La cara de los dos millones de copias
HACE unos a?os, en un barrio residencial de Suecia, encerrado en una habitaci¨®n con un ordenador, poni¨¦ndose hasta las cejas de comida chatarra, en la quinta taza de caf¨¦ y por el cuarto paquete de Marlboro, Stieg Larsson so?aba y se enamoraba de una chica andr¨®gina y bisexual, peque?a, casi escu¨¢lida, tatuada y llena de piercings. En Barcelona, otro hombre so?aba y se enamoraba tambi¨¦n de una mujer muy delgada, pero de largos cabellos que crec¨ªan m¨¢gicamente como ra¨ªces.
La primera se llama Lisbeth Salander y es la hero¨ªna creada por Larsson para su saga policial y best seller p¨®stumo Millennium, que se compone de tres libros de nombres interminables: Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que so?aba con una cerilla y un bid¨®n de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire. La segunda es Tamara Villoslada, la artista argentina cuyo rostro ilustra las tres cubiertas de la edici¨®n espa?ola y entonces pareja del pintor catal¨¢n Gino Rubert. Cuando, en 2007, la editorial Destino le hizo el encargo por una modesta cantidad, nadie pod¨ªa prever que sus cuadros -que parten de fotograf¨ªas que luego ¨¦l transfigura- iban a estar pronto en las paredes del metro, en los supermercados, en los aeropuertos, omnipresente en las tapas de los dos millones de ejemplares que lleva despachados en Espa?a.
Para cuando el 'boom' de Larsson estall¨®, Tamara, la imagen, ya era 'la ex' del artista.
Arte y amor no siempre mezclan bien. La combinaci¨®n puede tener una fuerza depredadora y criminal. Stieg Larsson termin¨® tres novelas fren¨¦ticamente y esto probablemente le afect¨®. El escritor sueco nunca se cas¨® con Eva Gabrielsson -con la que vivi¨® los ¨²ltimos 30 a?os- para protegerla de los peligros de estar vinculada a alguien que investigaba los movimientos de la extrema derecha de su pa¨ªs, pero no haci¨¦ndolo la dej¨® m¨¢s desprotegida que nunca. Muri¨® de repente y no dej¨® testamento. Los herederos legales, su padre y su hermano, no quieren darle un duro.
El arte puede hacer otras cosas raras. Un d¨ªa, su t¨ªo y mentor le dijo a Gino: "Ten cuidado con lo que pintas, que se puede hacer realidad". Y es que no ha hecho otra cosa que pintar a la mujer de sus fantas¨ªas "dominante, lista, audaz, seductora, fetichista, perversa..., siempre en brazos de hombres reducidos, enfermizos y sumisos" y a veces ha tenido que ver c¨®mo, de pronto, cobraba vida: "Efectivamente, el arte asusta un poco". En la portada del segundo libro de la trilog¨ªa, Gino fue borrado con Photoshop de la ilustraci¨®n original, en la que aparec¨ªan juntos. La editorial s¨®lo quer¨ªa a su criatura femenina de profundos ojos que evocaba a Salander. Y fue eso lo que qued¨®. En las tres portadas s¨®lo aparece ella. Para cuando el boom de Larsson estall¨® y su rostro empapel¨® las calles espa?olas, Tamara Villoslada ya era la ex.
A Gino le preocupa un poco ser etiquetado como "el pintor de las cubiertas de Larsson". Mientras, a Tamara las portadas no le han cambiado la vida. La argentina, tambi¨¦n ilustradora profesional, dice que verse como tapa no le ha inflado el ego: "Sigo vi¨¦ndome dentro de una obra de Gino. A veces me miro bien y me pregunto qu¨¦ pinto ah¨ª". Tamara sabe que es parte del juego de realidad y ficci¨®n de la novela. No han faltado en su ciudad reportajes del tipo "Lisbeth Salander es argentina" y alg¨²n fan ac¨¦rrimo de Larsson le ha pedido un aut¨®grafo. Ella, que no sue?a con una cerilla y un bid¨®n de gasolina, admite sentir cierta afinidad con Salander. "En la vida real me identifico m¨¢s con esa fragilidad disfrazada de dureza de Lisbeth que con las mujeres m¨¢s dominantes y manipuladoras de Gino".
Rubert, por su parte, cree que entre sus personajes femeninos y masculinos no hay rivalidad, sino complicidad, incluso en la tortura. Basta ver la portada del primer libro, en que la mujer aparece atada, pero casi sonriente: "Me interesa la ambig¨¹edad, la confusi¨®n entre un cuerpo que te habla de sumisi¨®n y dolor y un rostro que te habla de altivez y autosuficiencia".
Hay gente que cuando acaba una relaci¨®n quema la foto de su ex. Pero como si la realidad fuera un cuadro de Gino Rubert, una de sus pesadillas surrealistas, Larsson ha conseguido que la cara del antiguo amor del pintor se multiplique ad infinitum. De alguna manera, la clave de esta trilog¨ªa, y quiz¨¢ el sentido de su ¨¦xito, est¨¢ en "lo inquietante, lo siniestro y lo extra?o", como se?ala Rubert, que rodean las relaciones entre hombres y mujeres, tanto los que aman como los que no, los que maltratan o los que no, un abismo insondable al que el arte se sigue asomando.
Gino Rubert (www.ginorubert.com) expondr¨¢ en enero en la galer¨ªas Senda (Barcelona) y Michael Haas (Berl¨ªn). Tamara Villoslada (www.tamarindous.com) expone actualmente en la Mite de Buenos Aires.
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