Las 250 ni?as del ciberdepredador
Un estudiante de inform¨¢tica somet¨ªa a un cruel acoso por Internet a cientos de quincea?eras hasta conseguir que le facilitasen fotos y v¨ªdeos en los que ellas aparec¨ªan desnudas o en actitudes procaces
Dieciocho horas diarias frente al ordenador en busca de presas quincea?eras. Como un depredador, Jorge rastreaba Internet de forma obsesiva, incluso a las cinco de la madrugada, siguiendo las huellas de ni?as de entre 12 y 17 a?os. Y cuando descubr¨ªa a una de ellas, se lanzaba al ataque como una pantera. Aunque inicialmente encubr¨ªa su zarpazo ocult¨¢ndose ¨¦l mismo bajo la apariencia de una adolescente con nombres tan mel¨ªfluos como "terroncito-de-az¨²car" o "nena-golosita". As¨ª logr¨® enga?ar durante los ¨²ltimos seis meses al menos a 250 jovencitas que sufrieron su acoso implacable e inmisericorde. "Si no cedes a mis deseos", les ven¨ªa a decir el ciberdepredador, "te dejar¨¦ aislada, te desconectar¨¦ de todos tus amigos, difundir¨¦ todos tus secretos y enviar¨¦ esas cosas a toda tu lista de correo electr¨®nico". Esas cosas eran las fotos ¨ªntimas -desnudos o semidesnudos- arrebatadas a las v¨ªctimas mediante enga?os o mediante la m¨¢s cruel y abyecta coacci¨®n. Hace unos d¨ªas, la Brigada de Investigaci¨®n Tecnol¨®gica (BIT) de la polic¨ªa detuvo a Jorge M. C., un estudiante de inform¨¢tica de 23 a?os, acusado de tener sometidas a cientos de adolescentes a un asedio que a m¨¢s de una estuvo a punto de llevarle al suicidio.
El man¨ªaco cazaba sus v¨ªctimas en 'webs' en las que cientos de chicas cuelgan sus fotos para votar a la m¨¢s 'sexy'
"Quiero que te desnudes para m¨ª. Si no lo haces, ya sabes lo que ocurrir¨¢: mandar¨¦ a tus amigos las fotos de tus 'cositas"
El presunto acosador ya hab¨ªa sido arrestado con anterioridad, en octubre de 2008, como supuesto autor de coacciones a una joven madrile?a que sufri¨® una aut¨¦ntica embestida inform¨¢tica. En esa ocasi¨®n, los agentes hallaron en su casa de Chipiona (C¨¢diz) un ordenador de sobremesa y dos port¨¢tiles. "Los discos duros estaban a reventar. Conten¨ªan miles de fotograf¨ªas de chicas", recuerda un inspector.
El juez del caso dej¨® en libertad provisional al detenido, que sin p¨¦rdida de tiempo reemprendi¨® su man¨ªa. Apenas dos semanas despu¨¦s ya fue detectado intentando acorralar a m¨¢s quincea?eras. No todas eran nuevas: entre ellas estaban tres de Sevilla y una de Toledo a las que ya ten¨ªa cercadas de antes.
La polic¨ªa continu¨® sus investigaciones a partir del material decomisado en poder de Jorge. ?l guardaba todo. Y abr¨ªa una carpeta inform¨¢tica de cada una de sus v¨ªctimas para saber exactamente qui¨¦n era. En esa carpeta figuraba su identidad, su domicilio, su n¨²mero de tel¨¦fono, las claves de sus cuentas de correo el¨¦ctronico y el listado de todos sus amigos o personas con las que hab¨ªa contactado, fotos, v¨ªdeos, etc¨¦tera. Eso permiti¨® a la polic¨ªa seguir el rastro de todas sus expediciones en busca de nuevas presas.
Pero ?c¨®mo hab¨ªa logrado reunir tal c¨²mulo de informaci¨®n? Jorge era un incansable buscador de adolescentes en la Red. Dedicaba horas y horas a explorar p¨¢ginas como sexyono.com y votamicuerpo.com, en las que cientos de j¨®venes cuelgan sus fotos insinuantes para que los cibernautas voten a la m¨¢s sexy; y otras redes sociales como netlog.com, fotolog.com y otras en las que hay un tr¨¢fico continuo de mensajes. Son foros de contacto que act¨²an como "una especie de enorme patio de colegio virtual", explica el inspector-jefe Enrique Rodr¨ªguez. "Estos sitios son los caladeros preferidos de los tiburones y los ped¨®filos que pululan por Internet".
Localizada una chica que encajara con sus deseos libidinosos, el ciberdepredador le enviaba un mensaje -haci¨¦ndose pasar por una adolescente- en el que le solicitaba su direcci¨®n de correo electr¨®nico para poder mantener una charla m¨¢s privada a trav¨¦s del programa de mensajer¨ªa Messenger. Este sistema, al que est¨¢n enganchados millones de adolescentes, les permite ver si sus amigos est¨¢n conectados, enviarles mensajes instant¨¢neos, intercambiar im¨¢genes y archivos, mantener una comunicaci¨®n simult¨¢nea con varias personas y sostener charlas con v¨ªdeo usando una c¨¢mara web.
-Hola, soy Espe. ?Qu¨¦ tal est¨¢s?
-Hola, guapa. ?Qu¨¦ tal las vacaciones?
Espe no era Espe, sino Jorge. Pero as¨ª, haci¨¦ndose pasar por una chica y colocando la imagen de una chica como si fuera la suya propia, infund¨ªa m¨¢s confianza a sus v¨ªctimas. Y ¨¦stas, ingenuas, iban mordiendo poco a poco el anzuelo.
El hostigador, un tipo experto en inform¨¢tica, sol¨ªa introducir en el ordenador de sus presas un troyano que chupaba los datos del disco duro, lo que le permit¨ªa acceder a todos los correos, textos y fotos que guardase la adolescente. Con esa informaci¨®n en su poder, sab¨ªa c¨®mo dominarla y tenerla sometida a un f¨¦rreo control.
-Me gustar¨ªa que me enviases una foto en la que me ense?aras el pechito...
-?Qu¨¦ dices? No me atrevo...
-S¨¦ que tienes alguna foto as¨ª. ?Por qu¨¦ no me la pasas?
-?C¨®mo sabes t¨² eso? Es que me da corte...
-Venga, t¨ªa... Haz una cosa: cuelga la foto en tu avatar [un recuadrito que se asocia a la identificaci¨®n de un usuario en la web]. Anda... S¨®lo un minuto y la quitas...
Cuando la v¨ªctima acced¨ªa a colgar esa foto comprometida, Jorge la capturaba inmediatamente. Y a partir de ah¨ª empezaba su agobiante chantaje:
-Tienes que pasarme alguna foto tuya con ropa interior.
-?Eres lesbi?, preguntaba entonces la v¨ªctima, desconcertada.
-Es que me da mucho morbo...
-No, no me atrevo.
-Pues si no lo haces, mandar¨¦ a toda tu lista de correo esa foto en que ense?as tus cositas. Y, adem¨¢s, te quito el Messenger...
Para demostrar su poder, el depredador les hac¨ªa una prueba: les ped¨ªa que no tocaran nada de su ordenador y as¨ª podr¨ªan ver c¨®mo el rat¨®n se mov¨ªa a su antojo, arriba y abajo, manejado a distancia por ¨¦l mismo gracias a un troyano introducido en el disco duro de la computadora de la v¨ªctima.
La ni?a, ante las terribles amenazas, acced¨ªa a los caprichos del an¨®nimo chantajista, que consegu¨ªa as¨ª que se desnudara e incluso que se masturbase a trav¨¦s de la webcam. Una jovencita que se neg¨® a satisfacer sus antojos lleg¨® al d¨ªa siguiente al colegio y comprob¨® horrorizada que su foto -semidesnuda- hab¨ªa llegado misteriosamente a todos sus amigos. Otra, que sufri¨® un ataque largo y despiadado durante meses, fue castigada con la difusi¨®n de un v¨ªdeo suyo a trav¨¦s de rapidshare.com el que aparece masturb¨¢ndose.
Una chica fue captada por el depredador al ver una foto suya vestida de colegiala con faldita de cuadros. Fue torturada hasta la extenuaci¨®n para que, poco a poco, le facilitara im¨¢genes cada vez m¨¢s picantes.
-Quiero que te desnudes para m¨ª. Si no, ya sabes lo que ocurrir¨¢...
La muchacha, al final, claudic¨®: acept¨® quitarse la ropa, con el rostro atenazado por el terror y llorando sin consuelo a lo largo de una escena de tres minutos.
-Eres una nena pat¨¦tica. Ke se kita del cole porque le insultan. Iorando todo el d¨ªa. C¨®mprate unas tetas -le escupi¨® el acosador, utilizando el t¨ªpico lenguaje de Messenger quincea?ero.
Era s¨¢dico y cruel con las adolescentes que se negaban a sus caprichos. Para ejemplo, una conversaci¨®n mantenida con una ni?a a las 5.30 de la madrugada, en la que ella rechaza acceder al chantaje:
-Voy a colgar tus cositas en el eMule. J¨®dete, perra. J¨®dete, zorra. Voy a contar hasta diez y ya est¨¢s fuera del Messenger.
Y el di¨¢logo posterior con la v¨ªctima es angustioso y aterrador por su frialdad:
-Diez.
-Nueve.
-Ocho.
Acabada la cuenta atr¨¢s, Jorge invadi¨® el ordenador de la chiquilla con un archivo que conten¨ªa una bandada de miles de figuras de murci¨¦lagos, lo que provoc¨® el colapso total de su sistema operativo.
El reciente encarcelamiento de Jorge M. C. ha supuesto la liberaci¨®n de sus 250 j¨®venes prisioneras. La Brigada Tecnol¨®gica ya ha identificado y tomado declaraci¨®n a 170. Las 80 restantes quiz¨¢ a¨²n ignoren qui¨¦n era el tipo que las acosaba y torturaba. Pero seguro que en su ordenador no han vuelto a sentir el nauseabundo aliento de Jonyxulo ni de Miguel20cm (dos de las 12 personalidades cibern¨¦ticas que sol¨ªa utilizar).
"Mam¨¢, no aguanto m¨¢s. La ¨²nica salida que veo es suicidarme"
"Mam¨¢. Tengo que contarte una cosa muy grave, pero no s¨¦ c¨®mo hacerlo. Te lo explico todo en esta carta. Por favor, l¨¦ela". Patricia (nombre supuesto), una madrile?a de mediana edad y de clase media, llevaba varios meses observando c¨®mo a su hija Ana (nombre supuesto) se le hab¨ªa agriado el car¨¢cter, estaba nerviosa e irritable, hab¨ªa perdido el inter¨¦s por el estudio... No sab¨ªa a qu¨¦ obedec¨ªa aquel cambio de conducta de una chica mod¨¦lica de 16 a?os, buena estudiante, de talante resolutivo. Pero aquella carta se lo iba a aclarar: estaba siendo coaccionada y chantajeada por un ciberdepredador sexual que hab¨ªa logrado atraparle en sus redes. Hab¨ªa ca¨ªdo en las garras de un carro?ero.
"Le¨ª la carta... y la primera vez no entend¨ª nada. La volv¨ª a leer y comprend¨ª el calvario que estaba pasando mi hija. Comprend¨ª que era v¨ªctima de un acosador. Me dec¨ªa que estaba tan desesperada que la ¨²nica salida que ve¨ªa era suicidarse. Cuando le¨ª aquello, me desmoron¨¦", recuerda Patricia.
Aquella noche del mes de mayo de 2008, los padres de Ana estaban ya en pijama, a punto de irse a la cama, cuando se dieron cuenta de la tortura que la adolescente ven¨ªa padeciendo desde octubre de 2007. Desde aquel d¨ªa en que contact¨® a trav¨¦s de un chat de ya.com con una supuesta jovencita que, oculta tras el anonimato de Internet, era en realidad un depredador a la caza de nuevas presas. "Nos vestimos inmediatamente y fuimos a denunciar el caso a una comisar¨ªa de Madrid. Desde all¨ª fuimos al Grupo de Menores de la Polic¨ªa Nacional (Grume). Pero la investigaci¨®n empez¨® en realidad cuando logr¨¦ contactar despu¨¦s de muchas llamadas con Enrique Rodr¨ªguez, inspector-jefe de la Brigada de Investigaci¨®n Tecnol¨®gica (BIT). Gracias a ¨¦l y a su equipo, lograron identificar y detener al energ¨²meno, al depravado que ha destrozado la vida a mi hija y a toda la familia", cuenta Patricia.
El calvario que sufri¨® Ana se hab¨ªa iniciado ocho meses antes, cuando contact¨® con ella un individuo que se ocultaba bajo el nombre de shunenagolfa@hotmail.com, dici¨¦ndole que era una chica de su misma edad. ?l le pidi¨® proseguir la relaci¨®n a trav¨¦s del sistema Messenger. Ana le facilit¨® su correo electr¨®nico y ¨¦sa fue su perdici¨®n. Gracias a eso, el ciberdepredador logr¨® adue?arse de sus cuentas de correo y apoderarse del contenido del ordenador de la adolescente.
El ped¨®filo consigui¨® una foto sugerente de la chica y a partir de ese momento comenz¨® el chantaje puro y duro. Se quit¨® la m¨¢scara: "Me tienes que enviar fotos tuyas en ropa interior". Ella accedi¨® pensando que eso pondr¨ªa fin al acoso. Pero no. Porque a continuaci¨®n ¨¦l exigi¨® m¨¢s: "Ahora me tienes que dar otras fotos en las que est¨¦s desnuda". Y luego m¨¢s: "Tienes que grabarte un v¨ªdeo desnuda de al menos cinco minutos de duraci¨®n". Un chantaje por cuotas.
Ana se sinti¨® acorralada. Sin saber qu¨¦ hacer, cambi¨® su cuenta del Messenger creyendo que as¨ª se librar¨ªa del maldito individuo que le estaba ahogando. Sin embargo, el tipo descubri¨® inmediatamente la treta y le advirti¨®: "S¨¦ tu nueva cuenta. No creas que te vas a escapar. Como ver¨¢s, soy un hacker magn¨ªfico. Si no me obedeces, pasar¨¦ todas tus fotos a todos tus amigos".
Ana cambi¨® su nombre. Y cada vez que lo hac¨ªa, all¨ª reaparec¨ªa la pesadilla, el monstruo que parec¨ªa estar dentro de su ordenador. Ella intent¨® escapar dici¨¦ndole que sus padres la ten¨ªan vigilada y que no le permit¨ªan usar el ordenador. Pero ¨¦l no se daba por vencido. Cada vez anudaba m¨¢s fuerte la cuerda en el cuello de su v¨ªctima: "Deber¨¢s hacerlo cuando ellos est¨¦n durmiendo. As¨ª que todos los viernes, a las cinco de la madrugada, tendr¨¢s que contactar conmigo. Si no, ya sabes que distribuir¨¦ tus fotos a toda tu lista de correos".
Frente a semejante suplicio, la muchacha pidi¨® auxilio a una amiga y juntas fueron a una comisar¨ªa. Contaron el caso y un polic¨ªa recomend¨® a Ana que hablara con sus padres. Pero, agobiada por el sentimiento de culpabilidad, fue incapaz de seguir el consejo. Despu¨¦s contact¨® por Internet con la Guardia Civil y ¨¦sta le repiti¨® el mismo consejo. Al final, tras meses de agon¨ªa, la joven escribi¨® la carta a su madre en mayo de 2008, que reaccion¨® presentando la denuncia. Tras cinco meses de investigaciones, la polic¨ªa atrap¨® al ciberdepredador Jorge M. C. y descubri¨® que ten¨ªa "miles de fotos" y v¨ªdeos de jovencitas extorsionadas; pero un juez le solt¨®.
"Mi hija y toda la familia estamos en tratamiento psiqui¨¢trico. Ella ha dejado de estudiar. No ha vuelto a ser la misma. Se ha hecho muy desconfiada. Apenas sale de casa... Y no ha vuelto a tocar un ordenador", concluye Patricia. Ahora, el chantajista ha sido detenido por segunda vez y el juez le ha encarcelado.
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