Un viaje de odisea con Ryanair

Si despega con Ryanair y su aeropuerto de destino amanece cubierto de niebla, probablemente termine pasando hambre en cualquier otra ciudad. "No nos dieron ni una botella de agua", detalla Ana Rodr¨ªguez, joven que embarc¨® el 11 de julio en Reus rumbo a Santiago de Compostela y termin¨® en Valladolid, a unos 500 kil¨®metros de la capital gallega, por problemas de visibilidad. Tard¨® 10 horas en llegar a su destino, ocho m¨¢s de las previstas. Pero la compa?¨ªa se neg¨® a ofrecerles vales para comida, el m¨ªnimo que exigieron el centenar de pasajeros. "Al tratarse de problemas meteorol¨®gicos no estamos obligados a ning¨²n tipo de compensaciones", defiende un portavoz de la aerol¨ªnea.

Ryanair ni inform¨® de lo ocurrido. Al menos de forma inteligible, ya que ning¨²n miembro de la tripulaci¨®n hablaba catal¨¢n o castellano. "S¨®lo sab¨ªan ingl¨¦s y tras mucho insistir redactaron una nota, pero cuando ya hab¨ªa pasado todo", lamenta Rodr¨ªguez. Cuando el avi¨®n dej¨® de dar vueltas sobre las pistas de Santiago y tom¨® tierra en Valladolid pocos eran conscientes del desv¨ªo. "Lo vimos en los carteles: 'Aeropuerto de Valladolid'. Fue una sorpresa", relata Rodr¨ªguez. Tras varios minutos de discusiones la compa?¨ªa dej¨® a los pasajeros en un autob¨²s mientras la tripulaci¨®n se fue a su aire. El ch¨®fer tuvo el detalle de parar de camino para saciar el hambre, eso s¨ª, a cargo del pasajero.