La abuela salvaje de la moda
Fue el pasado verano cuando la dise?adora belga Diane von Furstenberg le cont¨® a la mayor de sus nietas c¨®mo la bisabuela de ¨¦sta, Lily, hab¨ªa sobrevivido durante 14 meses en varios campos de concentraci¨®n, Auschwitz incluido, en la II Guerra Mundial. Aquella semana que pasaron solas en Italia, mientras Diane preparaba su primer desfile en Europa tras m¨¢s de 30 a?os trabajando en Estados Unidos, Talita conoci¨® el argumento de una historia que forma parte de la mitolog¨ªa contempor¨¢nea de la moda. Lily Nahmias era jud¨ªa, ten¨ªa 19 a?os y viv¨ªa en Bruselas cuando fue deportada al infierno del que emergi¨® escu¨¢lida y con un dictamen categ¨®rico: no podr¨ªa engendrar hijos. Un a?o y medio despu¨¦s, sin embargo, nac¨ªa Diane. Le gusta definirse como un triunfo.
Viv¨ª un tiempo fant¨¢stico para ser joven: entre la p¨ªldora y el sida. No noslo pens¨¢bamos dos veces ante el sexo
M¨¢s que la ropa, lo que a m¨ª me interesa son las mujeres. Si tengo alguna misi¨®n es darles confianza
No fueron estos lastimeros detalles los que calaron en la impresionable conciencia de una ni?a de nueve a?os criada entre los algodones de la alta sociedad neoyorquina: su padre es hijo de un pr¨ªncipe, y su madre, la peque?a de las hermanas Miller. Lo que Talita le contaba despu¨¦s a todo el que se encontraba era que, en sus ¨²ltimos momentos de libertad y metida en un cami¨®n que la llevaba hacia lo desconocido, Lily hab¨ªa escrito una nota para sus padres: No os preocup¨¦is por m¨ª. Me voy con una sonrisa.
De acuerdo con la narraci¨®n de Diane, ese pedazo de papel permaneci¨® perdido hasta hace pocos a?os. Tambi¨¦n la abuela lo considera la pieza fundamental de la haza?a. Von Furstenberg aspira a escribir un libro contando la historia de su madre y titularlo Me voy con una sonrisa. Esa nota explica la esencia de lo que soy. Es un canto de fuerza, esperanza y supervivencia, argumenta sacudi¨¦ndose la melena con fiereza a sus espl¨¦ndidos 62 a?os.
Que su madre es el motor de su filosof¨ªa vital es una idea que lleva a?os puliendo, presente en las memorias que public¨® en 1998, y en la que insist¨ªa en un t¨®rrido mediod¨ªa de junio, horas antes exhibir una colecci¨®n en la Feria Pitti de Florencia. Supervisaba a las modelos en los bell¨ªsimos jardines en los que iban a desfilar, ovillada en una silla plegable y descalza. Su castellano se mantiene vivo desde que en la d¨¦cada de los sesenta pasara un a?o en Madrid para cursar Estudios Hisp¨¢nicos. M¨¢s que la moda, a m¨ª lo me interesa son las mujeres. Me encantan porque son fuertes. Todas ellas. Eso es por mi madre, claro. Cuando era joven, lo ¨²nico que ten¨ªa claro era el tipo de mujer que quer¨ªa ser. Lo consegu¨ª, y si tengo alguna misi¨®n es dar confianza a otras.
En 1969 se cas¨®, embarazada de tres meses, con Egon von Furstenberg, que no s¨®lo era un pr¨ªncipe, sino tambi¨¦n miembro de la dinast¨ªa Agnelli. El negocio de componentes electr¨®nicos del padre de Diane le hab¨ªa permitido estudiar en Londres y Suiza (conoci¨® a Egon en la estaci¨®n alpina de Gstaad), pero su suegro mostr¨® su rechazo al enlace. A la pareja le import¨® poco. Tres meses despu¨¦s se instalaron en Nueva York y se comieron la ciudad. Vivieron el paquete completo, de las noches en Studio 54 a los retratos de Andy Warhol, pero Diane anhelaba la independencia econ¨®mica.
La consigui¨® con un vestido que ide¨® en 1974. Era apenas un trapo de estampado geom¨¦trico, cruzado como un quimono, pero escotado y realizado en punto de seda, un tejido que se pega al cuerpo y lo esculpe. Una pieza de genial simplicidad que sintoniz¨® con una generaci¨®n de mujeres que buscaban soluciones tan pr¨¢cticas como sensuales. Aunque el cuento de hadas de su matrimonio se rompi¨® amigablemente en 1973, el carisma de la guapa y aristocr¨¢tica pareja tambi¨¦n explica el inmediato ¨¦xito que cosech¨® este vestido, bautizado como wrap dress. En un reportaje que la revista Newsweek public¨® en portada en 1976 se afirmaba que hab¨ªan vendido cinco millones de unidades y que en el pico de su popularidad se despachaban 15.000 semanalmente.
El ¨¦xito tiene trampas, y la dise?adora entr¨® en los a?os ochenta enredada en ellas. Mientras se retiraba a Bali y jugaba a las casitas literarias en Par¨ªs, su nombre de devaluaba por un exceso de licencias. Cuando volvi¨® a Nueva York, en 1990, se le daba por acabada. Diane present¨® batalla y vendi¨® en televisi¨®n con cierta fortuna, pero en 1994 le diagnosticaron un c¨¢ncer de lengua. El esp¨ªritu de supervivencia debe de estar profundamente incrustado en sus genes, porque tambi¨¦n logr¨® esquivar ese golpe. Y vio, una vez m¨¢s, c¨®mo la suerte le sonre¨ªa. A mediados de los noventa, su hija y su nuera le hicieron notar que sus antiguos vestidos volaban de las tiendas vintage. Empez¨® a vender nuevos dise?os en los almacenes Saks en 1997 y un a?o despu¨¦s estaba oficialmente de vuelta. De todos los revivals de la moda, el suyo es singular porque no viene de un dise?ador externo, sino de ella misma, reflexiona Isabel Abd¨®, del grupo Reig, que en octubre de 2007 inaugur¨® en Madrid la primera tienda de la dise?adora en Espa?a.
Nunca quise volver a lo grande, defiende Von Furstenberg. Todo sucedi¨® poco a poco. Adem¨¢s de las nuevas tiendas y una facturaci¨®n estimada de 200 millones de d¨®lares en 2008, su retorno le ha reportado la presidencia del Council of Fashion Designers of America (CFDA). Esto todav¨ªa me excita. ?Qu¨¦ har¨ªa, si?no? ?Quedarme en casa lament¨¢ndome por hacerme mayor? Toda mujer deber¨ªa trabajar. En mi juventud fue importante porque me dio independencia econ¨®mica, pero despu¨¦s ya no era s¨®lo cuesti¨®n de dinero. Se trata de encontrar tu identidad y de ser relevante.
Diane tuvo a sus hijos, Alexandre y Tatiana, pronto. Le han dado otros dos nietos, adem¨¢s de Talita, y ella ampl¨ªa su instinto maternal a otros dise?adores y a los que trabajan con ella. Sus ecl¨¦cticas y opulentas casas se quedan en la acera culta del kitsch, y en la finca de Connecticut, el apartamento en Par¨ªs y el edificio-estudio en el Meatpacking District de Nueva York lo profesional y lo personal se dan la mano. Es dif¨ªcil separar a la mujer del producto. Mucho de lo que caracteriza a la marca procede de su personalidad, confirma Abd¨®. Y se mantiene un esp¨ªritu muy familiar. Por ejemplo, las tiendas de B¨¦lgica las abri¨® la mujer de su hermano.
Hace ocho a?os que Diane se cas¨® por segunda vez. Fue su regalo en el 59? cumplea?os de su m¨¢s devoto y paciente admirador. Vivi¨® un idilio con el magnate de los medios Barry Diller fue jefe de los estudios Paramount al final de los setenta. Ella le abandon¨® abruptamente, pero ¨¦l nunca cej¨® en su empe?o. Me esper¨® mucho, admite Von Furstenberg. Es un hombre fant¨¢stico. Me ama mucho y tengo mucha suerte. Antes no era el momento, porque mi independencia era muy importante. Ahora soy abuela y ya he experimentado todo.
Se enorgullece de haberse comido la vida a apasionados mordiscos y exhibe con honor su apodo juvenil: Diana, la cazadora. Lo cierto es que lo fui. Mucho, confiesa. Viv¨ª un tiempo fant¨¢stico para ser joven: entre la p¨ªldora y el sida. ?ramos muy libres, y ante el sexo no lo pens¨¢bamos dos veces. Las ¨²nicas cosas que lamentas son las que no has hecho. En esta vida, cuanto antes seas tu amiga, mejor. Debes hacerte responsable de ti misma, porque as¨ª puedes permitirte ser un poco alocada.
Recortes de prensa, fotograf¨ªas y diarios recogen el rastro de una existencia tumultuosa. Le gusta documentarla, aunque no se regodea en la nostalgia. La misma filosof¨ªa que explica su gusto por los rostros con historia, como el suyo, que no se rinden a la tiran¨ªa de la eterna juventud quir¨²rgica. Cada vez que te retocas, te vuelves un poco m¨¢s insegura, opina. Cada cual es libre de hacer lo que quiera, pero a m¨ª me da miedo perder mi expresi¨®n y borrarme.
Hoy es una abuela en un mundo de adolescentes, pero siempre ha sido una mujer en una profesi¨®n dominada por hombres. Con sonrisa traviesa relata c¨®mo su colega Christian Lacroix le confes¨® en una cena: Los hombres hacen disfraces; las mujeres, vestidos. Ellos pueden tener talento, concede Von Furstenberg. Pero nosotras siempre mostramos un lado m¨¢s pr¨¢ctico. De todas formas, aunque su equipo es mayoritariamente femenino, es un hombre quien comparte la direcci¨®n creativa de la firma desde hace una d¨¦cada. Para su segunda reencarnaci¨®n se a+poya en el brit¨¢nico Nathan Jenden, de 37 a?os, que ha trabajado con John Galliano y Daryl K. Si hay algo seguro en toda esta novelesca historia es que Diane von Furstenberg sabe de qu¨¦ va este negocio.
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