AS? EN LA TIERRA COMO EN LA TELE
Vi c¨®mo el ni?o, nada m¨¢s dejar sus padres las maletas en el apartamento 401, encend¨ªa la tele en el canal Naturaleza Salvaje, desenfundaba los rotuladores Carioca, rescataba un bloc de dibujo sumergido en el surtido de bragas de bikini de la madre, y bajaba a la piscina. All¨ª escogi¨® una tumbona reclinable. Le dije si quer¨ªa un refresco, pero abri¨® el bloc tama?o A3 y comenz¨® a dibujar la fachada del aparthotel. Le pregunto entonces qu¨¦ hace y responde: "dibujo El sue?o eterno". Por si acaso, le llev¨¦ una Fanta. Con la playa a su espalda, y sin mezclarse con otros mocosos que montaban bronca en la piscina, pas¨® aquel primer d¨ªa entregado al dibujo. Cuando, de cena, le llev¨¦ un bocadillo, observ¨¦ que la Fanta ni la hab¨ªa tocado; rotuladores circuncidados se amontonaban en sus manos. S¨®lo dijo, "me gustan las aves migratorias, me voy a ver Naturaleza Salvaje". Al d¨ªa siguiente, a petici¨®n de sus padres, llev¨¦ un escueto desayuno al apartamento, [en a?os de oficio he podido comprobar que hay dos tipos de familias: a) las que quieren copiosos desayunos, como si en verano fueran americanas, y b), las que la madre, reci¨¦n operada, sue?a con el t¨ªtulo Miss Top-Less; estamos ante este ¨²ltimo caso]. Fue dejar el desayuno y ver al cr¨ªo ante el televisor, a oscuras, irradiado por unas aves que sin raz¨®n aparente migraban de un continente a otro. Los padres a¨²n dorm¨ªan. No tard¨® el chaval en bajar a la piscina. La misma tumbona y, Carioca va Carioca viene, continu¨® trabajando la fachada, a trav¨¦s de cuyas ventanas vi escenas minuciosamente dibujadas: una rubia besando, un tipo que dispara un rev¨®lver, en el tercer piso un coche aparcado junto a una caba?a, y as¨ª. Esa noche, les subo la cena y veo a la madre iniciando una pelea con el hijo para forzarlo a no ver m¨¢s Naturaleza Salvaje. Afirma estar harta, no poder m¨¢s. El padre hace adem¨¢n de sacar el cintur¨®n, de repente recuerda que va en ba?ador. A la ma?ana siguiente el chaval me dice, "no entiendo por qu¨¦ mi madre se ha puesto tetas; odio esas tetas, yo no mam¨¦ de esas tetas. Me ha borrado".
D¨ªas m¨¢s tarde, estando de guardia nocturna, veo luz en la recepci¨®n trasera. A falta de ginebra, hab¨ªa estado chupando la goma del aire acondicionado, as¨ª que fui haciendo eses. Era el cr¨ªo, ante la tele, a oscuras, viendo pasar aves migratorias. Me sent¨¦ a su lado, agarr¨¦ el bloc, abierto en el asiento de al lado. "?Por qu¨¦ dibujas esto?", le dije. "Por la pel¨ªcula El sue?o eterno -respondi¨® sin apartar la vista de la tele-, la he visto mil veces y quiero dibujar en cada una de las ventanas de este hotel una escena de la pel¨ªcula". "?Pero por qu¨¦?" "Porque es una peli que no entiendo". Nos quedamos un rato mirando la pantalla en silencio, hasta que dijo, "ves, tampoco esas aves migratorias entienden".
Agust¨ªn Fern¨¢ndez Mallo es autor de Nocilla Experience (Alfaguara) y finalista del Premio Anagrama de Ensayo con Postpoes¨ªa.
Babelia
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