Dejen paso
En una ¨¦poca nada proclive a las sorpresas y en la cual todo se parece mucho, el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona sale a la palestra con planteamientos tan memorables como la exposici¨®n sobre odaliscas, de hace a?os, una propuesta radical y deliciosa -y mira que es dif¨ªcil ser ambas cosas a la vez-. Al lado de unas fotos m¨¢s o menos modernas donde las se?oras aparec¨ªan hechas una facha con las piernas sin depilar, se mostraba la odalisca de piedra de Ingres -s¨ª, la aut¨¦ntica- haciendo gala de la piel lisa que pon¨ªa en evidencia c¨®mo los hombres occidentales nunca hab¨ªan estado en un harem, claro, sino mientras duraba el sue?o o la sesi¨®n del psicoanalista.
Ahora, cuando la mirada languidec¨ªa entre la asepsia de tanta correcci¨®n a la moda, presentan un proyecto sorprendente, Quinquis de los 80, donde se revisa una ¨¦poca esencial para la Espa?a de aquellos a?os y en especial para su cine y su m¨²sica. Es una exposici¨®n que nadie deber¨ªa perderse y, como el verano es largo y Barcelona es tan bonita, pueden incluir el paseo en su itinerario de vacaciones -y no olviden la copa en el Boadas-.
Ser¨¢ porque la cosa quinqui me pone o porque he sido fan entregada de Chunguitos, el caso es que me ha parecido brillante el modo en el que las j¨®venes comisarias, Amanda y Mery Cuesta, consiguen convertir lo cotidiano en historia. Y es ah¨ª donde voy. Creo que esa frescura que tiene la muestra es posible desde una edad, sin las implicaciones nefastas de la primera persona -ya se sabe lo chunga que es la autobiograf¨ªa-.
Algo semejante ha ocurrido con Esquizos de Madrid: Maria Escribano ha tenido un indiscutible acierto al aliarse con otro joven comisario, Iv¨¢n L¨®pez Munuera. La historia reciente, aquella en la cual los protagonistas siguen vivos, suele ser un embrollo de versiones: mejor que trate de contarla quien no estuvo. Los testigos son una pesadilla.
As¨ª que estamos de enhorabuena. L@s j¨®venes comisari@s dan un paso al frente y, mejor a¨²n, se re¨²nen. Lo hicieron en el MUSAC de Le¨®n el mayo pasado y se vuelven a ver en el Matadero el septiembre pr¨®ximo en unas jornadas promovidas por Tania Pardo y Manuela Villa, de ambas instituciones. La reuni¨®n tiene una agenda concreta, tratar de entender qu¨¦ significa hoy ser comisario, y est¨¢n presentes, entre otros, Mar¨ªa Bella, de Intermediae, una instituci¨®n que apuesta fuerte por las nuevas pr¨¢cticas art¨ªsticas; Manuel Segade, del CGAC, o Sergio Rubira, responsable junto a M¨®nica Portilla de Imaginar_Historiar en el Centro Dos de Mayo de M¨®stoles, otra excursi¨®n que recomiendo para de paso ver la muestra fotogr¨¢fica comisariada por Rosa Olivares y en especial el trabajo muy po¨¦tico de Francesco Jodice.
Y es que ten¨ªa raz¨®n Breton al decir que hay un punto en el cual se pierde la mirada de la juventud y hay que dejar paso a los que ven mejor su contemporaneidad. Despu¨¦s de unas edades hay que apartarse de ciertos territorios: la mirada caduca sobre el arte actual termina por ser cosa de taxidermistas.
De eso adolece un poco la reordenaci¨®n de Reina, me parece. Es previsible y algo colonialista, la mirada muy de una generaci¨®n, no s¨®lo porque la idea de Goya a nuestros d¨ªas -la misma esgrimida por el poder en 1950 en la exposici¨®n internacional de El Cairo, dejando fuera al XIX una vez m¨¢s, por cierto- es un poco tramposilla, sino porque se echan de menos m¨¢s sorpresas y m¨¢s frescura. Pero me he quedado sin palabras, digo literalmente: se est¨¢ haciendo muy largo el texto. Otro d¨ªa si eso ya hablo del tema.
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