Cortijos pol¨ªticos
Un partido pol¨ªtico es la cristalizaci¨®n de un proyecto nacional para un buen gobierno. Se eleva el discurso al espacio p¨²blico, se trata de persuadir a los ciudadanos de su viabilidad como proyecto y las urnas miden su grado de aceptaci¨®n. En el caso de organizaciones peque?as es normal trabajar en consenso. Es f¨¢cil el acuerdo. De esta forma, aunque el trabajo se reparta y los miembros cumplan diferentes funciones, todos participan en la gesti¨®n del proyecto. En cambio, en las grandes organizaciones, como en los partidos pol¨ªticos que han conseguido una amplia representaci¨®n en el parlamento, esta estructura democr¨¢tica es particularmente complicada de respetar. Es normal que pensemos, especialmente en un Estado democr¨¢tico, que la democracia impere en los partidos pol¨ªticos, pero lo cierto es que en ellos se forman oligarqu¨ªas y facciones de poder -el PP actualmente es un buen ejemplo, con sus B¨¢rcenas, Camps y Aguirre- sin que ello les impida convivir dentro de la misma organizaci¨®n.
Una situaci¨®n que, normalmente, criticamos con generosidad, pero que no es distinta de la que tambi¨¦n se da en las empresas. En las grandes organizaciones el trato personal es el germen de envidias y la mayor amenaza a la tan celebrada meritocracia. En efecto, cuando las fidelidades y no los m¨¦ritos personales forman el carisma que hace oficio, el edificio de la organizaci¨®n termina siendo el particular cortijo de unos y otros. Es f¨¢cil de entender, pues los m¨¦ritos son el producto de la fidelidad y no del trabajo bien hecho. La fidelidad es m¨¢s celebrada que el m¨¦rito. Se tiene a la fidelidad como una virtud, cuando no es m¨¢s que pusilanimidad. No es reflejo de un trabajo en equipo, sino un cerrar filas de los fieles frente a otros fieles, dentro de la misma organizaci¨®n y es un magn¨ªfico abono para navajazos traperos, y no es necesario citar ejemplos pues seguro que cada uno tiene m¨¢s de uno en fechas recientes y no tanto. Es, y acabo con estas reflexiones, el disfraz de la obediencia m¨¢s cobarde, ya que rechaza todo tipo de cr¨ªtica como si la cr¨ªtica fuera deslealtad.
Claro que, tal vez, esto no interesa. Y no interesa ni a los grupos de amplia representaci¨®n parlamentaria ni a los m¨¢s peque?os, donde tampoco tienen cabida ni cr¨ªticos ni disidentes. Es lo que sucedi¨® con Rosa D¨ªez. Pensaba que las cosas se pod¨ªan hacer como ella afirmaba, y fund¨® una nueva organizaci¨®n en la que trabajar en la l¨ªnea y en la manera que ella dec¨ªa deb¨ªa hacerse. Y no es el ¨²nico ejemplo, aunque s¨ª el m¨¢s reciente. En su d¨ªa entendi¨® que las cosas se pod¨ªan hacer de otra manera, recibi¨® el aplauso de la derecha, tambi¨¦n de muchas personas que le han dado su confianza y ahora rechaza a algunos que, como ella, conformaron UPyD y que, como ella en su d¨ªa, no le son fieles sino cr¨ªticos. El abandono del coordinador de UPyD en Andaluc¨ªa y de Mikel Buesa, o la invitaci¨®n de Rosa D¨ªez a que otros miembros de su grupo dejen el partido y funden uno nuevo, son m¨¢s ejemplos. No acepta la cr¨ªtica, s¨®lo la fidelidad. El autoritarismo, que tanto denunci¨® en el PSOE, el personalismo y la falta de democracia interna le caen a D¨ªez al igual que antes las atribuy¨® al grupo socialista. De nuevo se muestra que en estos espacios, cuando la cr¨ªtica aparece, algo profundamente no democr¨¢tico asoma. Hay una jerarqu¨ªa y las parcelas de responsabilidad han generado tierras de poder que atienden a intereses puramente particulares. La disidencia, una vez m¨¢s, se considera traici¨®n y no se legitima cuando la disidencia es leg¨ªtima en cuanto no supone sumisi¨®n y s¨ª aportaci¨®n de ideas. De ah¨ª que tenga que preguntarme, ante el obligado abandono del coordinador de la UPyD en Andaluc¨ªa y la invitaci¨®n a tantos otros militantes que quer¨ªan formar un nuevo proyecto y esta nueva historia, si ?podr¨ªa ser relativamente frecuente que algunas organizaciones pol¨ªticas no nazcan del mundo de las ideas, sino de ambiciones personales? La respuesta que, a veces, me doy es que en ocasiones, especialmente en las peque?as organizaciones, cuyo origen responde a desavenencias pol¨ªticas y personales y no al ¨¢mbito de ideas al servicio de la sociedad.
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