Hacia un nuevo futuro en Ir¨¢n
Los temas clave en las elecciones iran¨ªes son la situaci¨®n econ¨®mica y las relaciones pol¨ªticas de la Rep¨²blica Isl¨¢mica con Occidente. En uno y otro tema, el ex primer ministro Musavi es la novedad
En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales iran¨ªes, la que se celebrar¨¢ el 19 de junio, Mahmud Ahmadineyad podr¨ªa ser elegido para un nuevo mandato presidencial, pero no hay duda de que no podr¨¢ lograr el 50% de los sufragios en la primera vuelta, la que se celebra hoy. En Ir¨¢n no hay sondeos de opini¨®n fiables. Es imposible calibrar con exactitud cu¨¢les ser¨¢n los resultados, pero la proliferaci¨®n de las cintas y pulseras verdes que indican el apoyo a Mir Husein Musavi permite pensar que el cambio puede estar m¨¢s cerca de lo que pensamos. No hay que olvidar que Ahmadineyad s¨®lo obtuvo el 19,5% de los votos en la primera vuelta de las presidenciales de 2005, mientras que, en conjunto, los tres candidatos reformistas obtuvieron el 58%.
Musavi atrae a las clases medias urbanas, a los intelectuales, a las mujeres combativas y a los j¨®venes
La base de Ahmadineyad est¨¢ en el medio rural, los religiosos y la clase media baja y tradicionalista
En los anteriores comicios presidenciales, Ahmadineyad se present¨® como un desafiante s¨ªmbolo frente a la corrupci¨®n, pero en esta ocasi¨®n ¨¦l es el sistema, y tiene que defender unos penosos resultados econ¨®micos. Cuando Ahmadineyad hizo campa?a para alcanzar el puesto que ahora ocupa, lo hizo apoy¨¢ndose en un programa de lucha contra la corrupci¨®n y de mejoras en la distribuci¨®n de la renta. Pero en los ¨²ltimos cuatro a?os, el presidente ha fracasado en todos los aspectos y la ausencia de ¨¦xitos tendr¨¢ un papel fundamental en los actuales comicios. Si Ahmadineyad es elegido de nuevo, podr¨ªa continuar pulsando los peores botones posibles, insistiendo en su mala gesti¨®n econ¨®mica y en su aventurada pol¨ªtica exterior. Pero lo que hay que preguntarse realmente es si es posible que Ahmadineyad pudiera adoptar una posici¨®n m¨¢s flexible hacia Estados Unidos en su segundo mandato presidencial.
Con todo, no hay que olvidar que durante la ¨²ltima d¨¦cada la pol¨ªtica exterior iran¨ª, exceptuando ciertos aspectos cruciales en los que la ideolog¨ªa sigue imponi¨¦ndose, se ha ido poco a poco centrando en el inter¨¦s nacional. As¨ª que Ir¨¢n podr¨ªa desempe?ar un papel constructivo en Irak y Afganist¨¢n, aunque si se ve marginado mantendr¨ªa la capacidad para crear importantes dificultades a los reg¨ªmenes de ambos pa¨ªses. El primero es el mejor escenario, porque la mejora de la situaci¨®n en Irak y Afganist¨¢n tendr¨ªa consecuencias positivas inmediatas para Estados Unidos, Ir¨¢n, el conjunto de Oriente Pr¨®ximo y la comunidad internacional. Ahora bien, si Ahmadineyad resultara reelegido, el peor escenario ser¨ªa que la Administraci¨®n de Obama se viera obligada a imponer sanciones a Ir¨¢n para detener sus iniciativas nucleares, no s¨®lo para garantizar la seguridad de Israel, sino tambi¨¦n la de sus aliados ¨¢rabes en la regi¨®n.
De volver a ganar, Ahmadineyad tendr¨ªa que ocuparse tambi¨¦n del d¨¦ficit presupuestario ocasionado por el desplome del precio del crudo y la crisis financiera mundial. La econom¨ªa de Ir¨¢n depende casi por completo del petr¨®leo, que representa el 80% de las ganancias que generan sus relaciones comerciales con el exterior, mientras que el crudo y el gas suponen el 70% de los ingresos del Estado. Es probable que Ir¨¢n contin¨²e la pauta de cooperaci¨®n con la Agencia Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (AIEA) y que no haya grandes cambios en la pol¨ªtica nuclear del pa¨ªs, ya que esas cuestiones de Estado las decide el l¨ªder supremo, el ayatol¨¢ Al¨ª Jamenei.
En Ir¨¢n hay entre 45 y 50 millones de ciudadanos con derecho a voto. Si, partiendo de los datos de participaci¨®n del pasado, presuponemos que ahora ¨¦sta ser¨¢ de dos tercios del electorado, se emitir¨¢n alrededor de 30 millones de sufragios. El electorado es variado, y entre sus diferencias inciden los componentes urbano o rural, generacional y socioecon¨®mico. En la actualidad, en torno al 70% de la poblaci¨®n es urbana. Alrededor del 45% de los votantes potenciales tiene menos de 30 a?os y, si tenemos en cuenta que hist¨®ricamente la participaci¨®n de este segmento ha sido mayor, es probable que sus votos superen el 50% del total. Un nuevo sondeo electoral demuestra que Ahmadineyad es el candidato mejor situado. Es preciso comprender que la base del presidente se encuentra en el medio rural, as¨ª como en grupos de clase media baja y tradicionalista, o religiosos. Una participaci¨®n baja le beneficiar¨ªa, ya que sus partidarios votan mucho m¨¢s que otros sectores de la sociedad iran¨ª. El talante populista de Ahmadineyad atrae m¨¢s a una base pol¨ªtica que no est¨¢ en las grandes ciudades. Desde que accedi¨® a la presidencia en agosto de 2005, ha sustituido a todos los cargos que, durante las administraciones de Rafsanyani y Jatam¨ª, hab¨ªan negociado con los europeos el programa nuclear iran¨ª.
Sin embargo, por primera vez en muchos a?os, en estas elecciones presidenciales de junio de 2009 multitud de iran¨ªes dejar¨¢n de lado la pol¨ªtica y la geopol¨ªtica, que han conformado un discurso dominante en la Rep¨²blica Isl¨¢mica desde 1979, para centrarse en el estado de la econom¨ªa del pa¨ªs. Y tanto Mir Husein Musavi, el candidato moderado y reformista, como Ahmadineyad, est¨¢n vinculando la econom¨ªa con el problema de las relaciones entre Ir¨¢n y Occidente.
Para poder ganar, los reformistas necesitan una alta participaci¨®n con la que asegurarse la celebraci¨®n de una segunda vuelta eliminatoria frente a Ahmadineyad. Sospecho que muchos de los que no votaron en 2005 ahora se dan cuenta de que tienen que hacerlo, y entre ellos figuran principalmente mujeres y j¨®venes.
Musavi puede que sea el candidato con m¨¢s seguidores. Atrae a las clases medias urbanas, a la ¨¦lite profesional, a los intelectuales, a las mujeres m¨¢s combativas y a los j¨®venes irritados por el populismo econ¨®mico y las restricciones pol¨ªticas y sociales del periodo de Ahmadineyad. No olvidemos que, aparte del apoyo de Jatam¨ª, la esposa de Musavi, Zahra Rahnavard, ha demostrado ser una gran ventaja a la hora de granjearse el voto femenino.
En cuanto a Karubi, otro de los candidatos reformistas opuestos a Ahmadineyad, puede contar con ganar en su provincia natal de Lorest¨¢n, en el centro de Ir¨¢n, y tambi¨¦n con obtener el apoyo de grupos de votantes en provincias que se vean atra¨ªdas por sus pol¨ªticas econ¨®micas. Karubi, partidario de una mayor privatizaci¨®n, ha declarado que, a trav¨¦s del reparto de acciones, distribuir¨¢ los dividendos del petr¨®leo entre todos los iran¨ªes mayores de 18 a?os. Por su parte, Musavi, que gestion¨® un sistema de racionamiento cuando fue primer ministro entre 1980-1988, ahora es partidario de una mayor liberalizaci¨®n econ¨®mica para solventar la inflaci¨®n y el desempleo. Su programa tambi¨¦n defiende una pol¨ªtica exterior m¨¢s conciliadora respecto a Occidente. Tanto Karubi como Musavi se han opuesto a la campa?a de Ahmadineyad para imponer los m¨¢s intransigentes c¨®digos de indumentaria y de comportamiento isl¨¢micos.
El reto de Musavi estos d¨ªas consiste en movilizar a sus bases (sobre todo a los desencantados y desilusionados con la pol¨ªtica iran¨ª) convenci¨¦ndoles de que cumplir¨¢ sus promesas
de impulsar mayores reformas y tendr¨¢ valor para entablar un di¨¢logo con Estados Unidos, encontrando la manera de sortear las tradicionales l¨ªneas rojas iran¨ªes.
La presidencia de Musavi, de ganar ¨¦ste los comicios, facilitar¨ªa una mejora de las relaciones entre Ir¨¢n y Estados Unidos. Asimismo Ir¨¢n podr¨ªa ejercer una influencia positiva en el camino conducente a una soluci¨®n del conflicto palestino-israel¨ª basada en la existencia de dos estados, algo que ser¨¢ dif¨ªcil de negociar. Por otra parte, tambi¨¦n el inter¨¦s mutuo en lo tocante a Irak y Afganist¨¢n proporciona, tanto a Estados Unidos como a Ir¨¢n, un punto de partida para un enfoque constructivo.
Hoy en d¨ªa, el profundo cisma que divide a la Rep¨²blica Isl¨¢mica es el que separa a quienes creen que para el futuro de Ir¨¢n son vitales unas relaciones econ¨®micas y pol¨ªticas normales con Occidente y quienes desde?an esas relaciones, tach¨¢ndolas de vulneraci¨®n de los ideales de la Revoluci¨®n Isl¨¢mica.
Ramin Jahanbegloo, fil¨®sofo iran¨ª, es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Toronto. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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