G¨®tico salvado de las aguas

Hasta 1996, las aguas del Mondego han estado emulando a las del Nilo. De su piel lisa emerg¨ªa un templo. O m¨¢s exactamente, los techos y pin¨¢culos del viejo monasterio de Santa Clara, pura estampa rom¨¢ntica a los pies de la universitaria Coimbra. Y es que el convento estaba donde no deb¨ªa. Hab¨ªa sido fundado en el siglo XIII en el lugar equivocado, ya que aquellos arrabales se encuentran a cuatro metros por debajo del nivel de las aguas. Las crecidas y continuas inundaciones obligaron a las monjas a mudarse a una colina de enfrente, al otro lado del r¨ªo.

A finales del pasado abril se present¨® por fin, tras doce a?os de trabajos y una inversi¨®n de m¨¢s de siete millones de euros, el complejo salvado de las aguas. Una obra verdaderamente fara¨®nica: hubo que drenar el r¨ªo, desviarlo (dando transitoriamente a Coimbra un aire espectral) y construir un alto muro de contenci¨®n, una especie de trinchera que, seg¨²n el arque¨®logo director del proyecto, Artur Corte-real, evoca ahora la idea de clausura monacal. Al retirar las aguas, y el lodo acumulado en cuatro siglos, ha quedado di¨¢fana un ¨¢rea de casi treinta mil metros cuadrados, un bendito pulm¨®n urbano.

En ese espacio se alzan, pegadas al r¨ªo, las ruinas de la iglesia g¨®tica, aunque rechina llamarlas ruinas, ya que la restauraci¨®n, ejemplar y minuciosa, ha devuelto al templo una dignidad de instalaci¨®n art¨ªstica. Luego se extiende una gran explanada verde, donde estuvieron claustros y huertos, la cual es una suerte de reserva arqueol¨®gica a excavar en el futuro. Finalmente, a la entrada del recinto (por la parte opuesta al r¨ªo y la iglesia) se encuentra el Centro de Interpretaci¨®n, un edificio rotundamente simple y hermoso, de una blancura y ligereza que contrastan amablemente con los pecios g¨®ticos del lado opuesto de la campa. Se debe a los arquitectos Aleixandre Alves y el gallego Sergio Fern¨¢ndez, quienes han dispuesto a los pies del edificio, en la terraza del bar, una l¨¢mina de agua: no es un adorno caprichoso, sino homenaje al agua desalojada, dicen. O tal vez un gui?o c¨®mplice, un conjuro: en febrero de 2001 y de 2002, cuando estaban en plena faena con la iglesia, volvi¨® a enfadarse el Mondego y a inundar los trabajos; el sitio sigue siendo "propiedad" de la naturaleza.

El contenido del centro es tan singular como la c¨¢scara. Cuenta con auditorio (donde se proyectan documentales introductorios), tienda, cafeter¨ªa y, naturalmente, una exposici¨®n de objetos encontrados en las excavaciones que dista mucho de criterios convencionales. Importa, m¨¢s que las piezas y fragmentos rescatados del cieno, el discurso argumental que permite captar con frescura el d¨ªa a d¨ªa dentro de los muros de clausura. Por ejemplo, uno encuentra cierta explicaci¨®n a la fama que siempre tuvieron las monjas clarisas como hacedoras de golosinas; recib¨ªan cada a?o, como d¨¢diva real, ocho arrobas de az¨²car. Todav¨ªa hoy los pasteis de Santa Clara son el dulce t¨ªpico en las pasteler¨ªas de Coimbra.

Este magn¨ªfico complejo de Santa Clara la Vieja no es la ¨²nica novedad de Coimbra. El desalojo temporal del r¨ªo hizo posible una remodelaci¨®n de sus m¨¢rgenes. Lo que antes eran riberas asilvestradas son ahora un parque fluvial con fuentes, embarcaderos, restaurantes y terrazas de dise?o. El Pabell¨®n de Portugal que ?lvaro Siza construy¨® para la Expo de Lisboa ocupa uno de los ¨¢ngulos del parque, y sirve de sede a la joven orquesta filarm¨®nica.

Una galer¨ªa-mirador

Otra de las novedades importantes est¨¢ por inaugurar. Si todo va bien, a finales de a?o podr¨¢ reabrir sus puertas el Museo Machado de Castro, tendido en una colina contigua a la catedral vieja. El museo se halla sobre un criptop¨®rtico romano, unos s¨®tanos abovedados que servir¨ªan de almac¨¦n (de grano o aceite), pero tambi¨¦n de z¨®calo para el foro y bas¨ªlicas de la ciudad de Aeminio (heredera de la Con¨ªmbriga situada a tres leguas de all¨ª). En el siglo XII, el obispo de turno se hizo construir un palacio sobre los fundamentos romanos, y en el siglo XVI a?adieron una hermosa galer¨ªa porticada, que es el m¨¢s bello mirador de Coimbra.

El arquitecto Gon?alo Byrne (Lisboa, 1941) ha intervenido todas esas construcciones, d¨¢ndoles unidad y a?adiendo los vol¨²menes c¨²bicos que alojar¨¢n un museo romano, frente al ala que seguir¨¢ exponiendo los otros fondos del museo. Tambi¨¦n Byrne -premiado en proyectos como el museo ballenero de Pico, Azores- ha terminado otra obra notable en la Quinta das L¨¢grimas, saliendo apenas de la ciudad. La Quinta es un lugar hist¨®rico; el nombre le viene porque en sus jardines se esconden unas ruinas g¨®ticas donde, seg¨²n la leyenda, se reun¨ªan en secreto el futuro rey don Pedro y la desdichada In¨¦s de Castro.

La Quinta est¨¢ presidida por un palacete decimon¨®nico que conserva todo su lujo y encanto (es un Relais & Chateux). A un costado del palacete, Gon?alo Byrne ha creado un pabell¨®n horizontal que se refleja en un estanque de nen¨²fares y rezuma, tanto en sus l¨ªneas externas como en el interior de las habitaciones, un toque de misticismo oriental.

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