Heavy metal
En los anales de la lucha sindicalista, en la historia del proletariado, existe un n¨²cleo de rufianes siempre dispuesto a apuntar su honda contra Goliat. Son los compa?eros del metal, nietos de la extinguida revoluci¨®n industrial, acostumbrados a observar la conducta maleable tanto de los metales como de los patronos y que, cuando se ponen en juego sus intereses, siempre salen a la calle en plan muy pendenciero. No s¨¦ qu¨¦ quieren los defensores del mantenga limpia Espa?a, puesto que he visto y he le¨ªdo muchos y cada vez m¨¢s ardorosos comentarios estas ¨²ltimas semanas, cuando dicen que ponen patas arriba la ciudad y las empresas dejan de amasar muchos millones de euros.
?Han estado alguna vez en las huelgas del transporte franc¨¦s? ?Y entre los piqueteros argentinos? ?Han visto lo de los mineros ingleses en tiempos de la Thatcher en alguna pel¨ªcula? Bueno, pues nuestros protagonistas de los lunes al sol tienen tan mala hostia o m¨¢s que cualquiera de ellos cuando, en esta Galicia camino de su en¨¦sima metamorfosis industrial, alguien pone en duda el pan de sus hijos. Adem¨¢s comparar una manifestaci¨®n del metal con una de Galicia Biling¨¹e ser¨ªa como confundir a Laura Pausini con Metallica.
Los nuestros tienen tanta mala hostia o m¨¢s que los huelguistas franceses o los piqueteros argentinos
Parece que ha llegado el momento (la clase obrera tiene todav¨ªa estos reflejos de bestia parda) en que se han decidido poner las calles patas arriba y si en Vigo arden las aceras, en A Coru?a debe de estar a punto de liarse una bien gorda porque no cabe esperar otra cosa con lo de Caramelo, esa mod¨¦lica industria textil que todo el mundo se?alaba como hija de nuestro escudo patrio y a la que no han bastado los millones de subvenciones para llegar a una conclusi¨®n que hac¨ªa demasiados a?os campeaba en cualquier escuela de negocios: la deslocalizaci¨®n. A este paso los bancos y la Xunta tendr¨¢n que capear en sus activos con inesperadas participaciones en negocios bastante ruinosos, aunque mucho me temo que Feij¨®o echar¨¢ la culpa del desaguisado al bipartito, responsable de todo lo que se tuerce por estos pagos.
Pero siguiendo con los defensores del mantenga limpia Espa?a, cada vez m¨¢s ufanos, casi todos ellos concentrados en el mismo tribunal de cuentas, siempre olvidan que a sus tribunas fueron a parar las subvenciones de los de siempre y de los advenedizos del bipartito, se olvidan de casi todo lo que les come la moral, empezando por ese gran preboste de la ruptura del santo reino cat¨®lico de Espa?a que carg¨® en su inolvidable homil¨ªa, d¨¢ndoselas de chambel¨¢n de Mondo?edo, contra toda la disidencia tanto nacionalista como roja, como verde, empezando por ellos, digo, se olvidan de la serenata que sus correligionarios dan en los ¨²ltimos a?os en el Madrid de la marquesa Aguirre, tomando las calles en sagradas procesiones de familias y obispos y fuerzas armadas agitando la bandera del integrismo y mirando para otro lado, otros trajes, otras corruptelas, cuando alg¨²n juez les pone el ojo encima y les manda pasar por tribunales. Ellos son los inquisidores del siglo XXI, los que hicieron un auto de fe del 11-M, los que nunca pierden, los que nunca mienten, los que siguen buscando la conexi¨®n etarra, que ahora vuelven a treinta a?os atr¨¢s (?qu¨¦ a?oranza, se?or, de Manuel Fraga!) y proh¨ªben las galescolas, y suprimen las embajadas y cualquier signo de identidad de esta tierra tantas veces vapuleada por nuestros propios gobernantes encargados una vez m¨¢s de aniquilar y laminar su diferencia.
Hay trabajo por delante: limpiar las calles de sindicalistas, las aulas de nacionalistas, el parlamento de disidentes y seguir repartiendo las subvenciones a los de siempre, a los que nunca han asumido la alternancia, porque para ellos la vida consiste en vencer al diablo bolchevique, al proletariado lerdo, a los escolares d¨ªscolos, a los escritores que ponemos el acento en la hipocres¨ªa, sin moverse de su esca?o, sin cambiar de emisora, ni de raya en el pelo. Es verdad, nadie est¨¢ libre de pecado, y tampoco hay que andar quemando contenedores y apuntando a Gloria Lago, no hace falta llegar a esos extremos, pero que no vengan ahora como con la Cidade da Cultura, (?han o¨ªdo algo ¨²ltimamente por cierto del proyecto de Feij¨®o? ?hay que darle tiempo desde de la tremenda bulla que mont¨®?) con esas lecciones de una insoportable superioridad moral. Estoy con el metal, con el heavy metal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.