Piedad a fuego lento
Alguna vez he sospechado que la genialidad es combustible y que lo que la enciende es el dolor. Tengo en mis manos el tercer volumen de Obras Completas de Juan Carlos Onetti, en la excelente edici¨®n de Hortensia Campanella y publicado en Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo de Lectores, y me pregunt¨® en qu¨¦ dolor de fuego lento se fueron incendiando las palabras de este escritor que vivi¨® durante muchos a?os recostado en su cama, desde?ando el esfuerzo de caminar de un lado a otro con desasosegado narcisismo, como casi todos nosotros. ?Cu¨¢l fue el dolor que ayud¨® a este tumbado puntiagudo e ir¨®nico a que en sus p¨¢ginas las palabras espa?olas fuesen completamente verticales, rectas como revelaciones, erguidas como soldados de la sinceridad? Onetti (Montevideo, 1909-Madrid, 1994) ten¨ªa junto a su cabecera un cenicero omnipotente en donde echaba la ceniza de sus vertiginosos cigarrillos, entreverada con la ceniza inmunda de todo tipo de obediencia y con la ceniza gimoteante de todo tipo de esperanza: paladeaba con fruici¨®n paralela el sabor del tabaco, el nutriente del desenga?o y el alimento de la insumisi¨®n. Daba gloria verlo fumar.
Al lado de su cenicero (un cachivache cil¨ªndrico y enorme que habr¨ªa servido para guardar paraguas, si es que Onetti hubiese temido alguna vez los chaparrones que les corresponden a quienes son incapaces de vivir sin coraje) sol¨ªa tener una botella de vino o una frasca de whisky. S¨®lo al final de su carrera de bebedor de fondo condescendi¨® a contemplar con sarcasmo y ternura la obcecaci¨®n de un m¨¦dico y se alej¨® del whisky, m¨¢s con la condici¨®n de que el m¨¦dico no intentase alejarlo del vino. Onetti sent¨ªa una verg¨¹enza incontenible ante la posibilidad de que alguien de este mundo pudiese, alguna vez, acusarlo de la jactancia del abstemio. Un d¨ªa, en su primer y fugaz viaje a Espa?a, su viejo amigo Guido Castillo y su reciente amiga Paca Aguirre lo llevaron a casa del doctor Paco Albertos. Alg¨²n dolor secreto, la lejan¨ªa de Santa Mar¨ªa, el miedo esc¨¦nico o cualquier otro motivo indescifrable bloqueaban su talento y no pod¨ªa escribir la conferencia que se hab¨ªa comprometido a leer en el Instituto de Cultura Hisp¨¢nica. Lo examin¨® el doctor, diagnostic¨® que el paciente estaba mijita intoxicado, y all¨ª mismo prepar¨® un suero, con el prop¨®sito necesario y perverso de inyectarlo en la sangre de Onetti. Se trataba de un cangil¨®n de antiet¨ªlica salvaci¨®n que habr¨ªa de desparramarse en el sistema circulatorio del narrador excepcional desde un recipiente colocado por todo lo alto, y a lo largo de la oquedad de una goma parecida a una esmirriada e infinita serpiente. Como es l¨®gico, Onetti se neg¨®. Hubo una discusi¨®n apote¨®sica. Una mujer tranquila, un amigo fraterno, un gran hombre de ciencia y un maestro argumentaron sin miramientos y sin eufemismos. Ard¨ªan la amistad y el lenguaje. S¨®lo cuando a Guido Castillo se le derramaron las l¨¢grimas, Onetti consinti¨® la intromisi¨®n del suero: lo hab¨ªa vencido la piedad. Pero para aceptar el tratamiento exigi¨® que, mientras por una vena del antebrazo izquierdo se desplazaba la invasi¨®n del s¨®rdido mejunje de farmacia, le pusieran en la mano derecha un buen vaso de whisky sin agua, sin hielo, sin t¨®nica, como si por piedad hubiese consentido el asesinato del alcohol en su sangre, pero de ning¨²n modo adulterar el que saboreaba desde el vaso con adem¨¢n arzobispal.
Acabo de escribir dos veces la palabra piedad. Es con esa palabra como debo terminar esta p¨¢gina de admiraci¨®n y de nostalgia. Las palabras de Onetti est¨¢n de pie y caminan a lo largo del tiempo porque ¨¦l sufri¨® todo el dolor que siente un hombre compasivo ante los sufrimientos de esta especie desventurada, medio loca, sanguinaria, aterrada, siniestra, y acreedora de la indignaci¨®n y la misericordia.
F¨¦lix Grande (Badajoz, 1937) gan¨® el Premio Nacional de Poes¨ªa con Las rub¨¢iy¨¢tas de Horacio. Obras completas IIII. Juan Carlos Onetti. Cuentos, art¨ªculos y miscel¨¢nea. Edici¨®n de Hortensia Campanella. Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores. Madrid, 2009. 1.123 p¨¢ginas. ??? euros. , poeta y flamenc¨®logo Su ¨²ltimo libro es Lugar siniestro este mundo, caballeros (Calambur).
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