Pol¨ªtica, financiaci¨®n y espect¨¢culo
La sobreactuaci¨®n, la exageraci¨®n e incluso la demagogia forman parte del espect¨¢culo de la pol¨ªtica. Una noticia se convierte en acontecimiento en funci¨®n de la parafernalia que se monta en su entorno. El acuerdo de financiaci¨®n llega con un a?o de inexplicable retraso. Requer¨ªa, por tanto, rodearlo de solemnidad, aunque s¨®lo fuera para expresar que el desgaste sufrido merec¨ªa la pena. Como siempre acudieron a la cita las frases de ritual: un acto de justicia, un acontecimiento hist¨®rico. El tripartito respiraba porque hab¨ªa salvado en el ¨²ltimo momento un gran marr¨®n, sin pagar el precio de la ruptura interna. Se notaba el alivio. En el otro lado, CiU tambi¨¦n se dejaba llevar por el exceso de may¨²sculas, con un abigarrado argumento de traici¨®n al Estatuto, y no pod¨ªa ocultar la decepci¨®n por un doble error de c¨¢lculo: que el resultado de la negociaci¨®n ser¨ªa peor y que Esquerra Republicana romper¨ªa el tripartito.
El acuerdo est¨¢ en la l¨®gica del Estado de las autonom¨ªas, donde se avanza, paso a paso, a golpe de ri?¨®n de Catalu?a
Pero, m¨¢s all¨¢ de los rituales, est¨¢ la realidad de las cosas. A juzgar por lo que hemos o¨ªdo hasta ahora, el Gobierno catal¨¢n ha conseguido una financiaci¨®n que entra dentro del margen interpretativo de un Estatuto que hizo de la ambig¨¹edad estilo, que coloca por primera vez a Catalu?a por encima de la media de ingresos, aunque sin alcanzar la ordinalidad, y con unas cifras que se sit¨²an en la banda alta de las previsiones. La financiaci¨®n mejora significativamente respecto de la situaci¨®n actual. Todo ello, eso s¨ª, con la cautela propia de la desconfianza generada por el modo de hacer de Zapatero. Si el resultado que se ha alcanzado ahora se hubiera conseguido hace un a?o, probablemente todo el mundo lo dar¨ªa por bueno. Las dilaciones y desdenes han generado mucho desgaste. Y la reticencia de la ministra Salgado a hacer p¨²blicas las cifras deja inevitablemente un halo de duda sobre el acuerdo.
El pacto ha producido ya algunos efectos pol¨ªticos. En primer lugar, la consolidaci¨®n del tripartito, que ha conseguido mantener la unidad que no fue posible cuando la negociaci¨®n del Estatuto. Ahora queda claro que el tripartito es la opci¨®n estrat¨¦gica de los tres partidos que lo forman. El presidente Montilla ha pasado la prueba. Y Joan Puigcerc¨®s ha demostrado que, poco a poco, Esquerra Republicana va incorporando cultura de gobierno. Al mismo tiempo, Antoni Castells se consolida como una figura de referencia de la pol¨ªtica catalana. A ¨¦l, a su autoridad intelectual y a su compromiso ideol¨®gico, confi¨® el presidente Montilla la negociaci¨®n y la validaci¨®n del acuerdo. Con el s¨ª de Castells y el s¨ª de Esquerra, las descalificaciones de los guardianes de la patria tendr¨¢n m¨¢s dificultad para hacerse o¨ªr.
CiU ha optado por el aislamiento. En cierto modo sorprende en un partido que hizo del posibilismo su raz¨®n de ser: cada peque?o avance era una gran conquista cuando Pujol gobernaba. Sus estrategas electorales -que son muy competentes- habr¨¢n decidido que las pr¨®ximas elecciones pasan por la disputa del voto soberanista a Esquerra Republicana. Sorprende, sin embargo, que un partido tan importante viva tan pendiente de un partido sensiblemente menor. CiU se ha dejado llevar por su propio estilo de gobierno: un pacto de financiaci¨®n a medio plazo va contra la pol¨ªtica del regateo cotidiano con Madrid que le dio siempre buenos resultados pol¨ªticos. Lanzada ya a la estrategia para las auton¨®micas, el acuerdo le ha pillado por sorpresa. La reacci¨®n, m¨¢s bien favorable al pacto, de la llamada sociedad civil, harta ya de tanta dilaci¨®n, le obligar¨¢ a modular su rechazo inicial. El retorno del PP al discurso del ventajismo catal¨¢n har¨¢ m¨¢s complicada una alianza parlamentaria dentro de un a?o.
El acuerdo est¨¢ en la l¨®gica del Estado de las autonom¨ªas, donde se avanza, paso a paso, a golpe de ri?¨®n de Catalu?a. Es hora de pedir que se aproveche la financiaci¨®n para definir una estrategia de rearme interior que singularice a Catalu?a en el mapa global (durante, un tiempo, jugar a fondo las cartas propias y vivir menos pendientes de Espa?a) y que los partidos nos expliquen, sin subterfugios, su idea de Catalu?a y de la relaci¨®n con Espa?a. Entramos en a?o electoral, ser¨ªa una buena oportunidad para que todos reescribieran con claridad sus propuestas y sus relatos. De momento, una cosa est¨¢ clara: dentro de un a?o los catalanes escoger¨¢n entre CiU (con apoyo externo, probablemente del PP) y el tripartito. Ambig¨¹edades fuera.
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