Democracia sin adjetivos
Mientras los europeos nos aburr¨ªamos con nuestra democracia, los iran¨ªes se entusiasmaban con ella. Y lo que es peor, mientras Obama dirig¨ªa desde El Cairo un mensaje de reconciliaci¨®n al mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n, algunos europeos se daban el gustazo de enviar al Parlamento Europeo partidos abiertamente islam¨®fobos. Es una buena lecci¨®n de hasta qu¨¦ punto los europeos disfrutamos y promovemos absurdamente nuestra decadencia.
De tanto relativizar las cosas, se nos acaba olvidando que hay valores, como la libertad, que no son relativos. Nos empe?amos en hablar de la democracia como una construcci¨®n occidental, y al final acabamos pensando que el resto del mundo no la quiere o no la puede tener. Consentimos entonces con todo tipo de deformaciones, cualificaciones y adjetivos: democracia "soberana", "valores asi¨¢ticos", democracia "isl¨¢mica", democracia "bolivariana", etc¨¦tera, que no son m¨¢s que coartadas para secuestrar la libertad. Pero en todos los casos vemos la misma asfixia del individuo, la misma avalancha de propaganda oficial y el mismo acoso sobre todo atisbo de oposici¨®n. Detr¨¢s de todo ello se esconde la misma pulsi¨®n por el poder y, en paralelo, la misma pulsi¨®n por la libertad.
No sabemos de momento si ha habido fraude, pero el estallido de frustraci¨®n ha sido impresionante
Siempre que dudemos sobre la universalidad de los derechos humanos no tenemos m¨¢s que ver c¨®mo se parece una dictadura a otra, desde Corea del Norte a Cuba pasando por Ir¨¢n, y c¨®mo se parecen entre s¨ª las revoluciones (de las rosas en Georgia, naranja en Ucrania, de los tulipanes en Kirguizist¨¢n, del azafr¨¢n en Birmania o el amago de revoluci¨®n verde que acabamos de ver en Ir¨¢n). Para los espa?oles, que recientemente dejamos atr¨¢s una democracia con su propio adjetivo ("org¨¢nica"), el enga?o debiera ser evidente: autoridad, familia, orden, disciplina, sumisi¨®n; los valores del nacionalcatolicismo espa?ol en nada se diferencian de los valores que el s¨¢bado reimpuso a bastonazos el r¨¦gimen de Ahmadineyad o de los que el r¨¦gimen chino utiliza cada d¨ªa como coartada para mantener en el poder a una ¨¦lite econ¨®micamente corrupta y moralmente degradada.
El ansia de libertad, el entusiasmo de los j¨®venes iran¨ªes, especialmente de las chicas, que hemos visto estos d¨ªas, resulta profundamente conmovedor. No sabemos de momento si ha habido fraude, ni si las protestas ir¨¢n a m¨¢s, pero s¨ª sabemos que el estallido de frustraci¨®n ha sido impresionante y que el r¨¦gimen iran¨ª ha optado por reforzar la represi¨®n con cientos de detenciones, a las que probablemente seguir¨¢ un desmantelamiento de los movimientos estudiantiles y un refuerzo del control ejercido por los aparatos del Estado y las milicias afines al r¨¦gimen.
Las consecuencias internacionales ser¨¢n importantes. Escribo estas l¨ªneas desde White Oak, en Florida, donde un grupo de europeos y estadounidenses estamos discutiendo sobre c¨®mo aproximar posiciones entre la Administraci¨®n Obama y la Uni¨®n Europea en materia de pol¨ªtica exterior. Aqu¨ª la primera prioridad es la econom¨ªa, la segunda Afganist¨¢n y la tercera Ir¨¢n. La sensaci¨®n dominante es de preocupaci¨®n: se sabe a ciencia cierta que Obama, pese a las enormes expectativas que ha generado, no podr¨¢ solo con esa agenda, y lo que es peor a¨²n, se teme que Europa no va a estar a la altura.
"No hay ning¨²n pa¨ªs en el mundo que est¨¦ tan solo y aislado como Ir¨¢n". "El Gobierno de Ahmadineyad ha socavado la dignidad de Ir¨¢n y puesto en peligro su desarrollo econ¨®mico". "El pueblo iran¨ª no puede aprobar una pol¨ªtica exterior que averg¨¹enza a los iran¨ªes". "?Qu¨¦ ha ocurrido para que Ir¨¢n se convierta en un defensor de Hitler?". Pese a lo que se pudiera pensar, no son citas que vengan de los altos cargos de la Administraci¨®n Obama con los que nos hemos reunido aqu¨ª, sino transcripciones literales de algunas de las preguntas y acusaciones que Mir Hosein Musav¨ª y Mehdi Karrubi lanzaron a Ahmadineyad en el debate televisivo celebrado la semana pasada en Teher¨¢n.
Con los gases lacrim¨®genos se cierra casi del todo la esperanza que ten¨ªamos de que la crisis nuclear iran¨ª se cerrara pac¨ªficamente, sin necesidad de ir a una escalada basada en sanciones, embargos y, eventualmente, el uso de la fuerza. Durante demasiado tiempo hemos intentado convencernos a nosotros mismos de que el r¨¦gimen iran¨ª aceptar¨ªa en ¨²ltimo extremo un pacto por el cual pudiera tener acceso a la energ¨ªa nuclear para uso pac¨ªfico a cambio de renunciar a la bomba. Y aunque Obama y los europeos tengamos la obligaci¨®n de explorar ese camino, cada d¨ªa que pasa sin avances en la negociaci¨®n crece la sospecha de que los conservadores iran¨ªes quieren la bomba a toda costa, ya que saben que la tensi¨®n con Occidente, incluso el conflicto militar, es su mejor baza para mantenerse en el poder y cerrar el paso a la oposici¨®n. El ayatol¨¢ Al¨ª Jamenei, l¨ªder supremo de la revoluci¨®n, lo ha expresado con toda claridad durante la campa?a electoral con una intervenci¨®n espec¨ªficamente destinada a desacreditar a Musav¨ª: "Este camino continuar¨¢ hasta la victoria final".
jitorreblanca@ecfr.eu
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