El gran miedo a la inflaci¨®n
De repente parece que todos hablan de la inflaci¨®n. Opiniones muy severas advierten de que la hiperinflaci¨®n est¨¢ a la vuelta de la esquina. Y puede que los mercados se est¨¦n dejando llevar por esta alarma: los tipos de inter¨¦s de los bonos del Estado a largo plazo est¨¢n subiendo, y el temor a la futura inflaci¨®n es una de las posibles razones de esa subida.
?Pero tiene sentido este gran miedo a la inflaci¨®n? B¨¢sicamente no, aunque con una advertencia a la que llegar¨¦ m¨¢s tarde. Y sospecho que este miedo tiene que ver, al menos en parte, con la pol¨ªtica, no con la econom¨ªa.
Vayamos al grano. Es importante que nos demos cuenta de que no hay asomo de presiones inflacionarias en la econom¨ªa ahora mismo. Los precios al consumo est¨¢n m¨¢s bajos que hace un a?o y las subidas salariales se han estancado debido al alto desempleo. El peligro claro y actual es la deflaci¨®n, no la inflaci¨®n.
Jap¨®n tuvo problemas similares a los de EE UU y los precios bajaron
Entonces, si los precios no suben, ?a qu¨¦ se debe esta preocupaci¨®n por la inflaci¨®n? Algunos afirman que la Reserva Federal est¨¢ acu?ando montones de dinero, lo cual tiene por fuerza que ser inflacionario, mientras que otros dicen que el d¨¦ficit presupuestario acabar¨¢ obligando al Gobierno estadounidense a reducir su deuda mediante la inflaci¨®n.
Lo primero es sencillamente falso. Lo segundo podr¨ªa ser correcto, pero no es as¨ª.
S¨ª es cierto que la Reserva Federal ¨²ltimamente ha estado tomando medidas sin precedentes. M¨¢s concretamente, ha estado comprando much¨ªsima deuda, tanto p¨²blica como del sector privado, y financiando estas compras atribuyendo a los bancos reservas adicionales. Y en tiempos normales, esto ser¨ªa muy inflacionario: los bancos, nadando en reservas, aumentar¨ªan los pr¨¦stamos, lo cual elevar¨ªa la demanda, lo que a su vez har¨ªa que subieran los precios.
Pero los tiempos que corren no son normales. Los bancos no est¨¢n prestando sus reservas extra. No las est¨¢n dando tr¨¢mite y, de hecho, est¨¢n devolviendo el dinero con rapidez a la Reserva Federal. De modo que, a fin de cuentas, la Reserva no est¨¢ acu?ando realmente dinero.
Aun as¨ª, ?esas medidas no acabar¨¢n siendo inflacionarias, antes o despu¨¦s? No. El Banco de Jap¨®n, enfrentado a dificultades econ¨®micas no muy distintas de las que nosotros afrontamos hoy, compr¨® deuda a grand¨ªsima escala entre 1997 y 2003. ?Y qu¨¦ pas¨® con los precios al consumo? Que bajaron.
En el fondo, buena parte del actual debate sobre la inflaci¨®n nos recuerda lo ocurrido en los primeros a?os de la Gran Depresi¨®n, cuando muchos personajes influyentes preven¨ªan sobre la inflaci¨®n aunque los precios estuvieran cayendo. Como escrib¨ªa el economista brit¨¢nico Ralph Hawtrey, "se manifestaban temores fantasiosos a la inflaci¨®n. Era como gritar 'fuego' durante el diluvio universal". Y a?ad¨ªa: "Cuando la depresi¨®n y el desempleo amainan es cuando la inflaci¨®n se vuelve peligrosa".
?Corremos el riesgo de que suba la inflaci¨®n cuando la econom¨ªa se recupere? Eso afirman quienes contemplan proyecciones de que la deuda federal superar¨¢ el cien por cien del PIB, y dicen que Estados Unidos tendr¨¢ finalmente que reducir su deuda recurriendo a la inflaci¨®n: es decir, subir los precios para que se reduzca el valor real de la deuda.
Cosas as¨ª han ocurrido en el pasado. Por ejemplo, Francia redujo mediante la inflaci¨®n buena parte de la deuda en la que hab¨ªa incurrido durante la I Guerra Mundial.
Pero faltan ejemplos m¨¢s actuales. En las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, B¨¦lgica, Canad¨¢ y, por supuesto, Jap¨®n han experimentado episodios en los que la deuda superaba el cien por cien del PIB. Y Estados Unidos sali¨® de la II Guerra Mundial con una deuda superior al 120% del PIB. En ninguno de estos casos recurrieron los Gobiernos a la inflaci¨®n para resolver sus problemas.
Entonces, ?hay razones para pensar que se acerca la inflaci¨®n? Algunos economistas son partidarios de mantener una pol¨ªtica deliberada de inflaci¨®n moderada, como m¨¦todo para fomentar el pr¨¦stamo y reducir la carga del endeudamiento privado. Yo estoy de acuerdo con estos argumentos, y expuse un razonamiento similar para Jap¨®n en la d¨¦cada de 1990. Pero la defensa de la inflaci¨®n nunca prosper¨® entre los pol¨ªticos japoneses de aquel entonces, y no hay se?ales de que est¨¦ arraigando entre los pol¨ªticos estadounidenses de hoy.
Todo esto plantea la siguiente pregunta: si la inflaci¨®n no es un riesgo real, ?por qu¨¦ todas esas afirmaciones de que s¨ª lo es?
Bien, como ya se habr¨¢n dado cuenta, a veces los economistas disienten. Y las grandes disensiones son especialmente probables en tiempos extra?os como ¨¦stos que corren, en los que muchas de las normas habituales ya no son v¨¢lidas.
Pero es dif¨ªcil que a uno no le d¨¦ la impresi¨®n de que el actual alarmismo respecto a la inflaci¨®n es en parte pol¨ªtico, y que procede en gran medida de economistas que no ten¨ªan problema con el d¨¦ficit causado por las rebajas de impuestos, pero que de repente se convirtieron en cascarrabias fiscales cuando el Gobierno empez¨® a gastar dinero para sacar la econom¨ªa a flote. Y su objetivo parece ser el de presionar al Gobierno de Obama para que abandone los planes de recuperaci¨®n.
Huelga decir que el presidente no deber¨ªa dejar que le intimiden. La econom¨ªa sigue teniendo grandes problemas y necesita una ayuda continua.
S¨ª, tenemos un problema presupuestario a largo plazo, y tenemos que empezar a sentar las bases de una soluci¨®n a largo plazo. Pero en lo referente a la inflaci¨®n, lo ¨²nico que debemos temer es al propio miedo a la inflaci¨®n. -
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel de Econom¨ªa en 2008. ? 2009 New York Times Service. Traducci¨®n de News Clips.
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