La doble cara del turismo
Los barceloneses, partidarios de acotar la actividad del sector, seg¨²n un sondeo
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La mayor¨ªa de los barceloneses (93%) est¨¢n de acuerdo en que el turismo es beneficioso para la ciudad, pero tambi¨¦n un porcentaje abrumador quiere que en el futuro se fomente el de mayor calidad (86,5%) y que se redistribuya de forma m¨¢s equitativa por diversas zonas de la ciudad (77%). Tampoco dan el visto bueno a incrementar el n¨²mero de turistas (46%) ni aumentar las plazas hoteleras (41,3%). ?stas son algunas de las conclusiones de una encuesta sobre la percepci¨®n del turismo en Barcelona realizada el pasado mes de febrero que forma parte de los materiales con los que se debate el Plan Estrat¨¦gico del Turismo en Barcelona 2015.
El sondeo, realizado entre 400 personas, forma parte de las diversas olas de encuestas que hace Turismo de Barcelona, un consorcio p¨²blico-privado que se dedica a promocionar la ciudad. Un portavoz de este organismo confirm¨® que pr¨¢cticamente se mantienen los porcentajes de los ¨²ltimos a?os sobre la voluntad de atraer m¨¢s turistas (57%) y sobre que Barcelona ha llegado al tope de visitantes (36%). Con el paisaje de fondo de la presi¨®n que los visitantes ejercen sobre la ciudad, especialmente en Ciutat Vella, el parque G¨¹ell o la Sagrada Familia, la encuesta pone de relieve que los barceloneses admiten el beneficio del impacto econ¨®mico del turismo (84%), pero consideran que aumenta los precios (69%), influye en el nivel de ruido (65%) y provoca masificaci¨®n (45%).
Los turistas punt¨²an peor a la ciudad respecto a la evaluaci¨®n de 2007
La encuesta es paralela en el tiempo a las conclusiones extra¨ªdas por un centenar de personas en el marco del plan estrat¨¦gico que han estudiado el fen¨®meno y constatan el "cierto malestar" que el impacto del turismo empieza crear en determinados sectores de la poblaci¨®n. "Una buena pedagog¨ªa parece clave para el desarrollo del turismo, tanto para minimizar el malestar como para seguir creciendo", dicen en sus conclusiones. "Ocho de cada 10 barceloneses consideran buena la actividad econ¨®mica del turismo, pero el incivismo es la cara negativa de la misma moneda".
Barcelona recibi¨® el a?o pasado siete millones de turistas, la mitad de ellos por vacaciones y la otra mitad de negocios, cifra que ha empezado a descender. La crisis se ha notado. El a?o 2007 fue de r¨¦cord, pero en 2008 se produjo un descenso del 6,3%. El sondeo incluye la opini¨®n que tienen los visitantes sobre Barcelona, que sufre un ligero retroceso en todas sus notas.
Los gu¨ªas se quejan de poco apoyo
El Ayuntamiento no quiere que los autocares tur¨ªsticos aparquen en la plaza de Antoni Maura y los gu¨ªas han puesto el grito en el cielo porque necesitan hacerlo para que sus clientes visiten el Barri G¨°tic. Los t¨¦cnicos de movilidad est¨¢n barajando varias alternativas, como aparcar en el Arc de Triomf o bien junto al Consolat de Mar, pero los gu¨ªas lo ven poco viable. "Los turistas de autocar son personas mayores, algunas van en silla de ruedas, y no pueden caminar tanto y en poco tiempo", dice un cargo de la Asociaci¨®n Profesional de Informadores Tur¨ªsticos (APIT). Las empresas de autocares tampoco est¨¢n satisfechas. La compa?¨ªa Canals est¨¢ analizando una soluci¨®n. "Quieren que dejemos a los pasajeros en la plaza de Ramon Berenguer y la log¨ªstica es mucho m¨¢s complicada", afirma un empleado.
Conscientes del problema,los gu¨ªas proponen rescatar una idea aplicada durante los Juegos: habilitar un aparcamiento disuasorio de autocares en la entrada de Barcelona y que contraten all¨ª un gu¨ªa como hacen en Londres, Par¨ªs y Roma. "Y los que no quieran gu¨ªa, que entren s¨®lo a dejar el pasaje", a?ade otro gu¨ªa, que asegur¨® no estar en contra de los buses tur¨ªsticos, pero s¨ª del ¨¢nimo recaudatorio del Consistorio.
Pero m¨¢s all¨¢ de esa queja, a la que se suma el intrusismo profesinal, la sensaci¨®n de la APIT es que Barcelona desprecia el turismo de grupo y de autocar (ahora, en plena temporada, se ha cerrado por obras el Mirador del Alcalde, visita obligada para muchos) y ha abrazado el individual. Pese a la mirada triunfalista de Turismo de Barcelona, los gu¨ªas se sienten como en una especie de safari urbano donde o no pueden aparcar o deben vigilar si hay carteristas. Por no hablar de la imagen de dejadez del parque G¨¹ell, donde los vendedores ambulantes ocupan las bancadas y el entorno sufre el desgaste de un turismo de excursi¨®n, procedente de la costa y cada vez m¨¢s depredador: una imagen muy penosa.
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