Ninfas y s¨¢tiros
En la d¨¦cada de los veinte, el humorista Luis Bagar¨ªa realiz¨® para el diario El Sol una serie de vi?etas en las cuales sacaba a la luz un turbio asunto de abuso de poder, tema vetado por la censura para los comentarios escritos. Se trataba de la protecci¨®n dada, a costa de un juez, por el dictador Primo de Rivera a una coima apodada La Caoba, cuyo eco seguir¨¢ resonando en una canci¨®n hasta mediados de siglo: "La llamaban La Caoba por su pelo colorao...". Una de las tres vi?etas, titulada Dibujo de almohada, era muy sofisticada, con un caracol trepando por una rama rota, y si hoy podemos entenderla es porque fue publicada la explicaci¨®n de su enigma en La Naci¨®n, de Buenos Aires. Otra, en cambio, era bien simple: Ninfas y s¨¢tiros, rezaba su pie. Ambas completaban el cuadro cr¨ªtico dirigido contra un personaje cuyo r¨¦gimen ensalzaba los valores de la Espa?a eterna y las virtudes de la mujer y de la familia espa?ola, al tiempo que ¨¦l hac¨ªa de su entrega al sexo el emblema de su prepotencia y su disposici¨®n a aplastar la legalidad y la justicia.
Berlusconi hace de su imperio privado de placer y sexo el espejo de su monopolio de poder
Algo parecido sucede hoy con el italiano Berlusconi. Aunque su control absoluto sobre las leyes y los mecanismos judiciales proporcione amparo a su explicaci¨®n de que lo que est¨¢ en juego es su privacy, en realidad los episodios encadenados de Noem¨ª Letizia y de Villa Certosa nos sit¨²an ante el contenido profundo de su acci¨®n de Gobierno: una inequ¨ªvoca orientaci¨®n hacia el despotismo.
Todo vale con tal de consolidar su poder. Nadie hab¨ªa pensado hasta ahora que para unos comicios de nivel inferior la lista electoral pudiera estar encabezada por el primer ministro, que obviamente no va a ocupar el cargo que obtendr¨¢ tras el voto. Imaginemos una lista electoral socialista para alcalde de Toledo con Zapatero a su cabeza con el fin de obtener m¨¢s votos. Pues bien, Berlusconi ha figurado a la cabeza de las cinco listas electorales de su partido para estas europeas. As¨ª ped¨ªa el voto con el objeto de suscitar un plebiscito aprobatorio de su gesti¨®n. Fraude de ley. No le importa.
Tampoco retrocede una y otra vez ante la mentira. Hoy jura sobre la cabeza de sus hijos por la inocencia de Noem¨ª, de igual modo que lo hizo antes en falso por Fininvest. Ning¨²n episodio le retrata mejor que el de su edici¨®n fraudulenta de la Utop¨ªa de Tom¨¢s Moro, cuando iba forjando su imagen de creador imaginativo de riqueza. Pens¨® que el historiador Luigi Firpo hab¨ªa muerto y ni corto ni perezoso public¨® bajo su propio nombre la traducci¨®n y el estudio preliminar de Firpo. Mala suerte. Firpo descubri¨® el fraude y Berlusconi entonces se emple¨® a fondo para conjurar el peligro, seg¨²n narr¨® con reproducci¨®n de cartas en facs¨ªmil la viuda del gran especialista. Desde intentos de soborno con maletas de piel de cocodrilo llenas de billetes de 100 d¨®lares hasta misivas lacrim¨®genas: "Por favor, profesor, no me arruine". Pero al final no fue denunciado.
Como correlato, la mayor¨ªa de las leyes de sus gobiernos son promulgadas en tanto que decretos, para evitar as¨ª el debate parlamentario. La oposici¨®n nunca es un interlocutor, sino el destinatario de un permanente ejercicio de grosera descalificaci¨®n, que Berlusconi puede llevar a cabo impunemente porque son escasos los medios que como el diario La Repubblica est¨¢n en condiciones de informar con libertad.
Nada m¨¢s penoso que los dos ¨²ltimos programas de Porta a porta, en RAI 1, donde el presentador Bruno Vespa fue servil auxiliar de las declaraciones de Berlusconi. En el segundo, iniciado con una exposici¨®n de los grandiosos logros del Gobierno de Berlusconi en el ¨²ltimo a?o, se le ocurri¨® a Vespa una leve objeci¨®n, apuntando que ya Prodi hab¨ªa iniciado el cambio en pol¨ªtica de inmigraci¨®n. Mentira, replic¨® tajante el amo. Berlusconi pudo despacharse a gusto y sin l¨ªmites sobre los ¨¦xitos propios, as¨ª como la perversidad y estupidez de sus adversarios. Todo un complejo de medios p¨²blicos y privados le sirve, la mayor¨ªa por ser suyos, ante la amenaza.
En la Italia de Berlusconi, la isegor¨ªa, la capacidad de acceso libre de los ciudadanos a la palabra, est¨¢ d¨ªa a d¨ªa siendo sofocada, en tanto que la oposici¨®n d¨¦bil del Partido Democr¨¢tico rechaza caer en el antiberlusconismo, y tal vez ¨¦sa sea una clave de su descenso electoral y del auge de la intransigente Italia de los Valores de Di Pietro. Menos mal que el plebiscito personal del 40% anunciado para las elecciones de anteayer le ha fallado al supuesto Cavaliere.
As¨ª es como Silvio Berlusconi ha reproducido en Villa Certosa uno de los rasgos definitorios del despotismo, cuyo modelo para Montesquieu fue el Imperio Otomano. El sult¨¢n era tambi¨¦n el gran semental. Como se?or absoluto encuentra en el har¨¦n el espacio emblem¨¢tico donde desplegar su poder ilimitado, que su heredero, seg¨²n conviene a los tiempos, convierte en espect¨¢culo, con sus juegos de s¨¢tiros y ninfas. Cerrado eso s¨ª hacia el exterior.
Las fotos conocidas ser¨¢n "inocentes", pero no dejan de ser elocuentes, en particular aquella donde ¨¦l pasea al lado de una mujer vestida de desnudo, con unos senos perfectamente visibles. Por no hablar de la exhibici¨®n del reaccionario Topolanek, enlazando sexo y relaci¨®n pol¨ªtica.
El Vaticano calla, mientras Berlusconi hace de su imperio de placer y sexo reservado a los suyos el espejo de su monopolio de poder sobre toda Italia. ?No es esto pol¨ªtica?
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica.
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