Torino, el fracaso y Miniberlusconi
Un triplete no se consigue por casualidad. Para ganar los tres mayores trofeos en juego, como ha hecho el Bar?a, es necesario generar un ciclo virtuoso: el estilo, la cantera, la motivaci¨®n, el talento de Guardiola... Ya habr¨¢n le¨ªdo mucho sobre eso. Quiz¨¢ sea mejor dedicar las siguientes l¨ªneas a lo contrario. Es decir, a c¨®mo fracasar de forma rotunda y sistem¨¢tica. Como siempre que se habla de estas cosas, el ejemplo del Torino nos ser¨¢ de gran ayuda.
Alg¨²n lector sabr¨¢ ya que el Torino es la instituci¨®n futbol¨ªstica m¨¢s desgraciada del mundo. Recordemos que en los a?os cuarenta tuvo el mejor equipo, el Gran Torino encabezado por Mazzola, y que la cat¨¢strofe a¨¦rea de Superga, en 1949, aniquil¨® a toda la plantilla. Tampoco estar¨¢ de m¨¢s evocar a Gigi Meroni, La Mariposa Grana, el exc¨¦ntrico y maravilloso futbolista, de juego similar al de George Best, que parec¨ªa destinado a liderar la resurrecci¨®n del rival turin¨¦s del Juventus. Meroni muri¨® en 1967, a los 24 a?os, atropellado por un jovenc¨ªsimo aficionado que le adoraba.
A los 50 a?os de la tragedia de Superga, un dolor a?adido: el descenso a la Serie B
Empecemos por ah¨ª. El aficionado que mat¨® a Meroni se llamaba Attilio Romero, ten¨ªa 19 a?os y sufri¨® una larga depresi¨®n tras el accidente. Consigui¨® trabajo como relaciones p¨²blicas en la Fiat y, poco a poco, aprendi¨® a convivir con aquella tragedia. Sus amigos sab¨ªan, sin embargo, cu¨¢nto le costaba ser el hombre que mat¨® a Gigi Meroni. Quiz¨¢ Francesco Cimminelli, un empresario local, compr¨® el Torino s¨®lo para consolar a Romero. El caso es que lo compr¨®, en 1999 y le ofreci¨® la presidencia al pobre Attilio.
Pareci¨® una buena idea porque al a?o siguiente el Torino, que viv¨ªa una situaci¨®n angustiosa en la Serie B, ascendi¨® a la m¨¢xima categor¨ªa. Attilio Romero se empe?¨® en devolver al Torino a sus tiempos de gloria e hizo lo que habr¨ªa hecho cualquier aficionado en su puesto: gast¨® lo que no ten¨ªa, vivi¨® un nuevo descenso, gast¨® nuevas fortunas y consigui¨® bajar otra vez en 2005, en esta ocasi¨®n con la quiebra incorporada.
El Torino, al borde de la liquidaci¨®n, tuvo que replantearse el futuro. Hac¨ªa falta un propietario. ?Pod¨ªa haber alguien menos adecuado que un tipo apodado Miniberlusconi? No, ?verdad? Pues fue Urbano Cairo, Miniberlusconi, quien se qued¨® con la sociedad y la refund¨®. El apodo le ven¨ªa de haber sido asistente personal de Berlusconi, de haberle ayudado a emitir facturas falsas, de trabajar en el sector de la publicidad y la comunicaci¨®n y de admirar profundamente a Il Cavaliere.
Urbano Cairo logr¨® el en¨¦simo ascenso al primer intento y, mal que bien, mantuvo al equipo en la Serie A. Lo hizo recurriendo al manual del Bar?a, pero ley¨¦ndolo al rev¨¦s: ?cantera?, ninguna; ?estilo?, ninguno; ?fichajes?, muchos y disparatados; ?t¨¦cnico?, cualquiera que soporte al presidente. O sea, que el Torino tonte¨® con el descenso en cada temporada.
Hasta ahora. Este a?o se han cumplido 50 a?os de la tragedia de Superga y el Torino ha conmemorado el doloroso evento de la manera m¨¢s apropiada: con un dolor a?adido. En la pen¨²ltima jornada, cuando ya estaba claro que todo se decidir¨ªa en la ¨²ltima, la de ayer, el equipo enloqueci¨®. Tras el partido contra el Genova, los jugadores montaron una fenomenal trifulca, por la que fueron sancionados siete titulares. Como ten¨ªa otros cuatro lesionados, acudi¨® al encuentro decisivo, ante el Roma, con una formaci¨®n in¨¦dita y con varios juveniles.
Perdi¨®, claro. El Torino volvi¨® a bajar. En materia de fracasos, esta gente es imbatible.
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