Rumores, evitar el virus
Una directora de planta de una importante empresa nos cont¨® que un d¨ªa lleg¨® a la f¨¢brica y se encontr¨® a todos sus empleados en la calle, pancartas en mano y en pie de guerra, dispuestos a manifestarse como protesta por el inminente traslado de la factor¨ªa a otro pa¨ªs. Sorprendida, se reuni¨® con los representantes de los trabajadores para abordar la situaci¨®n. Tras dos largas horas de reuni¨®n, faxes arriba y abajo, y llamadas telef¨®nicas a las oficinas centrales, consigui¨® convencerlos de que el supuesto traslado era absolutamente falso. Ni exist¨ªa ni jam¨¢s se hab¨ªa considerado. No era m¨¢s que un rumor. Un rumor del que hab¨ªan sido v¨ªctimas la pr¨¢ctica totalidad de los trabajadores de la f¨¢brica, y que, como m¨¢s tarde averiguar¨ªan, proced¨ªa de la mala interpretaci¨®n de un comentario del consejero delegado en su ¨²ltima visita. Un rumor que hab¨ªa pasado totalmente desapercibido a la directora de planta, la cual, desconectada de los circuitos de comunicaci¨®n informales, no hab¨ªa o¨ªdo nada de nada hasta encontrarse con la manifestaci¨®n.
"La mayor¨ªa de los rumores se crean por desnivel de informaci¨®n entre los interlocutores o se provocan por miedo"
"Desacreditar un rumor es m¨¢s lento y menos evidente. Pero mucho m¨¢s efectivo si se basa en hechos y no en palabras"
Anatom¨ªa del rumor
"Cualquier persona que tenga un m¨®vil y acceso a un ordenador tiene el poder de desestabilizar una empresa, una instituci¨®n o incluso un gobierno". Warren Bennis
Un rumor es una informaci¨®n falsa o tendenciosa, aparentemente inocente, pero h¨¢bilmente manipulada, que intoxica y entorpece la comunicaci¨®n entre la gente, destruyendo la confianza y enrareciendo el ambiente. Un potente virus que es capaz de provocar una verdadera epidemia que desestabilice una organizaci¨®n. Suele empezar con un simple comentario, que se transmite de persona a persona con peque?as alteraciones que van cambiando su significado y magnificando su virulencia y su potencial destructor.
Como en las epidemias m¨¦dicas, los rumores se propagan por contagio. Le contamos un rumor a una persona, que a su vez lo cuenta a 10 personas m¨¢s, creando una cadena de transmisiones que crece exponencialmente. Y a este proceso contribuyen de forma decisiva las nuevas tecnolog¨ªas. Con Internet, el correo electr¨®nico y los m¨®viles, la informaci¨®n llega de forma casi instant¨¢nea a todos los rincones de cualquier organizaci¨®n.
?Los rumores son siempre intencionados? Para contestar conviene distinguir entre dos tipos de rumores: los personales y los profesionales. Los primeros s¨ª suelen ser intencionados: alguien lanza un comentario malicioso sobre un tercero, con la intenci¨®n de producirle alg¨²n da?o, y este comentario se propaga incontroladamente en forma de rumor hasta conseguir en poco tiempo su malicioso objetivo. Los segundos, en cambio, la mayor¨ªa de las veces no lo son. Los podemos crear accidentalmente por el desnivel de informaci¨®n entre nosotros y nuestro interlocutor, o los podemos provocar por el miedo.
En el primer caso, cuando tenemos informaci¨®n que nuestro interlocutor no tiene, decimos cosas que ¨¦l no puede comprender y que provocar¨¢n una especulaci¨®n que acabar¨¢ en rumor. Imaginemos que yo, como gerente, estoy barajando la posibilidad de cambiar de oficinas (cosa que no quiero que nadie sepa hasta que sea una opci¨®n real), y usted, como directivo, me pide remodelar su despacho. Yo le contesto que no es el momento, y usted, que no sabe nada del posible traslado, empezar¨¢ a especular sobre el sentido de mis palabras. Muy probablemente acabar¨¢ dici¨¦ndole a su compa?ero algo como "estamos fatal, no tenemos dinero ni para arreglar mi despacho." El rumor est¨¢ servido.
En el caso del miedo, el mecanismo es distinto. Lo que ocurre es pura y simplemente que lo proyectamos en forma de rumor, anticipando el peor de los escenarios. Y lo hacemos porque en el fondo estamos buscando combatir nuestros temores con un desmentido. As¨ª, si temo perder mi trabajo, lanzar¨¦ un rumor: "Creo que nos echan a unos cuantos". Estar¨¦ esperando a que me digan que no, que es imposible, y que en todo caso no soy yo quien est¨¢ en la lista. Pero acabo de lanzar un rumor letal que har¨¢ su camino infeccioso por toda la organizaci¨®n.
Adem¨¢s de las diferencias de informaci¨®n y del miedo, tambi¨¦n tenemos en todas las organizaciones los "oportunistas del rumor": gente que utiliza los rumores como medio de captar la atenci¨®n en sus c¨ªrculos sociales y generar as¨ª camarader¨ªa con los dem¨¢s. Lamentablemente, ignoran que hablando de los dem¨¢s a sus espaldas, lo ¨²nico que crean es recelo y desconfianza.
Hay situaciones en que las organizaciones van a sufrir inevitablemente constantes infecciones de rumores: nuevos fichajes, despidos, reorganizaciones, traslados o cualquier otra situaci¨®n que implique un cambio. Y hay una situaci¨®n en particular que las engloba todas ellas y que estamos viviendo actualmente de forma especialmente virulenta: una crisis. En una situaci¨®n de crisis como la actual, los rumores se generan a diario como proyecci¨®n del miedo, y se necesita un constante sobreesfuerzo para detectarlos y combatirlos para no poner en riesgo la organizaci¨®n.
?C¨®mo combatir un rumor?
"En todas las relaciones, lo que hagas tendr¨¢ un impacto mucho mayor que lo que digas".
Stephen M. R. Covey
Pero no siempre los rumores aparecen en tiempos revueltos: hay empresas en las que la desmotivaci¨®n y la falta de cohesi¨®n interna propician un ambiente t¨®xico, caldo de cultivo ideal para que la gente lance rumores personales y profesionales como muestra de descontento. En cualquier caso, el nivel de rumores en circulaci¨®n en una empresa es un buen term¨®metro de su salud comunicativa: a m¨¢s rumores, peor salud. La primera gran decisi¨®n es si respondemos o no. Actuar no siempre es recomendable, especialmente con los rumores personales, ya que a trav¨¦s de nuestra respuesta lo hacemos llegar a gente que no sab¨ªa nada del rumor y estamos ayudando a difundirlo. Adem¨¢s, por m¨¢s firmes que seamos en la respuesta, siempre alguien pensar¨¢ que "cuando el r¨ªo suena, agua lleva".
Si el rumor es extenso, constatamos que ha llegado a la mayor¨ªa de la gente y deseamos responder, la segunda gran decisi¨®n es si optamos por desmentirlo o desacreditarlo. Desmentirlo significa replicar con argumentos el rumor. Lo podemos hacer cuando nuestras pruebas son inapelables, o de mayor magnitud que el rumor (en una ocasi¨®n, un conocido presentador de televisi¨®n pidi¨® a un colega suyo de la radio salir en directo con cualquier excusa. Cuando le preguntaron por qu¨¦ dijo: "Esta ma?ana andaban diciendo por ah¨ª que hab¨ªa muerto, y si me oyen en directo podr¨¦ desmentirlo"). En cualquier caso, y con la excepci¨®n de hechos evidentes como ¨¦ste, que logremos nuestro objetivo depender¨¢ de que resultemos m¨¢s cre¨ªbles que aquellos que han lanzado el rumor.
M¨¢s recomendable parece, en la mayor¨ªa de los casos, desacreditarlo: hacer algo que haga inveros¨ªmil o absurdo un rumor: Imaginemos que se rumorea sobre mi estado de salud: podr¨ªa desmentirlo, citando a la gente y asegur¨¢ndoles de primera mano que estoy sano. Algunos me creer¨ªan, sin duda, pero otros seguir¨ªan viendo sospechosas ojeras en mi rostro. Pero puedo f¨¢cilmente desacreditarlo, apunt¨¢ndome y animando a mis compa?eros a apuntarse a un medio marat¨®n. Aquellos que tras el kil¨®metro 10 siguieran corriendo conmigo se preguntar¨ªan sin duda: ?qui¨¦n es el est¨²pido que anda diciendo por ah¨ª que est¨¢ enfermo?
Desacreditar un rumor es m¨¢s lento, m¨¢s sutil y menos evidente. Pero mucho m¨¢s efectivo si se basa en hechos y no en palabras.
Si nos falla todo?
"Para romper una cadena basta con romper un eslab¨®n"
Sabidur¨ªa popular
Al igual que en las epidemias m¨¦dicas, si queremos detener una epidemia de rumores deberemos intentar cortar las cadenas de infecci¨®n. Esto supone identificar a gente de confianza que podamos utilizar como diques de contenci¨®n: gente que, tras nuestras explicaciones, cuando les llegue el rumor se avengan a cortarlo por lo sano, apelando a nuestra relaci¨®n de confianza.
Si tenemos bien identificadas las cadenas de comunicaci¨®n de la organizaci¨®n y podemos situar "diques de contenci¨®n" en la mayor¨ªa de ellas, la estrategia funcionar¨¢. Pero hay algo importante a tener en cuenta: esta estrategia no debe utilizarse nunca si el rumor no es tal y es una informaci¨®n real, ya que cuando se sepa la verdad habremos perdido toda la credibilidad con aquellos que hemos utilizado como diques de contenci¨®n.
?Qu¨¦ hacemos con los 'rumor¨®logos'? La gente que difunde sistem¨¢ticamente rumores hace un gran da?o a la organizaci¨®n. Parece obvio que hay que desenmascararlos y parece recomendable prescindir de ellos lo antes posible. Sin embargo, conviene saber que detr¨¢s de un gran rumor¨®logo siempre hay una historia de frustraci¨®n personal. Puede ser un ascenso que no se ha materializado, una persona que piensa que la menosprecian? Es importante, antes que nada, intentar averiguar qu¨¦ le ocurre, porque si lo podemos solventar, nos evitaremos soluciones m¨¢s traum¨¢ticas y sanaremos a una persona que estaba resultando infecciosa para nuestra organizaci¨®n.
Por ¨²ltimo, hay algo que todos nosotros podemos hacer sin mucho esfuerzo para contribuir a generar climas comunicativos sanos: antes de hacer circular una informaci¨®n deber¨ªamos preguntarnos si es razonablemente cierta y si el hecho de circularla contribuir¨¢ positivamente a la organizaci¨®n. Si no es as¨ª, lo que haremos circular es un virus.
Vacuna contra los chismes
Que lleguen murmuraciones a nuestra organizaci¨®n o entorno es inevitable, pero podemos estar vacunados, es decir, haber generado un clima de confianza que haga que no se propaguen. ?stas son algunas de las cosas que nos pueden ayudar a crear este clima de confianza:
1. Conocer bien a la gente: Ir m¨¢s all¨¢ del conocimiento superficial, que se limita a la etiqueta que todos llevamos puesta.
2. Saber cu¨¢les son? las relaciones entre la gente: identificar las cadenas de comunicaci¨®n que ya funcionan de forma eficiente.
3. Reconocer los canales de comunicaci¨®n existentes: identificar cu¨¢les funcionan y cu¨¢les no. Cu¨¢les son eficientes para transmitir determinados mensajes y cu¨¢les no.
4. Ser transparentes. Compartir siempre la m¨¢xima informaci¨®n posible. Dado que no siempre se puede decir todo a todos, pensar, ante cada decisi¨®n, qu¨¦ explicamos, a qui¨¦n, cu¨¢ndo y c¨®mo.
5. Ser claros, evitar ambig¨¹edades. Ser expl¨ªcitos y no dejar cosas a la interpretaci¨®n. No dar versiones diferentes a gente diferente.
6. Ser r¨¢pidos. Dar las informaciones relevantes con celeridad y sin retrasos. Hacer llegar con rapidez y al mismo tiempo la informaci¨®n a todo nuestro entorno.
7. Tener valor. Estar dispuesto a dar tanto las buenas noticias como las malas. Con la misma rapidez y -aunque con empat¨ªa- con la misma claridad.
8. Ser ¨ªntegros. Asegurarnos de que hay consistencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Si nuestros actos y nuestras palabras no dicen lo mismo, el mensaje que prevalece es siempre el negativo.
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