La poes¨ªa desarraigada
Muchos lectores de poes¨ªa recibieron en el a?o 2008, con sorpresa o desorientaci¨®n, la noticia de que se le hab¨ªa concedido a Victoriano Cr¨¦mer el Premio de Poes¨ªa Jaime Gil de Biedma por su libro El ¨²ltimo jinete (Visor). Llam¨® la atenci¨®n que un hombre con m¨¢s de 100 a?os pudiera mantener su pulso po¨¦tico y escribir con una gravedad entera y digna versos sobre las guerras actuales, el amor, la ciudad, las traiciones y una muerte inevitablemente cercana. La voz del poeta dialogaba ante la inmensidad del mar con la certeza hiriente y serena de la nada. Fue un libro de llamativa calidad si se compara con el tono de otras obras l¨ªricas de senectud.
El Premio Gil de Biedma devolv¨ªa a la actualidad una obra, muy significativa durante a?os en el panorama de la poes¨ªa espa?ola, que llevaba tiempo condenada a los rincones de los manuales de literatura y de los recuentos acad¨¦micos. Victoriano Cr¨¦mer, nacido en Burgos en 1907, fue junto a Antonio G. de Lama y a Eugenio de Nora uno de los art¨ªfices de la revista Espada?a (1944-1951), fundada para ofrecer una alternativa neorrom¨¢ntica y existencialista al formalismo de la poes¨ªa oficial en los primeros a?os de la posguerra. Aunque colaboraron autores de edades distintas y de tendencias muy diversas, Espada?a se convirti¨® en una revista clave para marcar los nuevos caminos de la rehumanizaci¨®n, el paso del yo al nosotros y los recursos est¨¦ticos de unas voces comprometidas con la realidad.
Cuando Victoriano Cr¨¦mer recordaba las ambiciones de Espada?a, no pod¨ªa separar aquella ilusi¨®n po¨¦tica de un pa¨ªs en el que se viv¨ªa de milagro y se mor¨ªa de asco. Era la Espa?a tr¨¢gica del hambre, los racionamientos, las c¨¢rceles y las imposiciones clericales del franquismo. Cr¨¦mer hab¨ªa pagado una factura personal importante debido a sus ideas anarco-sindicalistas, como puede apreciarse en su biograf¨ªa novelada Libro de San Marcos (1981).
Literatura de la verdad
Siguiendo el camino desarraigado abierto por D¨¢maso Alonso y las necesidades de comunicaci¨®n planteadas por Vicente Aleixandre, la poes¨ªa de Cr¨¦mer se fund¨® en la necesidad biogr¨¢fica de buscar las vibraciones de un lenguaje capaz de expresar la verdad del ser humano capaz de enfrentarse desde su propia conciencia a las precariedades de la realidad. Dos capacidades. En una de las notas que escribi¨® para presentar sus poemas en la famosa Antolog¨ªa consultada (1952), afirm¨®: "Lo ¨²nico cierto es que para escribir poes¨ªa se precisa disponer de un repertorio de ideas claras y no tener mal coraz¨®n...". Otra de sus notas identifica el g¨¦nero con un esfuerzo permanente de conciencia: "Para escribir poes¨ªa hay que abrir bien los ojos y tener el alma en vela; pues algunos confunden el so?ar con el dormir".
Esta fue la direcci¨®n de su obra po¨¦tica, que madur¨® en la atm¨®sfera existencialista de los a?os cuarenta y cincuenta, con t¨ªtulos como Tacto sonoro (1944), Caminos de mi sangre (1947), La espada y la pared (1949), Nuevos cantos de vida y esperanza (1951 y 52), Furia y paloma (1956) y Con la paz al hombro (1959).
La necesidad de condensar la intensidad radical de los sentimientos humanos acerc¨® su poes¨ªa a la ret¨®rica que los estudiosos de la literatura espa?ola de posguerra calificaron con la etiqueta de tremendismo. Como ¨¦l quiso explicar en el pr¨®logo de uno de sus vol¨²menes recopilatorios, Poes¨ªa total (1967), se trataba de una escritura que pretend¨ªa dar cuenta del universo desde una mirada personal, por lo que era necesario que en las palabras pudieran escucharse los latidos de un coraz¨®n.
En El ¨²ltimo jinete, su libro final, Cr¨¦mer escribi¨®: "La Ciudad ignora que me muero". Era una inquietud coherente con toda su obra, porque desde el principio prefiri¨® buscar, en sus preguntas y sus increpaciones, el territorio de la ciudad en vez de refugiarse bajo las s¨²plicas religiosas. Cr¨¦mer evolucion¨® manteni¨¦ndose fiel a su po¨¦tica, que defendi¨® de tendencias posteriores en algunos versos de ?ltima instancia (1984). Reaccionaba contra el esteticismo en a?os de descr¨¦dito de la poes¨ªa social, sustituida por el acanto, los m¨¢rmoles y los templos. M¨¢s que para entrar en pol¨¦micas, la noticia de la muerte de Victoriano Cr¨¦mer debe invitarnos a abrir sus libros para reconocer lo que de calidad y de verdad humana hay en su obra. La posguerra espa?ola, durante a?os desacreditada, est¨¢ llena de dignidad y de valores po¨¦ticos.
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