Espejismos y contradicciones en el laberinto vasco
A partir del pacto de Lizarra-Garazi y durante el mandato de Ibarretxe, la direcci¨®n pol¨ªtica del nacionalismo vasco confundi¨® reiteradamente plantear propuestas de avances para el autogobierno -Nuevo Estatuto Pol¨ªtico, consulta- con sostener ese proceso en el apoyo parlamentario de quienes -como el llamado MLNV (Movimiento de Liberaci¨®n Nacional Vasco)- est¨¢n enfrentados mediante una estrategia politico-militar a la democracia parlamentaria. As¨ª, mientras se pretend¨ªan dar pasos en la construcci¨®n nacional, se marginaba a los representantes de cientos de miles de electores obligados a sobrevivir con guardaespaldas; y al mismo tiempo que se recurr¨ªa al exorcismo pol¨ªtico "?ETA, sal de Euskadi!", el Gobierno vasco se apoyaba para sus iniciativas en la misma izquierda revolucionaria que hab¨ªa condenado a muerte a la oposici¨®n.
Orillar problemas identitarios o exacerbarlos no resolver¨¢ los socio-econ¨®micos
Desde Ajuria Enea, como si se tratara de un castillo dan¨¦s, el discurso de Ibarretxe, en lugar de expresar una duda, se afirmaba en una esquizofrenia pol¨ªtica: "To be and not to be", ser y no ser, izan eta ez izan. Con m¨¢s inter¨¦s por la patria que por el pueblo a la hora de configurar y promover sus proyectos, el nacionalismo vasco no ha querido durante a?os reconocer su minor¨ªa parlamentaria y ha contabilizado los apoyos del MLNV a las sucesivas investiduras de Ibarretxe y a sus propuestas pol¨ªticas como si se tratara de una coherente y homologable mayor¨ªa parlamentaria, nacionalista y democr¨¢tica. Sin embargo, a consecuencia de las ilegalizaciones, y dado el desprestigio irreversible de la violencia en la sociedad vasca, el anillo de fraternidad abertzale ha terminado por resultar fatal para los intereses electorales del nacionalismo, incapaz de alcanzar una mayoria para gobernar sin el apoyo del MLNV.
Por otro lado, con el Gobierno socialista parece que nos encaminamos a que Patxi L¨®pez pueda perder de vista que tampoco tiene atribuida una mayor¨ªa, aunque parad¨®jicamente cuente con los suficientes esca?os. As¨ª, si contabilizamos los siete parlamentarios que los electores cuyo voto fue anulado atribuyeron al MLNV, resulta que en el Parlamento vasco, de un total de 75 esca?os, el PSE y el PP junto con UPyD sumar¨ªan 35, frente a los 33 de PNV, EA y Aralar. De esta manera, aunque el constitucionalismo espa?ol haya vuelto a superar en esca?os al nacionalismo vasco (ya lo hizo con anterioridad en las elecciones de 2005), sigue sin contar, como le aconteci¨® a Ibarretxe, con una mayor¨ªa electoral democr¨¢ticamente homologable o suficiente.
No pretendo poner en duda que la democracia parlamentaria debe contar con recursos para impedir concurrir electoralmente a organizaciones pol¨ªtico-militares y que, por consiguiente, los resultados que distribuyen esca?os entre las fuerzas pol¨ªticas representadas resultan plenamente legales. Pero s¨ª me parece que sobre semejantes minor¨ªas electorales no va a ser posible atender con posibilidades de ¨¦xito a la resoluci¨®n de cuestiones que gravitan sobre la sociedad vasca y la debilitan desde hace generaciones.
Aunque algunos pueden interpretar que en este momento existen otras prioridades o, incluso, que el nacionalismo fuera del poder ir¨¢ disolvi¨¦ndose progresivamente, cabe tambi¨¦n prever que podr¨ªamos estar en el comienzo de un periodo de creciente fragilizaci¨®n social y noraeza o bamboleo pol¨ªtico. Por otro lado, la clase pol¨ªtico-medi¨¢tica no deja de dar reiteradas muestras de carecer, en su configuraci¨®n partitocr¨¢tica, de los adecuados recursos humanos y capacidad de liderazgo. La innovaci¨®n a la que ¨²ltimamente invoca la tecnocracia como si fuera un sortilegio debiera tener como principal destinatario a quienes disponen por voluntad popular de la gesti¨®n de inmensos recursos. Har¨¢ falta mucho m¨¢s que un nuevo gui¨®n para evitar que la iniciada legislatura vuelva a caracterizarse por su recurrente mediocridad. Orillar problemas identitarios o exacerbarlos no va a conducir a resolver los socio-econ¨®micos.
La fractura nacional entre la poblaci¨®n vasca no va a desaparecer ni a resolverse mediante la imposici¨®n o negaci¨®n de identidades nacionales. En lugar de mantenerse en una ruta de enfrentamiento, tanto el nacionalismo como el constitucionalismo debieran preparar el terreno para un gran acuerdo pol¨ªtico. Unos y otros tienen diversos caminos que transitar. Al nacionalismo vasco le corresponde asumir como prioridad la deslegitimaci¨®n de la violencia, desvincul¨¢ndola del conflicto pol¨ªtico. Pero el arreglo de la cuesti¨®n vasca no va a llegar, como pretenden otros, a trav¨¦s de la transferencia de m¨¢s o menos materias y competencias.
En mi opini¨®n, para poder ir avanzando en una soluci¨®n democr¨¢tica har¨¢ falta transitar hacia un nuevo marco donde el poder pol¨ªtico renuncie a imponer una determinada identidad nacional a la poblaci¨®n, tal y como ya ha sucedido en Europa con la renuncia del Estado a establecer una misma confesi¨®n religiosa para toda la poblaci¨®n. En un marco trans-nacional de convivencia a escala europea, la vecindad administrativa debiera pasar a ser el eje para el ejercicio de los derechos pol¨ªticos, reconoci¨¦ndose un derecho a la identidad nacional como parte de los derechos del ciudadano.
I?igo Bullain es profesor de Derecho Constitucional y Europeo de la UPV-EHU.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.