El gusto de las variedades

?Por fin le han dado al Price un aspecto acogedor! Ahora, con el techo rebajado y el inmenso grader¨ªo recortado a la mitad, parece un circo familiar o un cabar¨¦ ¨ªntimo: las distancias entre artistas y p¨²blico son m¨¢s cortas, y el ambiente, m¨¢s c¨¢lido. Justo lo que necesita Pasi¨®n sin pu?ales, un espect¨¢culo de variedades con n¨²meros muy bien escogidos de circo y de cabar¨¦, llevados en volandas por la camale¨®nica orquesta del Price, que se acomoda a cada artista como si llevara toda la vida con ¨¦l.

No es un espect¨¢culo de autor, aunque Xavier Albert¨ª firme la direcci¨®n: su trabajo no se ve. Aqu¨ª lo sustantivo es la pericia de los int¨¦rpretes: alguno concilia disciplinas antit¨¦ticas. Vean, sino, a Mercedes Chenard cantando cabeza abajo, hecha un ocho y mientras hace un puente en lomo de asno que ya lo quisieran en Martorell: es una cantante contorsionista excepcional. Vean tambi¨¦n a Aurelia Cats, contorsionista y trapecista de una sola vez. El n¨²mero de acrobacia c¨®mica del tr¨ªo Zahir Circo va a 1.000 por hora, y el streptease de la norteamericana Catherine D?Lish, voluptuosa hasta decir basta, es una alegor¨ªa de la abundancia bien repartida.

En este contexto, Astrid Hadad pone con sus comentarios y sus corridos un contrapunto pol¨ªtico, ¨¢cido y humor¨ªstico. Pavlovski echa el cierre con un n¨²mero que, por su longitud, nos lleva a otro lugar: al show de ?ngel Pavlovski. M¨¢s que las intervenciones de Javivi, metidas a cap¨®n, cohesionan el espect¨¢culo la luz de Juanjo Beloki y la escenograf¨ªa de Miguel Brayda.