Calumnias
La sombra de la mentira es infinita y el peso de la calumnia, intolerable. Digo esto porque mientras escuchaba las explicaciones de las autoridades sanitarias tras la muerte de Dalila, primera v¨ªctima del virus A, no pod¨ªa evitar que una profunda desconfianza se apoderara de m¨ª. ?Es que no creo en ellos y ellas?, me pregunt¨¦, con horror. ?Desconf¨ªo de la Sanidad P¨²blica, espec¨ªficamente de la que ofrece sus servicios en los vastos territorios controlados por Aguirre I la Privatizadora? ?He dejado de creer en los m¨¦dicos y en el resto del personal especializado? De pronto comprend¨ª. El S¨ªndrome de Lamela planeaba sobre la conferencia de prensa e incluso oscurec¨ªa la siempre preclara frente de la ministra de Sanidad. As¨ª de poderoso sigue siendo el da?o ocasionado a la reputaci¨®n del cuerpo m¨¦dico de la Comunidad madrile?a por las acusaciones y falsos testimonios contra el hospital Severo Ochoa de Legan¨¦s, insidiosamente acumulados por el ex consejero Lamela hace cinco a?os.
Me vinieron preguntas para las que no ten¨ªa respuesta. ?Fue Dalila desatendida en los distintos centros a los que acudi¨® a causa de que las salas de urgencias est¨¢n desbordadas y los profesionales no pueden con su alma? ?Debemos quedarnos tranquilas todas las que no estamos embarazadas porque si pillamos el A no nos pasar¨¢ lo mismo? ?No deber¨ªa haber sido tratada, una gestante precisamente, con m¨¢s atenci¨®n, por su propio estado? A partir de este momento, ?qu¨¦ har¨¢n las mujeres en edad de tener descendencia, por temor a contraer el virus durante el embarazo? ?Y qu¨¦ har¨¢n las que, adem¨¢s, sufran de asma? ?Acudir a la medicina privada, cueste lo que cueste? Y si, encima, son marroqu¨ªes, ?no temer¨¢n morir por un desliz en el diagn¨®stico?
Pero pienso en Lamela y espero informaci¨®n. De lo contrario, incurrir¨ªa en la calumnia que detesto.
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