Fin del mundo
1Un amigo periodista me invita a dar una charla en la Escuela de Periodismo de EL PA?S, que est¨¢ en el propio peri¨®dico. Le digo que muchas gracias, pero no: le digo que no soy periodista y que bastante tengo con lo que tengo como para encima tener que cargar en mi conciencia con la responsabilidad de haber arruinado unas cuantas vocaciones period¨ªsticas. Mi amigo me dice que me equivoco, que yo soy periodista, que periodista es todo aquel que escribe en un peri¨®dico, y que adem¨¢s me invita porque quiere poner a prueba la vocaci¨®n de los chicos: quien sobreviva sin respiraci¨®n asistida al paso de un sujeto como yo por la escuela seguro que es periodista; tambi¨¦n me dice que as¨ª podr¨¦ visitar la sede central del peri¨®dico y ver c¨®mo se fabrica. Por un momento dudo: como a todo el mundo, incluidos los propios periodistas, a m¨ª siempre me ha parecido incre¨ªble que los peri¨®dicos salgan cada d¨ªa sin falta, y la verdad es que me atrae la idea de asistir a ese inveros¨ªmil parto cotidiano; pero cuando me acuerdo del hermano de un amigo chileno, que trabaj¨® toda su vida en una remota oficina del Banco Santander en una remota ciudad chilena y ahorr¨® toda su vida para visitar la sede central de su banco en Santander, las dudas se despejan y acepto.
"No s¨¦ imaginarme un d¨ªa en que salga a la calle y no pueda comprareste peri¨®dico"
2Quienes nacimos a la vida racional cuando naci¨® EL PA?S tenemos una relaci¨®n singular con este peri¨®dico. Fue nuestro primer peri¨®dico, y eso no es ninguna tonter¨ªa. Luego algunos nos hemos dedicado a escribir, y cuando nos preguntan cu¨¢les son los autores que m¨¢s nos han influido solemos citar a Homero, a Dante, a Shakespeare y a gente as¨ª, pero lo cierto es que muchos hemos le¨ªdo menos la poes¨ªa de la Divina Comedia que la prosa de Javier Pradera. Recuerdo el d¨ªa en que me propusieron escribir en EL PA?S. Por entonces yo ten¨ªa veintitantos a?os, acababa de contribuir con mis escritos al hundimiento de una editorial -Sirmio- y de un par de peri¨®dicos -el Diari de Barcelona y El Observador-, no daba un palo al agua y estaba hondamente preocupado por el porvenir de la cultura espa?ola, convencido de que a menos que reconociera mi talento caminaba a toda prisa hacia su extinci¨®n. Un d¨ªa llamaron por tel¨¦fono a mi casa. ?Es usted Javier Cercas?, pregunt¨® una voz. Dije que s¨ª. Llamo de parte de EL PA?S, continu¨® la voz. Es para preguntarle si le gustar¨ªa colaborar en nuestro peri¨®dico. El hombre continu¨® hablando, pero ya no recuerdo lo que dijo; tampoco lo que dije yo, aunque estoy seguro de que me call¨¦ como un puta y no dije una sola palabra de Sirmio ni del Diari de Barcelona ni de El Observador: en realidad, lo ¨²nico que recuerdo es que cuando el hombre se despidi¨® estuve a punto de estrangularme con el cord¨®n del tel¨¦fono mientras trataba de bailar una jota extreme?a en el sal¨®n de mi casa. Ya iba a llamar uno por uno a todos los miembros de mi familia para comunicarles que por fin se reconoc¨ªa mi talento y que acababan de llamarme de EL PA?S para que salvara a la cultura espa?ola cuando volvi¨® a sonar el tel¨¦fono. Era mi hermana. ?C¨®mo est¨¢s?, me pregunt¨®. De puta madre, contest¨¦. Ya lo s¨¦, dijo. Acaban de llamarte de EL PA?S, ?verdad? ?C¨®mo lo sabes?, pregunt¨¦. ?Pringao, que eres un pringao!, se ri¨®. ?C¨®mo se te ocurre que te van a llamar a ti de un peri¨®dico serio?, se ri¨®. ?No sabes que hoy es el D¨ªa de los Inocentes?, se ri¨®. Yo tambi¨¦n me re¨ª, pero menos. Por lo dem¨¢s, a?os despu¨¦s empec¨¦ a escribir en EL PA?S. Fue por casualidad, aunque mi hermana sostiene que no fue por casualidad, sino por un malentendido: seg¨²n ella, alguien cometi¨® un error y en vez de contratar a quien quer¨ªan contratar me contrataron a m¨ª; luego, como nadie ten¨ªa el valor de echarme, me fueron pegando patadas hacia arriba. ?sa es su versi¨®n; naturalmente, es falsa, lo dice para humillarme, pero por si acaso yo no hago preguntas y sigo mandando mis art¨ªculos al peri¨®dico como si nada.
3As¨ª que fui a la sede central de EL PA?S como quien va a la sede central del Santander. Habl¨¦ con estudiantes de periodismo, con periodistas, con jefes de periodistas, asist¨ª a reuniones. No pas¨® nada: nadie me mir¨® de forma rara ni me dijo que era un pringao ni me amenaz¨® con partirme la cara a menos que saliera inmediatamente de aquella redacci¨®n, y al d¨ªa siguiente se public¨® con normalidad el peri¨®dico. Esto me pareci¨® todav¨ªa m¨¢s incre¨ªble de lo que me parec¨ªa antes de estar en la redacci¨®n del peri¨®dico; tambi¨¦n me pareci¨® que una redacci¨®n de peri¨®dico es un buen lugar donde pasar los d¨ªas. Ahora dicen que los peri¨®dicos, como todo el pa¨ªs, est¨¢n en crisis, que desaparecer¨¢n, o al menos que desaparecer¨¢n los peri¨®dicos tal y como los conocemos hoy, o que se convertir¨¢n en meros objetos de lujo; lo dicen, sobre todo, los propios periodistas. Yo no s¨¦; lo ¨²nico que s¨¦ es que no s¨¦ imaginarme un d¨ªa en que salga a la calle y no pueda comprar este peri¨®dico. Hago un esfuerzo enorme y me lo imagino, y me imagino envejeciendo vertiginosamente en un solo d¨ªa, sintiendo de golpe que ese d¨ªa no es el fin del mundo, pero sintiendo tambi¨¦n que, para quienes nacimos a la vida racional con ¨¦l, es el fin de nuestro mundo.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.