Planes de rescate
La Uni¨®n Europea puede estar de capa ca¨ªda, pero sigue siendo enormemente relevante. Las instituciones europeas han sido el malec¨®n que han parado el embate m¨¢s fuerte de la crisis, lo que no es poco si se piensa en lo que les est¨¢ ocurriendo a aquellos pa¨ªses europeos que est¨¢n fuera de la UE, desde Islandia a Ucrania, dos pa¨ªses completamente distintos que est¨¢n en tan id¨¦ntica como completa bancarrota. Tambi¨¦n conviene observar, aunque sean miembros de la UE, la situaci¨®n en aquellos Estados que no son miembros de la uni¨®n monetaria, que tambi¨¦n es de enorme gravedad ya que Gobiernos, bancos, empresas y ciudadanos se han endeudado en euros pero generan sus ingresos en unas monedas nacionales que se han devaluado. Por tanto, sin la fortaleza otorgada por la moneda ¨²nica y el mercado interior, nuestras econom¨ªas habr¨ªan sufrido enormemente.
El verdadero plan que necesitamos es el que salve a la UE de los Gobiernos que quieren desmantelarla
Eso s¨ª, muchas de las normas y controles que garantizan la integridad del mercado interior y el funcionamiento de la moneda com¨²n han saltado por los aires. En estos ¨²ltimos meses, la Comisi¨®n Europea ha sido ninguneada con demasiada frecuencia, con Gobiernos que han anunciado directamente a la prensa cuantiosas medidas de ayudas p¨²blicas (prohibidas por los Tratados para no distorsionar la competencia), sin pasar por Bruselas, o incrementando los niveles de d¨¦ficit p¨²blico muy por encima de lo permitido sin tampoco discutir primero con la Comisi¨®n Europea el contenido y las modalidades de dichas medidas. Como ha puesto de manifiesto toda la saga en torno al sector del autom¨®vil, cuyo broche de oro ha sido la negociaci¨®n (en realidad, s¨¢lvese quien pueda) entre el Gobierno alem¨¢n y General Motors en torno a Opel, la falta de solidaridad entre Estados miembros ha sido flagrante. Y cuando la Comisi¨®n ha intentado intervenir en el dise?o de planes de est¨ªmulo nacionales, los Estados miembros la han empujado a un lado con singular rudeza.
Finalmente, en esta crisis no hemos visto p¨¢nicos bancarios que llevaran a retiradas masivas de dep¨®sitos; tampoco hemos asistido a protestas ciudadanas masivas contra la negligencia con la que Estados y mercados dejaron crecer la burbuja financiera, pero s¨ª hemos visto p¨¢nicos gubernamentales, con Gobiernos improvisando medidas sin mucho sentido m¨¢s que salvar el d¨ªa a d¨ªa y sin pensar en las repercusiones a largo plazo. ?Ser¨¢ una lecci¨®n de esta crisis la madurez de los ciudadanos y la inmadurez de nuestros Gobiernos?
Dentro de la UE, la sensaci¨®n de alivio ha sido tal que muchos se conformar¨ªan con resta?ar las heridas abiertas en el mercado interior y el pacto de estabilidad y seguir a flote. Pero eso no es suficiente. Una vez parado el golpe de la crisis, Europa ha sido incapaz de pasar a la ofensiva. Por eso, es imprescindible un debate en profundidad que nos lleve a dise?ar los instrumentos de gobernanza econ¨®mica m¨¢s eficaces para asegurar la prosperidad y el bienestar de todos los ciudadanos de la Uni¨®n Europea. La creaci¨®n de un Tesoro Europeo, la puesta en marcha de mecanismos de regulaci¨®n y supervisi¨®n financiera adecuados o la racionalizaci¨®n de la representaci¨®n de la Uni¨®n Europea en las instituciones internacionales debiera ser una prioridad absoluta.
Podemos echar la culpa a la Comisi¨®n Europea por no haber liderado la salida de la crisis, pero ser¨ªa injusto. Cierto que la Comisi¨®n Barroso ha sido demasiado servil con los Gobiernos, pero el fen¨®meno es mucho m¨¢s profundo. Hay una verdad inc¨®moda que muchos se niegan a admitir: en Berl¨ªn, Par¨ªs y Roma, por supuesto en Londres, tambi¨¦n a veces en Madrid y en muchas otras capitales europeas, la Comisi¨®n es percibida como un obst¨¢culo a superar, una fuente de limitaciones a la hora de satisfacer los intereses nacionales, no como una oportunidad de lograrlos. Algo se ha quebrado en la psicolog¨ªa comunitaria y debemos hablar de ello, no ocultarlo: pocos conf¨ªan hoy en la Comisi¨®n como instrumento para defender sus intereses. Para los Estados m¨¢s grandes, la Comisi¨®n Europea es hoy alguien a quien doblegar; para los Estados m¨¢s peque?os, es simplemente alguien a quien intentar eludir, enga?ar o ignorar. Europa, se dijo en la declaraci¨®n Schuman, no se har¨¢ de una sola vez, ni ser¨¢ una construcci¨®n de conjunto: pero a lo que estamos asistiendo estos d¨ªas es a un tan silencioso como c¨ªnico desmantelamiento. No hay duda, el verdadero plan de rescate que necesitamos es el que rescate a Europa de estos Gobiernos.
jitorreblanca@ecfr.eu
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