Fin de trayecto
La sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el recurso interpuesto por Batasuna contra la Ley de Partidos, con base en la cual se hab¨ªa procedido a la ilegalizaci¨®n de dicha formaci¨®n y a la exclusi¨®n electoral, hasta el momento de manera titubeante, pero casi con toda seguridad con mucha firmeza en el futuro, pone punto final a la discusi¨®n sobre tan controvertida ley.
Conociendo la jurisprudencia del TEDH en la materia, no ten¨ªa duda de que su decisi¨®n iba a ser la que ha sido. El problema de la Ley de Partidos no radicaba en que pudiera estar en contradicci¨®n con el Convenio de Roma, sino en que carec¨ªa de cobertura en la Constituci¨®n, que no contempla una v¨ªa distinta de la penal para poner fuera de la ley a un partido pol¨ªtico. Pero esa es una cuesti¨®n que ¨²nicamente la pod¨ªan revisar los tribunales espa?oles, Supremo y Constitucional. Una vez que hab¨ªan aceptado la constitucionalidad de la ley, la decisi¨®n del TEDH estaba cantada.
El debate sobre la Ley de Partidos est¨¢ cerrado jur¨ªdica y pol¨ªticamente
El debate est¨¢ cerrado. La Ley de Partidos no est¨¢ en contradicci¨®n con la Constituci¨®n ni con el Convenio de Roma y goza, por tanto, de plena legitimidad para que los poderes p¨²blicos y los tribunales espa?oles la apliquen de la manera en que razonablemente tienen que ser aplicadas las leyes.
Se puede seguir pensando que la ley, aunque constitucional, es una mala ley y que, en consecuencia, ser¨ªa conveniente su reforma o derogaci¨®n. Pero, para eso, hay que convencer a las Cortes, que son las ¨²nicas que pueden aprobar una nueva ley org¨¢nica en ese sentido, lo que se antoja una tarea imposible. Entre otras cosas, porque la opini¨®n p¨²blica espa?ola respalda la ley de manera abrumadoramente mayoritaria.
Quiere decirse, pues, que el debate jur¨ªdicamente est¨¢ cerrado, pero pol¨ªticamente tambi¨¦n. Y nadie deber¨ªa llamarse a enga?o. La Ley de Partidos va a formar parte durante el tiempo en que es posible hacer predicciones del marco que va a presidir la competici¨®n electoral en el Pa¨ªs Vasco. Nadie que quiera concurrir a cualquiera de los procesos electorales en cualquiera de los niveles a trav¨¦s de los cuales se articula nuestra f¨®rmula de Gobierno va a poder dise?ar una estrategia que deje de tomar en consideraci¨®n lo que en dicha ley se establece, as¨ª como la interpretaci¨®n que de la misma vienen haciendo el Supremo y el Constitucional. Cualquier c¨¢lculo electoral que desconozca este dato conducir¨¢ inevitablemente a un callej¨®n sin salida.
La reacci¨®n de Arnaldo Otegi a la decisi¨®n del TEDH ha puesto de manifiesto el desconcierto en que la izquierda abertzale se encuentra. Decir que la sentencia no supone ninguna novedad y equiparar una decisi¨®n judicial adoptada por unanimidad por siete jueces de diferentes pa¨ªses europeos, tras haber o¨ªdo los argumentos de todas las partes, con la definici¨®n de George W. Bush de su doctrina de la "guerra preventiva", es tan disparatado que sobran comentarios. Si persisten en esa l¨ªnea se est¨¢n condenando a la marginaci¨®n y, como consecuencia de ella, a la irrelevancia.
La sentencia del TEDH supone el fin definitivo e irreversible de la presencia de ETA en el sistema pol¨ªtico espa?ol. Podr¨¢ continuar como asociaci¨®n de malhechores, pero sin proyecci¨®n pol¨ªtica. Lo que no se consigui¨® con los Pactos de Madrid y de Ajuria Enea a finales de los ochenta, aunque se estuvo a punto de conseguirlo en 1993, s¨ª se ha conseguido ahora. Nadie que no renuncie expresamente a la violencia como arma pol¨ªtica va a poder penetrar en el territorio en el que se desarrolla la competici¨®n pol¨ªtica. La sentencia legitima que se blinden las fronteras del sistema pol¨ªtico espa?ol para que no se cuele nadie que no rechace la violencia.
Para la izquierda abertzale ajustarse a esta nueva realidad es cuesti¨®n de vida o muerte. Pero, sin llegar a tanto, tambi¨¦n es una novedad con la que va a tener que ajustar cuentas el nacionalismo democr¨¢tico en todas sus diferentes manifestaciones, empezando por el PNV y siguiendo por todas las dem¨¢s. Si en el pasado el nacionalismo democr¨¢tico ha podido jugar con una cierta ambig¨¹edad, m¨¢s en unos momentos y menos en otros, ahora ya no va a poder. La ventaja que le proporcionaba la presencia de una izquierda abertzale vinculada a ETA, sobre todo en el Parlamento vasco, se ha acabado. El c¨¢lculo electoral ya no lo puede hacer como lo hizo desde las primeras elecciones de 1980 hasta las celebradas este a?o. El marco va a ser siempre el de este a?o. Tambi¨¦n el PNV y los dem¨¢s partidos nacionalistas democr¨¢ticos tienen que mover ficha. Y no disponen de mucho tiempo para hacerlo.
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