La ciencia: ?s¨®lo en manos de funcionarios?
La reforma de la carrera de los investigadores busca otras formas de contrato para atraer a m¨¢s cerebros - El nuevo modelo econ¨®mico espa?ol est¨¢ en juego - El proyecto levanta ampollas en un sistema sin el dinamismo del mundo anglosaj¨®n
Un total de 122.600 personas trabajan como investigadores en Espa?a y el 70% de la producci¨®n cient¨ªfica procede de los que est¨¢n en universidades. Espa?a se juega con este cambio m¨¢s de lo que parece: la reforma de la carrera de los investigadores condicionar¨¢ el funcionamiento del modelo econ¨®mico del futuro. El anteproyecto encargado por el Gobierno a un consejo asesor de expertos pretende impulsar los proyectos pero llevar¨¢ a dos modelos paralelos: personal contratado en los organismos p¨²blicos y funcionarios en la universidad.
Espa?a es de los pocos pa¨ªses, junto con Italia, en el que sobrevive este modelo napole¨®nico, el de la Vieja Europa, en el que la inmensa mayor¨ªa de la actividad cient¨ªfica est¨¢ hecha por funcionarios. Alemania ya lleva tiempo alej¨¢ndose de ¨¦l y Francia a¨²n tiene un sistema similar al espa?ol, pero da mucho margen a las instituciones p¨²blicas para tomar decisiones sobre sus funcionarios. Al otro lado est¨¢ la flexibilidad de los pa¨ªses anglosajones, con sus ventajas e inconvenientes: el proyecto de las instituciones prima sobre el de las personas.
Entre los puntos m¨¢s criticados de la propuesta de la reforma que el Ministerio de Ciencia espa?ol tiene sobre la mesa est¨¢n que se salta el Estatuto de los Trabajadores tres veces y establece una carrera de 12 a?os para los licenciados que quieran acceder a un contrato fijo. Los que trabajan en la universidad seguir¨¢n siendo funcionarios. Los que lo hacen en centros p¨²blicos de investigaci¨®n (alrededor de 20.000) ser¨¢n, en cambio, todos contratados. Dos modelos de carrera, de situaci¨®n y de vida para un mismo oficio, el de investigador. Esto es lo que ocurrir¨¢ en Espa?a si se implanta la propuesta de carrera cient¨ªfica que incluye el borrador de anteproyecto que reformar¨¢ la obsoleta Ley de la Ciencia (de 1986).
Los argumentos que esgrimen los que est¨¢n de acuerdo con este cambio son b¨¢sicamente que es una manera de activar la producci¨®n cient¨ªfica, de dar una carrera con normas claras a estos profesionales, de facilitar la movilidad nacional en internacional. Los que est¨¢n en contra temen la inestabilidad o incluso la precariedad laboral, est¨¢n en contra de la excesiva amplitud de la carrera (12 a?os) hasta que se llega a tener un contrato estable y critican algunas "irregularidades": el texto "se salta" el Estatuto de los Trabajadores en tres ocasiones para permitir que los investigadores est¨¦n m¨¢s tiempo en pr¨¢cticas y con contratos temporales.
La realidad es que los investigadores empiezan a trabajar en un equipo que no pueden dejar, aunque se les acabe la beca, porque tienen que seguir haciendo curr¨ªculo ante las pocas ayudas y la mucha competencia. Muchos pasan periodos sin cobrar, pero siguen trabajando en su equipo con la incertidumbre del futuro. Pero tampoco les resulta f¨¢cil a la inmensa mayor¨ªa, si no hay m¨¢s remedio, trabajar en otra cosa. La investigaci¨®n es un trabajo peculiar y el curr¨ªculo de los que trabajan en ella casa mal con el que buscan las empresas para otros empleos.
El Ministerio de Ciencia no quiere hablar por ahora. El cambio es delicado, legalmente complicado y afecta a otros ¨¢mbitos: se est¨¢ negociando y analizando de forma minuciosa con el Ministerio de Trabajo, con los empresarios, los sindicatos y todos los sectores a los que afecta. No es un cambio menor, advierten muchas voces. La ley anterior no se ha cambiado en 20 a?os y ahora el pa¨ªs se juega su futuro m¨¢s que nunca, en mitad de una crisis que ha sacado a relucir los problemas del modelo econ¨®mico y productivo espa?ol. La tan anunciada sustituci¨®n del actual modelo espa?ol, basado en la construcci¨®n y el turismo, por la apuesta por la innovaci¨®n empieza por este cambio legislativo. Y, aunque la situaci¨®n del personal investigador ocupa s¨®lo un cap¨ªtulo de la futura ley (el t¨ªtulo II), es una de las claves. De la situaci¨®n y el trabajo de esas personas depender¨¢ que todo el resto funcione.
"No es la primera vez que se piensa en un cambio as¨ª. Ya Federico Mayor Zaragoza, que fue ministro de Educaci¨®n y Ciencia en los a?os ochenta pensaba que los profesores e investigadores deb¨ªan de ser contratados. Pero lo que est¨¢ claro es que el hecho de que sean mayoritariamente funcionarios no ha dado buenos resultados, lo que no quiere decir que valga cualquier cambio". El catedr¨¢tico de Electromagnetismo y presidente de la Real Sociedad Espa?ola de F¨ªsica, Antonio Fern¨¢ndez-Ra?ada, recuerda as¨ª que no es un debate ni un problema nuevo. Pero comenta a continuaci¨®n que el hecho de que pueda haber dos tipos de relaciones laborales, una para la universidad y otra para los centros p¨²blicos de investigaci¨®n, puede causar problemas. Explica el porqu¨¦ y sit¨²a as¨ª uno de los problemas principales: "La realidad es que los que trabajan como contratados ahora est¨¢n como locos por sacar una plaza de funcionario". Pero, por otro lado, mira con optimismo la propuesta: "Puede ser buena idea para la investigaci¨®n, puede dinamizarla. Hay que incrementar la colaboraci¨®n con las empresas, desarrollar m¨¢s ciencia aplicada, devolver el conocimiento a la sociedad e intentar conseguir una nueva din¨¢mica para que la universidad no se mire su propio ombligo. Se puede hacer una buena investigaci¨®n en Espa?a con funcionarios, pero un cambio como el que se plantea dinamizar¨ªa todo el sistema, es una cuesti¨®n muy cultural". "En cualquier caso es mucha novedad y hay que ver c¨®mo se regula exactamente y hay mucho riesgo de que no se haga bien", advierte Fern¨¢ndez-Ra?ada.
Los investigadores que trabajan en la universidad empiezan con becas y despu¨¦s suelen seguir como contratados doctores, a la espera de que saquen una plaza de funcionario para convertirse en profesores titulares. La mayor¨ªa de los expertos ven necesario que a todos los investigadores se les eval¨²e peri¨®dicamente. Es una de las claves del cambio. Esto lo contempla la propuesta de anteproyecto. Una vez que el investigador ha pasado los cuatro a?os en pr¨¢cticas y tres m¨¢s de contratos temporales pasar¨ªa a la etapa que el texto llama "de acceso" (que dura cinco a?os) y se le evaluar¨ªa cuando lleve tres a?os. Si el resultado es positivo, tendr¨ªa derecho a un "contrato fijo".
Los investigadores no tienen ahora una carrera definida. El borrador del consejo asesor de expertos encargado por Ciencia s¨ª crea una y establece los grados espec¨ªficos por los que tendr¨¢n que pasar los investigadores durante ella. Una vez concluido el grado (que sustituye a partir del a?o pr¨®ximo a las licenciaturas y diplomaturas), cuando los investigadores est¨¦n haciendo el doctorado tendr¨¢n contrato en pr¨¢cticas durante un m¨¢ximo de cuatro a?os (el Estatuto de los Trabajadores establece este l¨ªmite en dos). Una vez que sean doctores, tendr¨¢n un contrato.
Todo esto es aplicable a quien logre ese contrato. Porque, aunque la mara?a de datos y de circunstancias (hay gran diversidad de becas y contratos tanto nacionales como auton¨®micos y en entidades p¨²blicas y privadas) hace imposible precisar con exactitud cu¨¢ntas personas han optado en Espa?a por ser investigadores. La Federaci¨®n de J¨®venes Investigadores Precarios ha hecho un c¨¢lculo. Lo explica su vicepresidenta, Bego?a Camblor: "Unas 8.000 personas empiezan una investigaci¨®n, es decir, inician la etapa predoctoral con una ayuda p¨²blica, del Gobierno o de las comunidades aut¨®nomas. Pero en este recuento no est¨¢n incluidos los que tienen becas con cargo a proyectos, los que investigan pero no hacen tesis (como los t¨¦cnicos de laboratorio) o los que tienen becas financiadas por fundaciones o empresas privadas. De esos 8.000, alrededor de 2.000 consiguen una ayuda p¨²blica para la etapa posdoctoral. ?ste es el primer problema, el caos, que no hay registro, no se sabe en realidad cu¨¢nta gente hay investigando que necesita una carrera y un contrato y que no hay suficientes". Esta organizaci¨®n pide que se garantice un contrato a todos los investigadores desde que empiezan. "Una carrera debe dar estabilidad en todas las etapas y debe estar bien definido el acceso a cada fase, que pases una evaluaci¨®n pero que si la superas se te garantice la continuaci¨®n, que no tengas que esperar a terminarla para saberlo", se?ala Camblor.
Estos investigadores est¨¢n en contra de que la propuesta no sea en el marco del Estatuto de los Trabajadores. Su argumento es l¨®gico: "No se puede contratar a ning¨²n trabajador con una beca. Cualquier persona que empieza en un oficio tiene un contrato. ?Por qu¨¦ nosotros no? Es un trabajo como cualquier otro. Y debe regularse por la misma norma que el resto".
Nazario Mart¨ªn es investigador, experto en nanotecnolog¨ªa y preside adem¨¢s la Sociedad Espa?ola de Qu¨ªmica. "Un cambio as¨ª es importante para el investigador. No se puede pedir a una persona que dedique su vida a ello con una incertidumbre absoluta", opina Mart¨ªn. Y explica que "no se va a inventar nada" porque hay ya modelos muy distintos en otros pa¨ªses. El de Italia, Francia y Portugal es similar al nuestro, de funcionarios que investigan, pero hay otros modelos en los que el propio responsable de la universidad hace a los profesores una oferta. "En Espa?a donde se investiga es en la universidad, los organismos p¨²blicos (OPIS) y las empresas no est¨¢n implicados en ella al nivel, por ejemplo, de Estados Unidos".
Mart¨ªn dice, como su hom¨®logo de la Real Sociedad de F¨ªsica, que "de la universidad no se echa a nadie". "Es una m¨¢xima que he visto toda mi vida". ?Y eso es bueno? "Es mal¨ªsimo como principio", responde. En el instituto de nanociencia donde ¨¦l trabaja, una fundaci¨®n privada financiada con fondos p¨²blicos, funcionan con contratados. A los cinco a?os, un comit¨¦ externo hace al investigador una evaluaci¨®n de su actividad. Del resultado depende si contin¨²a. Y cree que un sistema as¨ª ser¨ªa lo deseable. "Aunque en general en el ¨¢mbito de la ciencia los resultados suelen ser muy buenos, es verdad que el problema de los funcionarios es que da igual lo que hagas, da igual que uno haga una labor mejor y otro peor, y esto podr¨ªa cambiarse, por ejemplo, con incentivos".
Si se implanta un modelo de contratos, Mart¨ªn dice que lo importante es "que el sueldo sea digno, que no haya subempleo. Si no se juega a eso, no veo inconveniente en que se sea funcionario, si se ponen filtros de calidad cada cinco a?os. ?stos son necesarios y tambi¨¦n definir muy bien los pasos para atraer a la investigaci¨®n a la gente joven, que vea que tiene posibilidad de estabilizarse".
Este investigador dice que "todo cambio en la carrera en los OPIS, bien definido y con filtros, bienvenido sea". "Pero la ley no permite en la universidad este tipo de contratos, por lo que habr¨¢ dos modelos paralelos, seguir¨¢ habiendo investigadores funcionarios y no funcionarios". Y acaba con la conclusi¨®n que est¨¢ en el fondo de esta reforma: "En realidad da igual si se es funcionario o no, si se te valora el trabajo que haces".
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