del triplete. Centenares de miles de personas -las primeras estimaciones hablaban de unas 750.000- jalearon el desfile de la expedici¨®n azulgrana, que recorri¨® el trayecto de siete kil¨®metros que separa aproximadamente la estatua de Col¨®n del Camp Nou, donde se celebr¨® el fin de fiesta con las gradas a tope y el ambiente de las grandes ocasiones.
La Copa de la Liga de Campeones lleg¨® a Barcelona puntual¨ªsima, a las seis de la tarde. En el aeropuerto del Prat, los primeros en bajar del avi¨®n fueron el capit¨¢n azulgrana, Carles Puyol, y el entrenador, Pep Guardiola, blandi¨¦ndola uno por cada oreja. Les segu¨ªan el presidente azulgrana, Joan Laporta, y el secretario t¨¦cnico del club, Txiqui Begiristain. La plantilla al completo, excepto Iniesta, luci¨® una camiseta conmemorativa con la inscripci¨®n "Copa, Liga y Champions" en el pecho y el lema Som Un (Somos Uno) y los nombres de todos los jugadores en la espalda. Tras la foto de rigor, con la directiva y todo el cuerpo t¨¦cnico, se apresuraron a llegar al punto de salida de la caravana, formada por dos autobuses descapotables. La ciudad, que no se ha quitado la camiseta desde la goleada del Bernab¨¦u al Madrid, el 2 de mayo, les esperaba con los balcones repletos de banderas azulgrana y pancartas al paso de la comitiva: "Gracias, jugadores; lo siento, no ten¨ªa entrada para ir a Roma", pack de enhorabuena y disculpa en el mismo cartel.
Piqu¨¦ se solt¨® como nadie y abri¨® incontables botellas de cava
El panorama, emocionante. De gallina de piel, como dir¨ªa Johan Cruyff en su peculiar castellano. Aceras abarrotadas en una interminable serpentina cul¨¦ con multitud de cr¨ªos con los ojos como platos.
En lo alto del primer autob¨²s, la plantilla alucin¨® tanto como la afici¨®n. Piqu¨¦ se solt¨® como nadie, lo habitual, y abri¨® incontables botellas de cava, con las que reg¨® a p¨²blico y compa?eros. Le salieron novias en un mont¨®n de pancartas... Definitivamente, es el sex symbol del equipo. Mart¨ªn C¨¢ceres tambi¨¦n remoj¨®, pero con cerveza, la trenza de Pinto. El uruguayo no se separ¨® de una bandera de su pa¨ªs. Eto'o, celebrad¨ªsimo en las pancartas -"L'Afrique dit que tu est le meilleur", dec¨ªa una-, se toc¨® con un sombrero con los colores de la bandera de Camer¨²n. Messi se calz¨® un gorro de la Guardia Urbana y el bailongo Dani Alves hizo lo mismo con uno de los Mossos d'Esquadra. El joven Bojan se zamp¨® una tableta de chocolate Toblerone. Sylvinho bail¨® con locura y Hleb acab¨® desatado, quit¨¢ndose la camiseta y lanz¨¢ndola a la gente. Henry y Keita se ataron bufandas a la cabeza. Puyol se sent¨® con las piernas colgando por fuera del bus y ya no se movi¨®. Mientras tanto, Guardiola y Manel Estiarte, relaciones externas del club, intercambiaron confidencias y compartieron cerveza en la parte trasera, donde se apostaron como si fuera un balc¨®n.
Con visi¨®n privilegiada pudieron ver a barceloneses de todas las edades, colores y nacionalidades, dependientes de comercios, empleados de traje y corbata, barrenderos que descansaron un momento, taxistas que aparcaron el coche para saborear un momento tan especial... Tardaron m¨¢s de dos horas y media en llegar al destino.
En el Camp Nou, lleno hasta la bandera y por una vez abierto a todo el mundo, no s¨®lo a los socios, les esperaba m¨¢s fiesta, m¨¢s celebraci¨®n y m¨¢s pancartas. Sobre todo, de agradecimiento: a Pep, a Gudjohnsen, a Iniesta, a un equipo que en muy pocos d¨ªas ha condensado tres t¨ªtulos en la que ha sido la temporada m¨¢s triunfal del club azulgrana.
El Camp Nou, dijo el locutor, era ayer "el ombligo del mundo". Y Barcelona sigue sin quitarse la camiseta del Bar?a. Judit, tampoco. Estuvo en Roma y ayer, ya de vuelta, se qued¨® en casa, digiriendo las emociones y viendo la celebraci¨®n por la tele. "Todav¨ªa estoy flipando. Tengo el alma por un lado y el cuerpo por otro, esperando a que se vuelvan a juntar", contaba desde el sof¨¢.
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