Cuando mata La Familia
La polic¨ªa mexicana vive en alerta ante un c¨¢rtel que no solo pretende el tr¨¢fico de drogas, sino la sustituci¨®n del Estado. Los sicarios de este clan extendidos por todo el pa¨ªs controlan desde la venta de armas y los impuestos hasta la espiritualidad de sus vecinos
Aquella tarde de finales de enero, el hijo de La Tuta no tuvo suerte con los gallos de pelea. En medio de un palenque abarrotado, el muchacho perd¨ªa una y otra vez hasta que se qued¨® sin un peso. Excitado, decidi¨® ir a por m¨¢s. Alguien camuflado entre el p¨²blico hizo una llamada perdida y los agentes federales lo esperaron a la salida. En su camioneta no hallaron armas ni drogas, pero s¨ª un papel, una lista con nombres de pol¨ªticos, jueces, fiscales, polic¨ªas... Y, junto a cada nombre, una cantidad.
Ya han pasado casi seis meses desde aquella detenci¨®n. Es mi¨¦rcoles 10 de junio y anochece sobre la ciudad de M¨¦xico. En la pared del despacho de un jefe de investigadores de la Polic¨ªa Federal hay un mural con textos, gr¨¢ficos y una fotograf¨ªa en la que aparecen las cabezas cortadas de cinco hombres j¨®venes esparcidas por una pista de baile. Junto a los rastros de sangre, un cartel que avisa: "La Familia no mata por dinero, no mata mujeres, no mata inocentes, muere quien debe morir, s¨¦palo toda la gente. Esto es: Justicia Divina". En la mesa del agente federal est¨¢ la lista de pol¨ªticos, jueces y polic¨ªas corruptos incautada al hijo del narcotraficante apodado La Tuta. Tambi¨¦n hay un libro, encuadernado a modo de breviario, en cuyas pastas se puede leer: "El m¨¢s Loco. Pensamientos. 5? Edici¨®n. Michoac¨¢n. M¨¦xico. 2008".
El clan es pionero en la publicidad. No basta matar a alguien, hay que hacerlo de la forma m¨¢s sangrienta posible
Ha utilizado a los inmigrantes mexicanos para extender sus tent¨¢culos por 16 Estados de EE UU
Las entidades locales apenas recaudan impuestos, pero todos pagan el diezmo para que la mafia les proteja
Esos tres elementos -la violencia extrema, la corrupci¨®n de las autoridades y una incre¨ªble presencia m¨ªstica- configuran el poder de La Familia. Un poder que asusta porque, a diferencia del resto de los carteles, su objetivo va m¨¢s all¨¢ del tr¨¢fico de drogas hacia Estados Unidos. Quieren m¨¢s. Lo quieren todo...
-S¨ª -admite un alto mando antidrogas-, desde luego no se trata de un cartel m¨¢s dedicado al narcotr¨¢fico. La Familia aspira a sustituir al Estado.
Y basta una visita r¨¢pida a la ciudad de Morelia -la capital de Michoac¨¢n- para percatarse de que lo est¨¢ consiguiendo. Las administraciones locales apenas pueden recaudar impuestos, pero, en cambio, ya son muy pocas las gasolineras, las tiendas de comestibles, los productores de aguacate y hasta los organizadores de conciertos que no pagan religiosamente su diezmo para que la mafia los proteja. No hace falta decir que los sicarios de La Familia controlan directamente los prost¨ªbulos, las m¨¢quinas tragaperras, la pirater¨ªa, la venta de armas y, por supuesto, el tr¨¢fico de drogas. Seg¨²n los datos de la polic¨ªa, el cartel opera en 87 de los 113 municipios de Michoac¨¢n -la cuna del presidente Felipe Calder¨®n- y sus tent¨¢culos hace tiempo que dejaron de ser locales. La DEA -la polic¨ªa antinarc¨®ticos norteamericana- ha detectado ramificaciones de La Familia en 16 de sus Estados. La organizaci¨®n utiliza para ello a los emigrantes. Y tiene d¨®nde escoger: Michoac¨¢n es el segundo Estado mexicano que m¨¢s mano de obra exporta a Estados Unidos. Hay pueblos donde ya s¨®lo quedan los ancianos. Pero tambi¨¦n ellos tienen su parte en el negocio. La Familia los utiliza como rehenes: "Dile a tu hijo que te estamos protegiendo, pero que si ¨¦l no colabora con nosotros, t¨² lo vas a pasar mal".
Todo empez¨® con el siglo. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdi¨® el poder despu¨¦s de 70 a?os y M¨¦xico tuvo que aprender a vivir con una realidad distinta. Hasta entonces, el presidente de la Rep¨²blica hac¨ªa y deshac¨ªa en todo el pa¨ªs. M¨¦xico era un Estado federal, pero los gobernadores, los alcaldes, los jefes de polic¨ªa y por supuesto los l¨ªderes sindicales y sociales de cada demarcaci¨®n pertenec¨ªan al PRI. "A poco que uno se desmadrara", recuerda un alto cargo de la seguridad del Estado, "nos dec¨ªan: llevadlo a Los Pinos -la residencia presidencial-. Bastaba una charla con el presidente de turno para que todo volviera a su cauce". Con las fuerzas del orden suced¨ªa igual. La Polic¨ªa Federal siempre represent¨® un tanto por ciento m¨ªnimo del conjunto de las polic¨ªas -m¨¢s de 1.600 en todo el pa¨ªs entre estatales, municipales...-. Aunque cada cuerpo policial depend¨ªa de un gobernador o un alcalde, cuando llegaba el caso obedec¨ªa de forma impl¨ªcita y efectiva el dictado que llegaba de la capital. Ya no es as¨ª. La imagen m¨¢s gr¨¢fica se ha podido presenciar el lunes pasado. Durante tres horas, a plena luz del d¨ªa y en mitad de la calle, polic¨ªas municipales y estatales de Nuevo Le¨®n se enfrentaron con agentes de la Polic¨ªa Federal. Se enca?onaron mutuamente con pistolas y armas largas. No pas¨® nada, pero fue de chiripa. En otras ocasiones, agentes federales o miembros del Ej¨¦rcito han optado por solventar situaciones parecidas de insurrecci¨®n a tiro limpio.
En algunos lugares, como Michoac¨¢n, el poder del Estado fue haci¨¦ndose cada vez m¨¢s d¨¦bil y eso fue aprovechado por los narcotraficantes. La Familia, cuya presencia en la zona se remonta a dos d¨¦cadas atr¨¢s, dio un salto cualitativo. Ya no les bastaba con la producci¨®n de hero¨ªna y marihuana -hay constancia de plantaciones de amapola en 37 de los 113 municipios de Michoac¨¢n- ni siquiera con el control del puerto de L¨¢zaro C¨¢rdenas, a donde llega la coca¨ªna del sur de Am¨¦rica y la efedrina de Europa y Asia con destino a Estados Unidos. La Familia quer¨ªa m¨¢s. Quer¨ªa el control social, y hasta espiritual, de sus vecinos. Y empezaron de la manera m¨¢s sencilla, desde abajo, poco a poco.
-Yo adoctrin¨¦ a 9.000 personas.
Quien habla es Rafael Cede?o. Alto, camisa blanca, ojos azules. La Polic¨ªa Federal lo detuvo el pasado 18 de abril, mientras participaba, junto a otros 40 integrantes de La Familia, en un bautizo. Bien es verdad que, adem¨¢s del agua bendita, el Cede y sus amigos se llevaron buenos pertrechos a la ceremonia. La polic¨ªa se incaut¨® de tres fusiles autom¨¢ticos AR-15, un fusil de asalto AK-47, cinco granadas de fragmentaci¨®n, seis armas cortas, munici¨®n como para aburrir y droga, mucha droga. Cede?o -a decir de sus captores- no perdi¨® la templanza en ning¨²n momento y desde el principio estuvo dispuesto a contar su historia, que empieza dos d¨¦cadas atr¨¢s, borracho y drogado, un tipo sin futuro tirado en una calle de Morelia.
Su relato se puede parecer al que, ya desde la c¨¢rcel, pueden construir otros sicarios de La Familia. La organizaci¨®n -dirigida por dos tipos apodados El Chango y El Chayo- decide formar a sus cuadros de colaboradores a partir de los drogadictos que recoge por la calle. Los interna en unos albergues llamados Gratitud y los saca de la adicci¨®n. De forma paralela, implica a sus familias en el proceso. Lo que las autoridades no son capaces de hacer, lo hace La Familia. Los saca de la droga y les da una perspectiva de vida distinta basada en su biblia, los principios espirituales de El m¨¢s Loco -uno de los apodos del Chayo-. Pero quiere algo a cambio. Quiere fidelidad. "Los muchachos rehabilitados", cuenta uno de los jefes de la Polic¨ªa Federal, "pasan a formar parte de la estructura criminal de la organizaci¨®n. Unos se dedican a la distribuci¨®n de droga al menudeo. Otros son los llamados halcones. Recorren en veh¨ªculos las ciudades para informar al cartel de los movimientos de la polic¨ªa o el Ej¨¦rcito. Hay un tercer grupo. El de los sicarios. Su cometido es secuestrar a los vendedores de droga de los carteles rivales, secuestrarlos por unas horas y hacerles una oferta: 'Si quieres vender nuestra droga, bienvenido. Si no, ya sabes...".
El "ya sabes" son cinco cabezas desperdigadas en una pista de baile del municipio de Uroapan. Con una pancarta al lado a modo de firma. Porque, adem¨¢s del trasfondo m¨ªstico, los capos de La Familia tambi¨¦n son pioneros en otro aspecto. La publicidad. No basta matar a alguien. Hay que hacerlo de la forma m¨¢s sangrienta posible y con publicidad. La Familia -seg¨²n un informe de la polic¨ªa que no se puede reproducir por la crueldad de sus im¨¢genes- tiene una verdadera estrategia medi¨¢tica. Despu¨¦s de matar a sus rivales, les corta la cabeza y los exhibe en sitios p¨²blicos, junto a letreros donde amenaza a sus rivales -fundamentalmente del grupo de Los Zetas- e incluso avisa de qui¨¦n ser¨¢ el pr¨®ximo asesinado. En una grabaci¨®n distribuida a trav¨¦s de Internet se puede ver la ejecuci¨®n de un presunto miembro de Los Zetas que aparece desnudo, atado a una silla, vestido s¨®lo con unos calzoncillos negros y con el cuerpo lleno de frases amenazantes.
No obstante, los mensajes de La Familia no s¨®lo van dirigidos a los carteles rivales. Tambi¨¦n se dirigen a la poblaci¨®n. Y, por incre¨ªble que pueda parecer, lo hacen con anuncios pagados en los principales peri¨®dicos. Su objetivo: ganarse el afecto de los ciudadanos. ?C¨®mo? De nuevo, asumiendo funciones propias del Estado. Uno de los mensajes insertados a toda p¨¢gina en La Voz de Michoac¨¢n y en El Sol de Morelia dice: "Nuestra misi¨®n es erradicar el secuestro, la extorsi¨®n directa y telef¨®nica, los asesinatos por paga, el secuestro, los robos... Quiz¨¢s en este momento la gente no nos entienda... Desgraciadamente, hemos recurrido a estrategias muy fuertes por parte de nosotros, ya que es la ¨²nica manera de poner orden en el Estado y no vamos a permitir que esto se salga de control...".
Hubo otro peri¨®dico donde La Familia quiso poner un anuncio pagado. Un individuo lleg¨® a la redacci¨®n y pidi¨® ver al director. Le puso un sobre con dinero encima de la mesa y le dijo: "Quiero publicar esto". El director le dijo que no era posible. Del resto de la conversaci¨®n no se sabe nada. S¨®lo que esa misma noche, el periodista fue a su casa, hizo la maleta y abandon¨® la ciudad.
As¨ª estaban las cosas cuando, la noche del pasado 15 de septiembre, coincidiendo con la celebraci¨®n del grito de la Independencia en Morelia, unos desconocidos arrojaron granadas de fragmentaci¨®n sobre la multitud. El primer atentado narcoterrorista de la historia de M¨¦xico dej¨® ocho muertos y un buen n¨²mero de heridos. Lo ¨²nico que hay claro es que se trat¨® de un ajuste de cuentas entre La Familia y Los Zetas. El presidente Calder¨®n orden¨® a la Polic¨ªa Federal que pusiera especial atenci¨®n sobre el Estado que lo vio nacer. Y lo que all¨ª vieron los agentes fue lo que todo el mundo: La Familia hab¨ªa sido capaz de tejer una gran red de afectos y complicidades aprovechando la ausencia del Estado. El secretario de Seguridad P¨²blica, Genaro Garc¨ªa Luna, dio orden a sus agentes de que se infiltraran, intervinieran comunicaciones, averiguaran qu¨¦ hab¨ªa de verdad en los rumores que dec¨ªan que tal o cual alcalde, que tal o cual juez...
Y fue entonces cuando el hijo de La Tuta empez¨® a perder en las peleas de gallos. Y sali¨® del palenque a por m¨¢s dinero. Y fue detenido. Y, en vez de armas o drogas, los agentes encontraron un papel con una lista de funcionarios. Junto a algunos nombres hab¨ªa cifras de hasta 80.000 pesos mensuales de sueldo -m¨¢s de 4.000 euros- por compaginar la vida de alcalde de pueblo con la de colaborador del narcotr¨¢fico. Los agentes se pusieron tras la pista y, cinco meses despu¨¦s, el pasado 27 de mayo, detuvieron a 11 alcaldes y a otros 17 altos funcionarios por su relaci¨®n con el narcotr¨¢fico. La investigaci¨®n sigue abierta. Porque la lista tiene m¨¢s nombres. De m¨¢s altura. Los nombres de los verdaderos gallos de pelea. Los que nunca bajan al palenque.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.