Un nuevo colegio para que los disl¨¦xicos aprendan a aprender
Al menos uno de cada diez alumnos padece esta disfunci¨®n
A Juan y Flora les faltan horas. El ni?o sale de clase y va al logopeda tres d¨ªas a la semana. Tambi¨¦n tiene citas con el psic¨®logo y una traductora en casa, su madre, que cada tarde busca modos diferentes para que su hijo aprenda: "No le sirven las mismas explicaciones que al resto". Un ejemplo con un problema simple: "Mar¨ªa tiene 15 a?os, ?cu¨¢ntos tendr¨¢ dentro de cinco?". Ante esta cuesti¨®n, un chico disl¨¦xico puede quedarse atascado porque entiende dentro como interior de algo, no como en un plazo de tiempo. As¨ª que no hace la suma.
Los problemas del ni?o empezaron cuando ten¨ªa seis a?os. Al pasar de Infantil a Primaria, de los dibujos a las letras. "Un d¨ªa lleg¨® de clase y me dijo: 'Soy torpe, mam¨¢, me quiero morir". ?l levanta los ojos y recuerda que, en aquellos a?os, el colegio le parec¨ªa "como una c¨¢rcel para ni?os". Pas¨® decenas de pruebas durante tres cursos hasta que le detectaron la dislexia, un trastorno dif¨ªcil de diagnosticar. Juan, que escucha m¨²sica heavy y devora todo tipo de c¨®mics, dice que a¨²n se siente como "un mono de laboratorio, todos los d¨ªas con terapia".
"Soy torpe, mam¨¢, me quiero morir", le dijo Juan a su madre
"Quiero ayudar a la gente. Cuando suspend¨ª, nadie me ayud¨®", afirma Olivia
Pero este tipo de ni?os no tiene un tratamiento especial en las escuelas. La dislexia y otras disfunciones como la discalculia (confundir n¨²meros y operaciones matem¨¢ticas) no se reconocen como una discapacidad. La LOE los incluy¨® en 2006 como "alumnado con necesidades educativas especiales". No hay un patr¨®n claro para ellos en las aulas. Dependen de la voluntad de cada maestro. "Mis profesores me dicen que no van a hacer adaptaciones para un solo alumno, pero es una explicaci¨®n que servir¨ªa para todos", protesta Juan.
"S¨ª, usamos un m¨¦todo que sirve para cualquier ni?o". Irene Ranz es la presidenta de la fundaci¨®n Aprender, una nueva organizaci¨®n presentada el jueves para apoyar a personas con dificultades de aprendizaje. No existen cifras oficiales, pero las estimaciones apuntan a que entre el 10% y el 15% de la poblaci¨®n tiene este tipo de dificultades de aprendizaje. Eso supone entre 100.000 y 150.000 chicos del mill¨®n de alumnos madrile?os.
El proyecto m¨¢s inmediato de la fundaci¨®n es abrir un colegio concertado en el que chicos como Juan encuentren esa explicaci¨®n diferente de las clases que ahora s¨®lo tiene en casa. Quieren empezar en septiembre de 2010, con aulas de Primaria y Secundaria para 500 alumnos. Y ampliar despu¨¦s a Bachillerato y Formaci¨®n Profesional. Ya han contactado con el Ayuntamiento de Madrid, que les ofrece una parcela en el PAU de Carabanchel, aunque el acuerdo a¨²n no est¨¢ firmado. Se llamar¨¢ El Brot de Madrid, como el que lleva 20 a?os abierto en Barcelona, el ¨²nico de Espa?a.
"Nos llevaremos a esos ni?os que otros centros no quieren", dice Ranz. La Consejer¨ªa de Educaci¨®n ve el proyecto con muy buenos ojos. "Es una idea muy atractiva", asegura Javier Rest¨¢n director general de Becas y Ayudas a la Educaci¨®n. "Son chavales absolutamente normales, pero muy complicados de abordar", se?ala. La Comunidad de Madrid, como otras autonom¨ªas, los engloba dentro de atenci¨®n a la diversidad. Hay 445 especialistas en audici¨®n y lenguaje en los colegios p¨²blicos madrile?os, pero no existe ninguna titulaci¨®n espec¨ªfica para que los profesores traten la dislexia. Rest¨¢n admite que los recursos actuales "no son suficientes". Pero asegura que nunca han recibido quejas.
"Claro que hay protestas en las aulas, los profesores son conscientes de que no llegan a todos los ni?os, s¨®lo har¨ªa falta que un inspector pasara un d¨ªa entero en un centro para investigar, seguro que as¨ª llegar¨ªan las quejas a los despachos". Habla la maestra y pedagoga Mar¨ªa P¨¢rraga, patrona de la fundaci¨®n Aprender y responsable del colegio de Barcelona. Lleva 50 a?os ense?ando a trav¨¦s de la experiencia de los ni?os, de su observaci¨®n. Alerta de los problemas de autoestima y frustraci¨®n que pueden desarrollar cuando no les entienden. Ella es quien ha formado a 20 maestros madrile?os en cursos homologados de la Comunidad de Madrid. Hay otros 60 en lista de espera.
Cristina Gurbindo fue una de las primeras en hacer ese curso. Tambi¨¦n tiene un master a distancia sobre dificultades de aprendizaje. Y prepara una tesina. Es maestra de Primaria y madre de dos hijas con dislexia: Alba, que estudia arquitectura en una universidad privada a sus 22 a?os y Olivia, a punto de pasar a Bachillerato con 17. Su familia tambi¨¦n participa en la fundaci¨®n. "A mis hijas ya no les servir¨¢ el colegio, pero ser¨¢ bueno para que otros padres no pasen por lo que nosotros pasamos", dice su madre.
Sentadas en el sof¨¢ de su casa, en Villalba, las tres se?alan los problemas derivados de la dislexia: la tardanza en el diagn¨®stico, la incomprensi¨®n de los profesores (han cambiado tres veces de centro), el dinero invertido en los psic¨®logos, las clases particulares de Olivia o la matr¨ªcula de la universidad privada de Alba, sin nota para acceder a un centro p¨²blico. Han dedicado miles de horas a "aprender a aprender". "Ya no recuerdo un verano libre", dice la hermana mayor, a la que le detectaron la dislexia a los 13 a?os.
"En casa, llegar con un cinco o un seis de calificaci¨®n en las notas era motivo de fiesta", a?ade la madre. Alba esquematiza todo mil veces porque es incapaz de memorizar. Pero ahora se siente "muy realizada" en su carrera para ser arquitecta. Tiene la casa llena de maquetas suyas que sus profesores han puesto como ejemplo de creatividad a otros alumnos. Olivia subraya todo con colores y mucho primor. Aprendi¨® operaciones matem¨¢ticas jugando a los mercados con su madre durante las vacaciones. "A¨²n tengo que contar con los dedos", confiesa.
Ella quiere estudiar terapia ocupacional. "Me gustar¨ªa ayudar a la gente porque cuando suspend¨ª, a m¨ª no me ayudaron". ?De qu¨¦ se siente m¨¢s orgullosa de estos a?os? Olivia se emociona al intentar hablar. Llora. Despu¨¦s, se recupera y recuerda la ¨²ltima vez que le qued¨® todo para septiembre. Y lo aprob¨®. "Mi tutora me dio la enhorabuena, fue un gran d¨ªa". Su hermana le coge de la mano.
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