Desaf¨ªo norcoreano bis
Obama afirma que se han acabado las contemplaciones, pero tiene pocas alternativas
Barack Obama ha dicho tras reunirse en la Casa Blanca con el presidente surcoreano que se han acabado las contemplaciones que permiten a Corea del Norte provocar una crisis para obtener a continuaci¨®n concesiones internacionales y volver aparentemente al redil. El ¨²ltimo conjunto de sanciones aprobado por el Consejo de Seguridad, en respuesta a la explosi¨®n nuclear norcoreana de finales de mayo, contempla la inspecci¨®n de sus buques para impedir traslado de armamento y el endurecimiento del cerco financiero, que puede llegar a la congelaci¨®n de activos exteriores. Su aplicaci¨®n estricta est¨¢ por verse, a juzgar por el ejemplo de castigos anteriores.
El paranoico e indigente r¨¦gimen comunista no suele arrugarse cuando los poderes internacionales le ense?an los dientes. El dictador Kim Jong Il, de salud declinante, est¨¢ aparentemente embarcado en una operaci¨®n dom¨¦stica para conseguir el apoyo de los generales a la probable sucesi¨®n de su hijo menor, todav¨ªa un veintea?ero, como heredero de la dinast¨ªa. La moneda de cambio es el prestigio que otorga a los espadones disponer de armamento at¨®mico. As¨ª que la respuesta de Pyongyang a las nuevas sanciones de la ONU consiste en preparar el lanzamiento de un misil intercontinental, capaz de alcanzar Alaska (un cohete de tres fases vol¨® en abril 3.000 kil¨®metros sobre Jap¨®n y el Pac¨ªfico), y anunciar que reinicia el enriquecimiento de uranio -cancelado en 2007 como parte de un acuerdo negociado con EE UU, Corea del Sur, Jap¨®n, China y Rusia- y que har¨¢ su plutonio apto para uso b¨¦lico.
Pek¨ªn y Mosc¨², valedores de Pyongyang, han pedido la inmediata reanudaci¨®n de las negociaciones a seis, un juego del rat¨®n y el gato que viene permitiendo que Corea del Norte congele intermitentemente sus avances at¨®micos a cambio de ayudas econ¨®micas y alimenticias y promesas de seguridad. Obama ha dicho esta semana que el arma nuclear en manos norcoreanas ser¨ªa una grave amenaza mundial. ?Pero por cu¨¢nto tiempo Washington puede mantener cre¨ªblemente la espada en alto? Pese a su en¨¦rgico tono, el presidente de EE UU no tiene demasiadas alternativas en esta reverdecida crisis. Si Pek¨ªn, el ¨²nico actor que puede, no fuerza la mano de su protegido, Washington estar¨ªa abocado a la destrucci¨®n de la capacidad nuclear norcoreana. Y eso son palabras mayores.
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