El lirismo de Cristino de Vera
Tenerife abre un centro de arte con 104 obras del artista canario
El sombrero oscuro y el caminar desgarbado le dan un aire a Leonard Cohen. Puede que no s¨®lo el aspecto f¨ªsico sea lo que tenga en com¨²n el pintor Cristino de Vera (Santa Cruz de Tenerife, 1931) con el m¨ªtico creador de Suzanne. La melancol¨ªa, el misticismo, la representaci¨®n del silencio, la omnipresencia de la muerte est¨¢n en las canciones de uno y en las telas del otro. Y en el caso de Cristino de Vera, tambi¨¦n est¨¢ siempre presente la b¨²squeda de conjuros contra lo desconocido y la a?oranza de su pasado y los sue?os incumplidos. Anoche, el gran artista canario vio por fin materializado uno de sus sue?os m¨¢s persistentes: ver reunida una gran parte de su obra en el escenario de sus recuerdos m¨¢s tempranos: la Fundaci¨®n Cristino de Vera, situada en pleno centro de la antigua Universidad de La Laguna, inaugurada anoche por los Reyes.
La fundaci¨®n (www.cristinodevera.es) es una antigua casona se?orial en la que de manera permanente se muestran 104 obras distribuidas en cinco espacios representativos de todas las etapas y temas del artista junto a una muestra temporal de una treintena de piezas en las que se da cuenta de su presencia en el coleccionismo canario.
La v¨ªspera de la apertura al p¨²blico, el pintor se mostraba todo lo contento que le permite su conocida naturaleza pesimista. Pese a que su obra est¨¢ por fin en el lugar deseado, no se permite la sonrisa. "Ser¨ªa obsceno sentirse feliz en un momento en el que todos nos sentimos amenazados por la falta de empleo y por una pandemia que podr¨ªa ser m¨¢s catastr¨®fica que la de 1918, cuando murieron muchos m¨¢s que durante la Gran Guerra".
Mientras juega con el sombrero, Cristino de Vera reflexiona sobre el origen del arte. "Es producto del temor que siempre acompa?a al hombre. Pensemos en el paleol¨ªtico. Aquellos hombres utilizaban la sangre para pintar lo que les aterrorizaba. El mundo ha estado siempre lleno de amenazas y los artistas han manifestado sus temores a trav¨¦s del arte".
Cristino de Vera ha creado un mundo poblado por seres y objetos que hablan de soledad, de oscuridad, de muerte. Una calavera sella cada uno de sus paisajes. "Es producto de la realidad porque yo viv¨ª la posguerra, y de los 18 amigos s¨®lo sobrevivimos cinco. Pero tambi¨¦n recojo la tradici¨®n pict¨®rica de El Greco, de Vald¨¦s Leal, de Piero de la Francesca, de Picasso, de Pollock...". El ser uno de los pocos artistas que en vida disfrutan de un museo propio es una idea que no le estimula el ego. "Se le ocurri¨® a ?lvaro Arvelo, el presidente de Caja Canarias, y se lo agradezco, pero mi ego no se altera. Ser¨ªa una p¨¦rdida de energ¨ªa. Mi padre me dec¨ªa que el ser humano puede ser un santo o un canalla y que la tercera opci¨®n era la bondad. Me dec¨ªa, y es verdad, que cuanta m¨¢s edad, mayor sabidur¨ªa".
?La fundaci¨®n har¨¢ que se pueda conocer mejor su obra? "Conocerlo todo es imposible. Pero s¨ª se puede aprender a mirar y a disfrutar. Me gusta este espacio porque hay silencio. La contemplaci¨®n es el vaciamiento del yo". ?Se arrepiente de algo? "De no haber tenido hijos. Cuando pod¨ªa, ten¨ªamos muy poco dinero, y ahora me hubiera gustado tener nietos con los que hablar de nuestras cosas".
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