Dos alcaldesas, dos talantes

Franco ya no es hijo predilecto de Alicante. Pero a¨²n es alcalde honorario de Valencia. En la primera ciudad se negocian los homenajes a las v¨ªctimas del franquismo, en la segunda se rechazan las iniciativas para honrar a los represaliados republicanos de la Guerra Civil. Son actitudes contrapuestas en el debate de la memoria hist¨®rica, y ambas conviven en el PP.

La alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, lleva pocos meses en el cargo, pero le ha dado tiempo a dar un giro a la actitud de rechazo de su antecesor, Luis D¨ªaz Alperi, hacia las reivindicaciones de los colectivos que trabajan por recuperar la memoria hist¨®rica. Alperi quiso mantener los honores a Franco y pidi¨® 25.000 firmas para considerar una moci¨®n que borrara al general del cuadro de honor. A Castedo, que naci¨® en 1971, cuatro a?os antes de la muerte del dictador, le bast¨® ayer un escueto "la moci¨®n queda aceptada" para prescindir del inc¨®modo hijo predilecto y cerrar puertas a nuevas pol¨¦micas.

En cambio, la alcaldesa de Valencia, Rita Barber¨¢, siempre ha mostrado su rechazo a la ley de memoria hist¨®rica. Afirma que abre heridas y divide. Su postura qued¨® patente en el empe?o de construir nichos sobre fosas del cementerio de Valencia donde el F¨°rum per la Mem¨°ria sostiene que est¨¢n enterradas v¨ªctimas del franquismo. Tras desechar los nichos que pod¨ªa levantar, seg¨²n un juzgado, Barber¨¢ prometi¨® un monolito para "todas" las v¨ªctimas. No se ha puesto. Tampoco ha aceptado ocuparse de la petici¨®n socialista de retirar s¨ªmbolos franquistas de fachadas p¨²blicas. Y mantiene a Franco como alcalde honorario.