Correr no es de cobardes
Siete presos participar¨¢n en una carrera de tres d¨ªas desde la c¨¢rcel de Meco hasta la de Estremera
Adolfo, el fumador, el ex atracador de bancos ("cuando uno se pod¨ªa ganar la vida con ello", claro), el enfermo de hepatitis y el poseedor de una labia prodigiosa, calienta los m¨²sculos. Media vida se ha tirado a sus 44 a?os en la c¨¢rcel y la ¨²nica vez que le vieron correr en su barrio, asegura ¨¦l, fue cuando le persegu¨ªa la Guardia Civil. Pero ahora, ah¨ª le tienen, haciendo estiramientos en el campo de futbol de la c¨¢rcel de Madrid II de Alcal¨¢ Meco, con su gorra vuelta del rev¨¦s, y prepar¨¢ndose junto a seis presos m¨¢s para correr 65 kil¨®metros en tres d¨ªas. Desde esa prisi¨®n hasta la de Estremera. Haciendo noche en Nuevo Bazt¨¢n y en Caraba?a. Ese es el reto. Porque correr esta vez no es de cobardes.
Junto a los siete presos marchar¨¢n tambi¨¦n el atleta Mart¨ªn Fiz y Pablo Jim¨¦nez, el ide¨®logo de todo este sarao. Porque "Don Pablo", como le llaman los reclusos, es educador y monitor en la c¨¢rcel de Estremera. Y desde 2006 dirige un proyecto que, bajo el lema de "Correr te hace libre", ha conseguido agrupar a unos 120 internos alrededor de las clases de atletismo.
Pero en los ¨²ltimos meses, junto a unos cuantos chavales cercanos ya en tiempo al final de su condena o a la posibilidad de obtener permisos, han dise?ado una ruta de 65 kil¨®metros que atraviesa nueve pueblos y varios campos. Dos d¨ªas a la semana se cog¨ªan un autob¨²s de l¨ªnea, se bajaban en alguno de los pueblos por los que pasar¨¢n ma?ana y eleg¨ªan los mejores senderos para correr hacia su libertad.Y la imagen tiene gracia. Siete presos salen corriendo de una c¨¢rcel, recorren 65 kil¨®metros a toda velocidad y, en vez de fugarse a un para¨ªso tropical, terminan meti¨¦ndose, por su propio pie, en otra prisi¨®n. "Ya te digo. El primer d¨ªa pens¨¦: '?ahora tengo que entrar yo aqu¨ª otra vez andando?", recuerda Adolfo ri¨¦ndose. Pero entr¨®. Una y otra vez hasta hoy.
Y es que todos ellos est¨¢n muy cerca de obtener el tercer grado penitenciario y de poder disfrutar de su libertad. Cinco reclusos de Estremera y dos de Meco. Y no les queda nada. Ni a los rumanos Mario Jardel y Marian, ni tampoco al nigeriano Osford (que entr¨® hecho "un gordo" a la c¨¢rcel y ahora est¨¢ cuadrado) o al guineano Esteban (que ya boxeaba y corr¨ªa antes de que le entalegaran por un delito de drogas); y casi menos les queda a los dominicanos Carlos y Janio.
Especialmente a este ¨²ltimo. Tiene 22 a?os y se acuerda bien del d¨ªa en que la polic¨ªa lleg¨® a su casa de Cuatro Caminos, en Madrid, donde viv¨ªa con su madre. Le encontraron tres kilos y medio de coca¨ªna que guardaba a una especie de socio y le colocaron nueve a?os de c¨¢rcel. Con s¨®lo 18. Sonr¨ªe un poco, como avergonzado. Y dice que en su pa¨ªs muchos se dedicaban a eso. Pero que ha aprendido la lecci¨®n. Vaya si la ha aprendido. Le queda un mes para el tercer grado. Y correr se lo ha hecho todo m¨¢s llevadero. "Te ayuda a estar distra¨ªdo aqu¨ª dentro. Y a salir fuera de la c¨¢rcel para preparar las rutas. Es una oportunidad que nos han dado", explica.
Hoy se calzar¨¢ las zapatillas y trotar¨¢ hasta Nuevo Bazt¨¢n. Ah¨ª, junto a sus compa?eros y el resto de la expedici¨®n, comer¨¢n, asistir¨¢n a una conferencia sobre el Tren de los 40 d¨ªas (cuyos restos de v¨ªas y puentes podr¨¢n ver a lo largo del recorrido). Y luego cenar¨¢n y dormir¨¢n en un centro cultural que les cede el Ayuntamiento. Todos juntos. Incluido el atleta espa?ol Mart¨ªn Fiz. Al d¨ªa siguiente, bajo un sol que se prev¨¦ impenitente, seguir¨¢n el recorrido pasando por los pueblos de Villar del Olmo, Ambite, Orusco, y llegar¨¢n a Caraba?a, donde volver¨¢n a hacer noche. Al d¨ªa siguiente, les recibir¨¢ el resto de sus compa?eros en la c¨¢rcel de Estremera.
"Estos siete son tambi¨¦n un homenaje a todos los que no han podido salir. Una recompensa por el esfuerzo que han hecho durante este tiempo", explica el monitor. A esos 10 kil¨®metros que corren dos veces a la semana por los viales de la c¨¢rcel. Porque Pablo, apoyado por el actual director de la c¨¢rcel de Estremera (entonces de la de Meco), Jaime Gonz¨¢lez-Novo, reconvirti¨® su afici¨®n a correr en "un programa de intervenci¨®n". Y es capaz de manejar a un grupo de 120 presos y que corran ordenadamente en fila de a dos. "S¨ª, pero no los manejo. Son un grupo homog¨¦neo. Y ellos se ayudan unos a otros", matiza.
Igual que todas las veces que han salido. Sin una sola medida de seguridad m¨¢s que su propio compromiso. "Algunos igual se extra?an de que no vayan con la bola de hierro a cuestas", ironiza el monitor.
Ayer estaban nerviosos. Ten¨ªan hambre. No imaginaban que su historia iba a tener repercusi¨®n en la prensa. Pero andaban muy ilusionados.
-Estamos preparados, ?no? ?Lo vamos a hacer?- les inquiere Pablo antes de la cena.
-S¨ª, s¨ª. Claro -responden mientras comienza el griter¨ªo de cada d¨ªa a esa hora en las ventanas que dan al patio de la c¨¢rcel.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.