Una casa en la que envejecer
Una asociaci¨®n pone una vivienda comunitaria a disposici¨®n de 12 vecinos de la comarca de A Limia para que no tengan que abandonar el rural
Al alcanzar cierta edad, a la mayor¨ªa de las personas se les presentan tres opciones para pasar sus ¨²ltimos a?os: depender de sus hijos y familiares, pagar por depender de desconocidos en una residencia, o vivir solos hasta que se vean forzados a escoger entre las otras dos opciones.
En Lodoselo, un peque?o pueblo de la comarca de A Limia, en Ourense, decidieron hace siete a?os ampliar la lista con la construcci¨®n de A t¨²a outra casa, una vivienda comunitaria tutelada destinada a mayores de 60 a?os con el fin de que no tengan que abandonar su entorno de toda la vida y "emigrar para morir".
Es una de las iniciativas del Centro de Desarrollo Rural (CDR) O Viso, una asociaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro fundada a finales de los ochenta por un grupo en el que se encontraba el matrimonio de maestros formado por Antonio Rodr¨ªguez Corbal, To?o, y Carmen Boh¨®rquez Verdugo. Ella preside desde 2006 la Confederaci¨®n de Centros de Desarrollo Rural (Coceder), una ONG con centros en siete comunidades aut¨®nomas que intenta recuperar y revalorizar la cultura rural impulsando la participaci¨®n y el desarrollo de todos los miembros de la comunidad.
"Buscamos que sea una casa, no una residencia, con lo bueno y lo malo"
Cada vecino paga una cuota acorde con su pensi¨®n y el cuarto que ocupa
Carmen y To?o son los primeros en reconocer que, a¨²n partiendo de esa base, no esperaban conseguir todo lo que tienen ahora porque nunca siguieron un plan, sino que se dejaron guiar por la m¨¢xima de que "lo que es necesario debe ser posible". Con esta idea en mente, en 2002 aprovecharon un terreno donado por la Iglesia para levantar la vivienda, que tiene capacidad para 12 personas; principalmente hay habitaciones dobles, aunque disponen de alguna individual para quien la necesite por motivos de salud.
Carmen hace ¨¦nfasis en la palabra "vivienda" frente a "residencia" y explica que el centro busca ser "un segundo hogar con las condiciones de casa, para lo bueno y para lo malo". No niega que haya menos espacio que en una residencia, pero considera que en la casa "los mayores no pierden su identidad y reciben un trato m¨¢s personal". Actualmente viven en ella nueve mujeres y tres hombres, la mayor¨ªa con un alto grado de autosuficiencia, como prueba Concepci¨®n Rodr¨ªguez. A sus 96 a?os, es una de las residentes mayores, pero eso no afecta ni a su vista ni a su paciencia, como demuestran los puzles de 500 y 1.000 piezas con los que ha decorado varias habitaciones. Concepci¨®n es natural de Sarreaus y ha pasado la mayor parte de su vida en la comarca, como todos sus compa?eros. Todos excepto Hortensia P¨¦rez, retornada a su localidad natal desde Cuba tras 50 a?os en la isla.
Cada plaza tiene un precio en funci¨®n del tipo de habitaci¨®n y de las posibilidades econ¨®micas de cada persona, por lo que el coste var¨ªa seg¨²n las pensiones, sin importar que ¨¦stas sean no contributivas, como las de dos de los inquilinos actuales.
Los mayores conviven con cinco auxiliares contratados a jornada completa, y uno de ellos siempre pasa la noche en la casa para que los residentes no est¨¦n solos en ning¨²n momento. Cuentan tambi¨¦n con la ayuda de una terapeuta ocupacional y de tres j¨®venes de Nicaragua, Costa Rica y Polonia que pertenecen al servicio de Voluntariado Europeo y colaboran, adem¨¢s de en la vivienda, en distintos proyectos del CDR.
Esta iniciativa complementa otras anteriores desarrolladas por el centro, como el servicio de ayuda, el de lavander¨ªa y planchado o el comedor social, que lleva 11 a?os funcionando, aunque hasta hace uno no estaba reconocido como tal. Gracias a este servicio, dos cocineras preparan diariamente 60 men¨²s que se sirven en el comedor del centro en Lodoselo, o bien a domicilio, por medio de los dos veh¨ªculos que recorren a diario 100 kil¨®metros para servir el Xantar sobre rodas.
En total, la casa tiene en n¨®mina a 15 personas, sin contar a los 36 voluntarios de la comarca y a otros profesionales como la fisioterapeuta, que conduce dos sesiones semanales; los peluqueros, que visitan el centro cada mes y medio; o el pod¨®logo, que va cada dos meses. Con esta plantilla To?o se atreve a afirmar, medio en serio, medio en broma, que la suya es una de las principales empresas de la zona porque, aunque no se lucra, s¨ª contribuye "a la econom¨ªa social" paso a paso, fiel a su convicci¨®n: "Aunque no tenemos la soluci¨®n a todos los problemas en nuestras manos, tenemos nuestras manos para solucionar problemas".
![Una trabajadora del centro toma la tensi¨®n a una de las habitantes de la casa antes de servir la comida.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DIUULPZVHYRWLQ7FU6ZXCTLUFY.jpg?auth=0b80fc00af417eda49d8191aa418564906bb277b0b968d07d7ec4b6d75679481&width=414)
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