Atropellados por una fama de alta velocidad
Susan Boyle, ingresada en un psiqui¨¢trico, no consigui¨® digerir su popularidad s¨²bita - El paso de estar en la cima a la ca¨ªda se ha acelerado - Hoy la celebridad se confunde con el ¨¦xito
En la ma?ana del s¨¢bado 11 de abril de 2009, Susan Boyle era una mujer de mediana edad, sobrada de peso y falta de cultura, bastante fea para los c¨¢nones modernos de belleza, que viv¨ªa recluida con su gato en un pueblo del sur de Escocia. Esa misma noche segu¨ªa siendo todo eso y, adem¨¢s, famosa. Muy famosa. De la mano de la televisi¨®n primero y de Internet despu¨¦s, su fama salt¨® todo tipo de fronteras y se convirti¨® en un fen¨®meno global. En una semana, m¨¢s de 20 millones de personas hab¨ªan visto en YouTube su ang¨¦lica interpretaci¨®n de He so?ado un sue?o, uno de los temas centrales del famoso musical Los Miserables. Su ¨¦xito en la Red bati¨® momentos cumbre de la historia del planeta, como la toma de posesi¨®n de Barack Obama, el hombre que acab¨® con el monopolio blanco en la presidencia de Estados Unidos.
La escocesa ha sido v¨ªctima de la mercadotecnia de la telebasura
Los ni?os de 'Slumdog millionaire' siguen en chabolas
"Te preparan para ganar y si pierdes eres un fracasado", dice un psic¨®logo
Hay programas de televisi¨®n que dan asistencia y terapia
Siete semanas despu¨¦s, Susan Boyle ha ingresado en una famosa cl¨ªnica de la periferia de Londres, especializada en tratar a los famosos que sucumben a las presiones del ¨¦xito y se abrazan a las drogas, al alcohol, a las pastillas, o, simplemente, sufren un ataque de nervios. Boyle qued¨® segunda el s¨¢bado en el concurso que la ha hecho famosa, Britain's Got Talent, el equivalente al espa?ol T¨² s¨ª que vales. Muchos psic¨®logos creen que ha sido una suerte para ella no ganar el concurso porque habr¨ªa sido a¨²n m¨¢s incapaz de digerir el ¨¦xito.
Britain's Got Talent refleja lo peor de los llamados reality shows. Al igual que Gran Hermano, el programa se reduce a manipular las ansias de alcanzar la fama de gentes vulnerables y a menudo desesperadas. "Cuantas m¨¢s l¨¢grimas, m¨¢s humillaci¨®n, m¨¢s conflicto y m¨¢s confusi¨®n, m¨¢s disfruta el p¨²blico", afirma el psic¨®logo David Wilson en un art¨ªculo en el diario The Daily Mail.
Wilson fue contratado una vez por el Gran Hermano brit¨¢nico pero dej¨® el programa enseguida. "Los productores me hab¨ªan asegurado que el programa era un genuino estudio psicol¨®gico de la condici¨®n humana, pero enseguida me di cuenta de que no hab¨ªa nada de eso. Su verdadera agenda era atraer espectadores fabricando controversia y conflicto. Hablar de est¨¢ndares ¨¦ticos era una cortina de humo. No quer¨ªa participar en algo as¨ª y me fui al cabo de una semana. Una similar falta de ¨¦tica es evidente tambi¨¦n en Britain's Got Talent", asegura.
Pero pocos tienen el dramatismo del auge y ca¨ªda de Susan Boyle. Su fama ha sido instant¨¢nea y planetaria. Un fen¨®meno que en menos de dos meses ha sido contemplado 185 millones de veces en Internet. El secreto de su ¨¦xito ha sido el contraste entre su descuidada apariencia f¨ªsica y su voz angelical. Esa misma voz en un cuerpo vulgar, o en un cuerpo hermoso, dif¨ªcilmente habr¨ªa llamado la atenci¨®n.
Pero ser¨ªa ingenuo pensar que el caso de Susan Boyle es meramente espont¨¢neo. Esta mujer escocesa que tiene problemas para expresarse desde que naci¨® porque dej¨® de recibir ox¨ªgeno durante varios minutos al nacer, ha sido v¨ªctima de la calculada mercadotecnia que rodea a la llamada telebasura. Su fealdad, su inocencia y su voz la hac¨ªan un personaje ideal para programas como Britain's Got Talent, que detr¨¢s de la m¨¢scara de la b¨²squeda de talentos escondidos y de loas a la espontaneidad son el equivalente a las denigrantes ferias de finales del siglo XIX y principios del XX en las que se exhib¨ªan personas deformes o que simplemente romp¨ªan la media estad¨ªstica por su escasa altura o su gigantismo. Las Susan Boyle de hoy en d¨ªa son las mujeres barbudas y los hombres elefante de las barracas de feria en tiempos de nuestros bisabuelos.
Susan Boyle fue manipulada desde que apareci¨® por primera vez en pantalla. Las burlas iniciales de los tres jueces y sus exageradas reacciones de sorpresa eran pura pantomima. ?Acaso puede alguien creer que no sab¨ªan ya que aquella mujer ten¨ªa una voz de ¨¢ngel?
Pero aquel ¨¢ngel se convirti¨® en una mu?eca rota con el peso de la fama. Fue incapaz de absorber el cambio de vida que se avecin¨® con el ¨¦xito. De pelearse con los adolescentes que se re¨ªan de ella en su pueblo pas¨® a verse perseguida por la prensa sin descanso. Que si se hab¨ªa te?ido el pelo, que si se hab¨ªa depilado el bigote, que si hab¨ªa dejado de ser virgen, que si estaba perdiendo la naturalidad, que si la estaban manipulando, que si se le hab¨ªan subido los humos a la cabeza, que si estaba enamorada de Piers Morgan, uno de los jueces, que si le dio un ataque de celos cuando Morgan alab¨® a unos de sus rivales en la final, que si se pele¨® con un grupo de periodistas en un hotel de Londres, que si se encar¨® con un polic¨ªa, que si...
Boyle se ha sumado a una larga lista de famosos a los que el ¨¦xito ha llevado de alguna manera al desequilibrio. Algunos, sobre todo cantantes, han caminado siempre por la difusa frontera que delimita la cordura, la psicodelia, el hedonismo y la depresi¨®n. La cantante Amy Winehouse, por ejemplo, entra y sale de tratamiento con r¨ªtmica periodicidad, pero es dif¨ªcil saber hasta qu¨¦ punto su romance con el alcohol y las drogas es realmente una consecuencia de la fama. Algunos, como el m¨ªtico cantante Kurt Cobain, no pudieron con ese peso y acabaron muriendo de ¨¦xito. Otros, en cambio, consiguen sobrevivir porque tienen un entorno que les protege y les evita caer aunque viven como juguetes rotos; son los casos de Maradona y sus problemas con las drogas; Ronaldo y Ronaldinho, siempre al l¨ªmite buscando un hueco lejos de las favelas en las que nacieron. O Naomi Campbell que ha tomado tanto impulso que alejada, dice, de las drogas, encuentra el est¨ªmulo para seguir en la adrenalina que le da el ir y venir, el no parar.
Hay ejemplos de todo tipo de simples humanos a los que la fama no les dio la felicidad o les convirti¨® de alguna manera en esclavos, o en personas desequilibradas, a veces agresivas, a menudo, dependientes del alcohol, bastantes veces suicidas. Drew Barrymore, la ni?a de E.T., con nueve a?os ya era v¨ªctima de las drogas y el alcohol, y con 13 a?os toc¨® fondo. Tras un intento de suicidio y mucho tiempo de rehabilitaci¨®n retom¨® su carrera a mediados de los noventa.
River Phoenix tuvo una infancia peculiar con unos padres muy hippies que se dejaron seducir por el dinero de Hollywood. Comenz¨® en el cine a los 12 a?os, y en poco tiempo se convirti¨® en todo un icono de su generaci¨®n, con una de las carreras m¨¢s prometedoras de Hollywood. Con tan s¨®lo 23 a?os, falleci¨® de una sobredosis en la puerta del local de Johnny Depp The Viper Room.
Macaulay Culkin, el ni?o de Solo en casa se convirti¨® en un fen¨®meno mundial con unos padres que le exprimieron comercialmente. Su carrera se par¨® cuando se divorciaron e iniciaron una lucha por su custodia. No quer¨ªan al hijo, quer¨ªan el negocio de su hijo. Macaulay intent¨® retomar su carrera, pero su estrella se apag¨® y fue saltando de un l¨ªo a otro: a los 18 a?os se cas¨® con la actriz Rachel Miner (de la que se divorci¨® al poco tiempo) y en 2004 fue detenido por posesi¨®n de drogas. Ahora intenta relanzar su carrera. Un caso parecido al de Haley Joel Osment, el ni?o de El sexto sentido. Famoso por tan s¨®lo una pel¨ªcula vive entre el alcohol y las drogas.
"Todo comienza por la importancia que se da en la cultura actual al hecho de ser famoso. Que te conozcan se ha convertido en ¨¦xito", explica Fernando Chac¨®n, presidente del colegio de psic¨®logos de Madrid. "Te preparan para ganar y si pierdes te crees un fracaso. Pocos, como el t¨ªo de Rafael Nadal, responden como ¨¦l tras perder en Roland Garros cuando dijo: 'No pasa nada, ma?ana estaremos ba?¨¢ndonos en la playa de Manacor". A otros no les explican nada como a los ni?os de Slumdog millionaire, a los que pasean por lujosos salones y hoteles tras ganar el Oscar y luego devuelven a su chabola de la India.
Rosa L¨®pez es el caso m¨¢s parecido al de la brit¨¢nica Susan Boyle. En 2001 el reci¨¦n estrenado Operaci¨®n Triunfo la consagr¨® a la fama y pas¨® a ser en s¨®lo unas semanas Rosa de Espa?a. Dej¨® atr¨¢s su pueblo de Granada, la tienda en la que asaba pollos y 40 kilos de sobrepeso para lanzarse a Eurovisi¨®n. "Vas a ganar" fue la frase que m¨¢s escuch¨®. Rosa no gan¨® y desapareci¨® durante varios meses. La versi¨®n oficial es que tuvo un problema en las cuerdas vocales.
En Espa?a hay programas de televisi¨®n que cuentan con ayuda psicol¨®gica para los concursantes antes, durante y despu¨¦s del programa. Abiertamente lo han reconocido Operaci¨®n Triunfo y Gran Hermano. La opini¨®n de los especialistas tambi¨¦n se escucha en las pruebas de selecci¨®n. "Pero en muchas ocasiones", dice Chac¨®n, "se da prioridad al friqui que va a dar espect¨¢culo que a la persona equilibrada".
En la historia del cine espa?ol hay casos claros de los traumas que a veces crea el convivir con la fama: Joselito y Marisol.
El peque?o ruise?or, t¨ªtulo de su primera pel¨ªcula, pas¨® de ser un ejemplo para la juventud de mediados del siglo pasado a enrolarse como mercenario y a ser detenido por un delito de tr¨¢fico de coca¨ªna. En el cuartel de la Guardia Civil, Jos¨¦ Gim¨¦nez se identific¨® a s¨ª mismo como "Joselito, el peque?o ruise?or". La luz de la estrella, en este caso, se apag¨® cuando se hizo mayor y su carrera no evolucion¨®.
Marisol se dio cuenta del final. Un d¨ªa se dijo a s¨ª misma que estaba harta de todos y se refugi¨® en su M¨¢laga natal sin dar cuenta a nadie de sus actos. Atr¨¢s quedaron los a?os infantiles en los se hab¨ªa sentido explotada por productores, directores, maridos y suegros, mientras la fama que alcanzaba en la pantalla se revolv¨ªa contra su propia libertad. Intent¨® nuevos caminos art¨ªsticos como mujer adulta, pero al final volvi¨® a la tierra de la que sali¨® siendo una cr¨ªa. Desde entonces, huye de la prensa y no quiere hablar de su vida anterior. Y eso que cuando ella era famosa en muchos casos no hab¨ªa televisi¨®n e Internet todav¨ªa no se hab¨ªa inventado. Ella se adelant¨® y se retir¨®.
Pero si hay un ejemplo de sobreexposici¨®n es el de la tertuliana de Telecinco Bel¨¦n Esteban, que por unos euros hace una radiograf¨ªa diaria de su vida all¨ª donde la llamen. Vive al l¨ªmite desde hace tiempo y representa la imagen de esos que se creen triunfadores por salir cada d¨ªa en la televisi¨®n o en estar en la Red.
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