Armon¨ªa en azul
Nossa Senhora da Assun?ao, una 'pousada' en Arraiolos (Portugal)
Conocida en el mundo por sus alfombras, tapices y cabeceros de volutas, Arraiolos suma ahora a su acervo tur¨ªstico una pousada de enorme valor hist¨®rico art¨ªstico cuya recuperaci¨®n lleva la firma de Jos¨¦ Paulo dos Santos, uno de los arquitectos mejor considerados en Portugal. El empaque del monumento, del siglo XVI, salta enseguida a la vista. La carretera que jalona el valle descubre enf¨¢ticamente el perfil de su torre, la arcada g¨®tica y su intr¨ªngulis de claustros interiores. Sin embargo, el a?adido contempor¨¢neo apenas se intuye, como toda buena arquitectura, en los detalles de su marasmo interior. Un pulcro y espiritual minimalismo que corta la respiraci¨®n; presente y pasado, todo y nada, sabiamente entrelazados.
Nossa Senhora da Assun?ao
PUNTUACI?N: 7,5
Categor¨ªa: 5 estrellas. Direcci¨®n: Vale das Flores, 61. Arraiolos (?vora). Tel¨¦fono: 00351 266 41 93 40. Fax: 00351 266 41 92 80. Central de reservas: 00351 218 44 20 01. 'Web': www.pousadas.pt. Instalaciones: garaje, jardines, piscina, pista de tenis, salas de reuniones (para 213), sal¨®n, cafeter¨ªa, comedor. Habitaciones: 30 dobles y 2 'suites'. Servicios: no hay facilidades para discapacitados, no admite perros, alquiler de bicicletas, transporte al aeropuerto. Precios: temporada alta, 180 euros + 7% IVA; temporada baja, 110 + 7% IVA; desayuno incluido.
Corr¨ªa el a?o 1527 cuando el rey Jo?o III El Piadoso orden¨® la construcci¨®n de un monasterio para los can¨®nigos de San Juan Evangelista, conocidos como los L¨®ios por el azul de sus h¨¢bitos. Era el 14 de agosto, v¨ªspera de la Asunci¨®n de Mar¨ªa, que da nombre a la pousada. Las obras duraron hasta 1575, cuando el ¨¢guila de Patmos, s¨ªmbolo de la orden, corona el altar mayor. Ya en las postrimer¨ªas del siglo XX, con el prop¨®sito de armonizar el culto y la cultura hedonista del turismo, la red Pousadas de Portugal emprendi¨® la recuperaci¨®n del complejo sagrado y sus 23 hect¨¢reas de terreno.
Tras su fachada estriada de contrafuertes, g¨¢rgolas y pin¨¢culos de piedra desnuda surgen los pasillos, los salones, el mirador conceptual del restaurante con vistas a los montes, la Sala del Cap¨ªtulo, transformada hoy en bar, con su decoraci¨®n en estuco y sus esculturas parentales del Alentejo. Y luego, las sombras de las b¨®vedas, el destello azul de los arcos, el silencio de los claustros, el fino alicatado de la iglesia con azulejos pintados al cobalto por el espa?ol Gabriel del Barco y Minusca en 1700.
Abiertas al horizonte, hendido por riachuelos y caminos empedrados que invitan al paseo, las 32 habitaciones evidencian un arquetipo de vestir el espacio que ha inspirado el reacondicionamiento de otras pousadas, dado su utilitario dise?o, su austero mobiliario y su desacomplejada amplitud, que se prolonga a lo largo de la fachada en una terraza corrida. Claro que los cuartos de ba?o constituyen una provocaci¨®n est¨¦tica sin demasiado sentido: alguien los ha comparado con el orbe desorbitado de un Jackson Pollock. Especialmente generosa es la suite 103, con mesa de trabajo, Internet, una gran terraza y ese refrescante aroma a lim¨®n que entra por las ventanas.
S¨®lo cabr¨ªa desear la misma armon¨ªa arquitect¨®nica en las bambalinas del servicio, algo escaso y lento para los precios de la pousada en temporada alta.
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