El mal estaba en todas partes
Nicholson Baker muestra en 'Humo humano' c¨®mo la pulsi¨®n destructiva de la II Guerra Mundial no era s¨®lo de un bando - El autor rinde homenaje al pacifismo
Desde que, con motivo de la conmemoraci¨®n del medio siglo del final de la II Guerra Mundial, la investigaci¨®n historiogr¨¢fica empez¨® a confundirse con el denominado "trabajo de memoria", la idea de que el conflicto m¨¢s devastador de todos los tiempos revest¨ªa los caracteres de una lucha escatol¨®gica, de un combate contra el Mal Absoluto, ha ido ganando terreno. Poco a poco, la indagaci¨®n sobre los procesos pol¨ªticos, diplom¨¢ticos y econ¨®micos que condujeron a la guerra se fue abandonando en favor de una reflexi¨®n de otra naturaleza, a medio camino entre la filosof¨ªa y la teolog¨ªa, y en la que lo m¨¢s relevante es responder a la pregunta de por qu¨¦ el ser humano fue capaz de tantas atrocidades como tuvieron lugar entre 1939 y 1945. Podr¨ªa tratarse, sin duda, de una reflexi¨®n interesante, incluso necesaria, pero a condici¨®n de que no parta del equ¨ªvoco que Nicholson Baker denuncia en su ensayo Humo humano, que acaba de publicar en Espa?a Debate: ese gen¨¦rico ser humano que se libr¨® a la destrucci¨®n y el asesinato en masa no se encontraba ¨²nicamente en las filas del nazismo, sino tambi¨¦n, en mayor o menor medida, en cada uno de los bandos enfrentados.
Churchill: "Estoy a favor de emplear gas t¨®xico contra tribus incivilizadas"
El abogado Roosevelt propuso reducir el n¨²mero de jud¨ªos en la Universidad
El prop¨®sito declarado de Baker es saber si la II Guerra Mundial fue una "guerra buena" y si, hechos todos los balances, "ayud¨® a alguien que necesitara ayuda". Tal vez la sensaci¨®n de que, al emprender esta tarea, se ver¨ªa obligado a nadar a contracorriente de un relato historiogr¨¢fico que consagra a Churchill y a Roosevelt como h¨¦roes haya llevado a Baker a plantear su obra, no como un volumen de historia al uso, sino como un texto coral en el que son los protagonistas quienes toman la palabra. El autor, por su parte, se ha limitado a seleccionar las declaraciones, los art¨ªculos de prensa, las cartas o los diarios en los que los protagonistas se expresan en primera persona, a?adiendo de vez en cuando breves comentarios sobre el contexto y, siempre, la fecha de los documentos. El resultado es perturbador, como si, de pronto, hubieran sido convocados a escena todos los silencios, todos los equ¨ªvocos imprescindibles para que la historia de la II Guerra Mundial se pueda seguir contando como hasta ahora.
Baker no expone una tesis, la ilustra. Y para ello concentra la mirada sobre dos de los dramas mayores del conflicto: el sistem¨¢tico bombardeo de poblaciones civiles y las iniciativas, o mejor, la absoluta ausencia de iniciativas oficiales, para salvar a los jud¨ªos perseguidos por el nazismo. En realidad, la posici¨®n de Baker, la tesis que se propone ilustrar en Humo humano, s¨®lo queda fijada en la dedicatoria con la que concluye un breve ep¨ªlogo de apenas dos p¨¢ginas: "Dedico este libro", escribe Baker, "a la memoria de Clarence Pickett y otros pacifistas estadounidenses y brit¨¢nicos. Jam¨¢s han recibido realmente el reconocimiento que se merecen. Intentaron salvar refugiados jud¨ªos, alimentar a Europa, reconciliar a Estados Unidos y Jap¨®n e impedir que estallara la guerra. Fracasaron, pero ten¨ªan raz¨®n".
Humo humano establece un impl¨ªcito paralelismo entre la guerra total que inspira la estrategia de todos los contendientes en la II Guerra Mundial y los ataques a¨¦reos en los territorios coloniales. Es entonces cuando aparecen por primera vez protagonistas como el futuro jefe del Bombing Command, Arthur Harris, y el tambi¨¦n futuro primer ministro brit¨¢nico, Winston Churchill. "Estoy decididamente a favor de emplear gas t¨®xico", escribe Churchill al jefe de la Royal Air Force, "contra tribus incivilizadas". La confianza del primer ministro en la eficacia del bombardeo contra civiles, aunque ya no con gas t¨®xico, que hab¨ªa sido prohibido, se mantiene intacta al iniciarse la II Guerra Mundial, s¨®lo que ahora Chur-chill pretende que la lluvia de fuego que descarga sobre las ciudades de Alemania transmitan el mensaje de que los alemanes deben rebelarse contra Hitler. Con el impl¨ªcito y aterrador corolario de que, si no lo hacen, se convierten en c¨®mplices del dictador.
Los textos que reproduce Baker recuerdan que el antisemitismo no fue s¨®lo un sentimiento alimentado por el nazismo, sino un clima general. Cuando a¨²n era un simple abogado, el futuro presidente Roosevelt se dirigi¨® a la Junta de Supervisores de Harvard proponiendo que se redujera el n¨²mero de jud¨ªos en la Universidad hasta que s¨®lo representaran un 15%. Y Churchill, entretanto, publicaba en febrero de 1920 un art¨ªculo de prensa en el que dec¨ªa que jud¨ªos "desleales" como Marx, Trotski, B¨¦la Kun, Rosa Luxemburgo y Emma Goldman hab¨ªan desarrollado "una conspiraci¨®n mundial para el derrocamiento de la civilizaci¨®n". Cre¨ªa, sin duda, en la existencia de "jud¨ªos leales", a quienes exig¨ªa en ese mismo art¨ªculo que vindicasen "el honor del nombre de jud¨ªo", pero la obsesi¨®n antibolchevique le jug¨® la mala pasada de elogiar, tambi¨¦n en la prensa, a Mussolini, de quien se declar¨® "encantado por el porte amable y sencillo" y "por su actitud serena e imparcial". E incluso a Hitler, de quien, dej¨¢ndose influir por los comentarios de los que lo conoc¨ªan, estima que era "un funcionario harto competente, sereno y bien informado de porte agradable y sonrisa encantadora". En contraposici¨®n, Trotski "era un jud¨ªo. Segu¨ªa siendo un jud¨ªo. Era imposible no tener en cuenta este detalle".
Es probable que quienes defienden la interpretaci¨®n de la II Guerra Mundial como una "guerra buena", como una lucha escatol¨®gica contra el Mal Absoluto, reprochen a Baker la selecci¨®n de los textos que ha incluido en su provocador Humo humano. Pero, aun as¨ª, esos textos seguir¨¢n estando donde est¨¢n, y obligan, cuando menos, a repensar la relaci¨®n entre la historia y el tan tra¨ªdo y llevado "trabajo de memoria".
Los bombardeos
- Un informe de la RAF, en 1936. "Si nuestros ataques pudieran desmoralizar al pueblo alem¨¢n, empleando m¨¦todos parecidos a los que prevemos que los alemanes utilizar¨ªan contra nosotros, su Gobierno podr¨ªa verse obligado a desistir (...). Pero es probable que una dictadura militar sea menos susceptible a las protestas populares que un gobierno democr¨¢tico".
- Capit¨¢n Philip Mumford, ex oficial en Irak, en 1937. "?Qu¨¦ diferencia hay entre arrojar 500 beb¨¦s a una hoguera y arrojar fuego desde un avi¨®n sobre 500 beb¨¦s?".
- George Bell, obispo de Chichester, en 1941. "Las incursiones nocturnas inglesas sobre suelo alem¨¢n hab¨ªan precedido a los bombardeos nocturnos alemanes sobre suelo ingl¨¦s".
- Winston Churchill, en 1941. "Hay millones de alemanes que son curables
y otros matables".
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