Autoafirmarse sin agredir a los Dem¨¢s
Realizando cursos de comunicaci¨®n asertiva, suelo preguntar a los participantes c¨®mo resolver¨ªan la cl¨¢sica situaci¨®n de pedir a una amistad que les devuelva aquel dinero que le prestaron hace un tiempo. Las respuestas suelen dividirse en tres estilos. El primero suele ser el m¨¢s jocoso y celebrado, basado en todo tipo de amenazas e ingeniosas maneras de someter al deudor.
La segunda pasa de la iron¨ªa fina al sarcasmo m¨¢s c¨¢ustico. El tercero consiste en no hacer nada, en no decir nada, en una especie de amnist¨ªa financiera, justificada por amor a la amistad. No se les ocurre que pueda existir una manera de reclamar de forma positiva lo que les pertenece. De expresar al otro lo que piensan y sugieren como soluci¨®n.
Existen m¨²ltiples situaciones, que podr¨ªamos denominar como "conversaciones dif¨ªciles", que invitan a decir lo que pensamos y sentimos con comodidad y sin agredir al otro: pedir un aumento de sueldo, reclamar un mal servicio, quejarse de una falta de puntualidad, decir que no a una propuesta, hacer un comentario a un compa?ero de trabajo sobre alg¨²n aspecto de su higiene; hacer una cr¨ªtica, en definitiva.
Hay que reconocer que eso que llamamos asertividad cuesta horrores en un pa¨ªs que a¨²n resuelve sus conflictos y situaciones comprometidas a base de sacar pecho o de culpabilizar al otro. Nos altera el car¨¢cter sangu¨ªneo y s¨®lo funciona el "nadie tiene que decirme lo que tengo que hacer".
Eso no le ocurre al t¨ªpico flem¨¢tico ingl¨¦s, que lleva la esencia de la actitud positiva en su propio lenguaje al iniciar todas las frases con la primera persona: I think (yo pienso), I believe (yo creo), I feel (yo siento). En cambio, por nuestras lides nos han ense?ado que eso de empezar con yo suena a engre¨ªdo. Por eso nos hemos especializado en el t¨² como eterno responsable de nuestros males, mientras que el yo s¨®lo sirve para justificarse (Yo no he sido).
Una cuesti¨®n de dignidad
Un hombre tiene que tener siempre el nivel de dignidad por encima del nivel del miedo (Eduardo Chillida)
Robert Alberti y Michael Emmons publicaban el a?o 1978 Your perfect right: a guide to assertive behavior (Sus perfectos derechos: gu¨ªa de la conducta asertiva). Definen la asertividad como el conjunto de conductas emitidas por una persona en un contexto interpersonal, que expresan los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones y derechos de esa persona de un modo directo, firme y honesto, respetando al mismo tiempo los sentimientos y actitudes, deseos, opiniones y derechos de otras personas". Dicho de una forma clara y rotunda: la capacidad de autoafirmarse.
Existen siete claves que expresan las leyes fundamentales de la asertividad:
1. Puedes hacerte respetar por los dem¨¢s.
2. Reclama tus derechos.
3. Es imposible que todo el mundo te quiera.
4. Piensa en ti positivamente.
5. No te deprimas, act¨²a.
6. No te escondas de los dem¨¢s.
7. Qu¨¦ importancia tiene que salga mal, mientras te hayas afirmado.
No hay nada que nos ocupe y preocupe tanto como nuestras relaciones con los dem¨¢s. Aunque presumamos a menudo de pasar ol¨ªmpicamente de su opini¨®n, lo cierto es que los tenemos presentes continuamente y, por supuesto, lo que puedan decir nos afecta en alguna medida. Pero tambi¨¦n cabe observar lo que nosotros les decimos a los dem¨¢s y c¨®mo lo decimos.
Responder o reaccionar
La cosa m¨¢s dif¨ªcil es conocernos a nosotros mismos; la m¨¢s f¨¢cil, hablar mal de los dem¨¢s
(Tales de Mileto)
Mientras unas personas pretenden quedar bien con todo el mundo, tarea que conlleva mucho desgaste personal, otras, en cambio, se creen que disponen de todos los derechos y ninguna obligaci¨®n, o sea, que no les importa pisotear a los dem¨¢s con tal de lograr lo que creen que el mundo les debe.
Otra manera de dar rodeos a las cosas sin afrontarlas directamente es el uso de la iron¨ªa y el sarcasmo. Son estrategias que, si bien pretenden quitar hierro al asunto, al final confunden e incluso hieren m¨¢s que una expresi¨®n clara de enfado. Aunque una fina iron¨ªa tiene un punto de admirativa, no cabe duda de que es una muestra de superioridad, y a veces de soberbia, que no trata la relaci¨®n de igual a igual.
Hay que tener en cuenta, finalmente, a aquellas personas cuya reacci¨®n es el bloqueo, la pasividad, las que prefieren esconderse, no rechistar, dejarlo correr, hacer ver que no pasa nada. Ante tales extremos, la pr¨¢ctica asertiva se muestra como una especie de defensora de la dignidad, una manera elegante de poner cada cosa en su sitio. Porque en realidad nadie puede poner en duda lo que pensamos y sentimos. Pueden no estar de acuerdo, pueden poner l¨ªmites a nuestras conductas, pero en ning¨²n caso deslegitimar nuestras creencias y sentimientos. Y eso empieza por no deslegitimarse uno a s¨ª mismo.
Somos seres conversacionales
Una buena conversaci¨®n debe agotar el tema, no a los interlocutores (Winston Churchill)
Ante cualquier conversaci¨®n, sobre todo si advertimos su dificultad, habr¨¢ que tener en cuenta al menos tres conversaciones que se producen a la vez, como si de mu?ecas rusas se tratara: "qu¨¦ ha pasado" (contenido) "c¨®mo me siento" (sentimientos) y "c¨®mo me veo" (identidad). Ante el reto de ser nosotros mismos y serlo con los dem¨¢s, la conducta asertiva puede tener en cuenta algunos principios de mucha utilidad:
- Dejar de pensar que el problema son los otros.
- Discutir sin comprender. No s¨®lo cabe entender las palabras, sino el clima emocional que las acompa?a, ser capaces de analizar la situaci¨®n del otro.
- Cada experiencia es una oportunidad, pero deja de serlo si la tratamos como algo ya conocido. Evitar los pensamientos autom¨¢ticos.
- Es importante conectar con nuestras intenciones, con los prop¨®sitos ?Qu¨¦ es lo que realmente quiero hacer?
- No querer tener raz¨®n. Nuestras creencias son hip¨®tesis y no verdades.
Vale la pena entrenarse en asertividad, por muy quijotes que nos sintamos a veces. Nuestras vidas transcurren en m¨²ltiples situaciones sociales, y no en medio de la selva, con lo cual no tiene sentido alguno el uso de la agresividad. Por eso, la pr¨®xima vez que tenga que reclamar el dinero prestado a un amigo le puede decir: "Por favor, me gustar¨ªa que me devolvieras aquel dinero que te prest¨¦. No me gustar¨ªa que mi relaci¨®n contigo tuviera problemas por culpa del dinero. De este modo, cuando nos veamos nos sentiremos a gusto. Lo contrario es un mal rollo para todos".
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