El arist¨®crata de las seis cuerdas
Atenci¨®n, ¨¦ste es un test de agudeza roquera: ?sabr¨ªa usted decirnos el t¨ªtulo de cuatro o cinco canciones m¨ªticas e incontestables de Jeff Beck? A muchos aficionados les costar¨ªa un triunfo y mucho sudor salir del brete, pese a lo cual este caballero brit¨¢nico de Wallington revent¨® anoche las taquillas de Puerta del ?ngel, adulado por un gent¨ªo absorto con las muchas virguer¨ªas que a¨²n pueden hacerse con una Fender Stratocaster nacarada entre las manos. Y sin p¨²a.
A los Yardbirds les bastaron cinco a?os, entre 1963 y 1968, para revolucionar la historia del rock planetario con aquella irrepetible constelaci¨®n de guitarristas. Por orden cronol¨®gico: Eric Clapton, Beck y Jimmy Page, que recoger¨ªa las cenizas de la banda para fundar Led Zeppelin. Antecesor y sucesor han merecido muchas m¨¢s p¨¢ginas en las enciclopedias, pero Jeff siempre fue el predilecto de los enteradillos. El m¨¢s ¨ªntegro, el agitador, el hombre que impregn¨® todo el rhythm and blues garajero de la d¨¦cada y sent¨® los primeros pilares del heavy metal. Nadie como ¨¦l hac¨ªa buena aquella vieja cantinela de los profesores de guitarra: agarren el instrumento y h¨¢ganlo hablar.
JEFF BECK GROUP
Jeff Beck (guitarra el¨¦ctrica), Jason Rebello (teclados), Tal Wilkenfeld (bajo), Vinnie Colaiuta (bater¨ªa). Los Veranos de la Villa, Puerta del ?ngel. De 28 a 38 euros. Lleno (2.400 espectadores). Madrid, 24 de julio.
Su m¨¢stil gime, a¨²lla, rezonga, chirr¨ªa, resopla y hasta se contonea
El m¨¢stil de Beck gime, a¨²lla, rezonga, chirr¨ªa, resopla y hasta se contonea, ciertamente. No existe vocalista porque ya se encarga de cantar la Fender. O al menos ¨¦sa es la idea. En la pr¨¢ctica, Beck chapotea mucho m¨¢s en las aguas de ese vacuo jazz-rock efectista y complaciente que en las ci¨¦nagas de quien dispone de pasaporte vitalicio en el Ronnie Scott's londinense, y durante sus a?os mozos nos hizo creer que Rod Stewart ser¨ªa uno de los grandes cantantes del blues finisecular. Incautos de nosotros.
Ni siquiera se pertrecha de micr¨®fono para presentar alguna que otra pieza o dar las buenas noches, entre otras posibilidades que ofrece el don de la palabra. Beck se sabe integrante destacado en la aristocracia de las seis cuerdas -es el decimocuarto mejor guitarrista de la historia, seg¨²n la c¨¦lebre clasificaci¨®n de Rolling Stone-, as¨ª que prefiere conceder todo el protagonismo a esas manos endiabladamente habilidosas. Y, de paso, a su cuerpo serrano.
Reci¨¦n alcanzada la edad legal de jubilaci¨®n, hay que tener arrestos para presentarse con bot¨ªn blanco, pantalones de cuero, sudadera sin mangas y una media melena cardada y de negritud sospechosa. Con potingues colorantes o sin ellos, a Beck siempre le priv¨® eso de presumir: como cuando era un bomboncito en los a?os de los Yardbirds y ocultaba su condici¨®n de hombre casado para resultar m¨¢s deseable entre las chavalitas de las primeras filas.
Respuesta al quiz inicial: Beck's bolero, Behind the veil y algunas versiones sabrosas, como A day in the life (The Beatles), Cause we've ended as lovers (Stevie Wonder) o el delicioso Nadia, del brit¨¢nico hind¨² Nitin Sawhney. Todas ellas sonaron en una noche con bastantes m¨¢s filigranas y punteos que alma verdadera. Los arist¨®cratas siempre se tuvieron en muy alta estima; y si son arist¨®cratas sobrevenidos, m¨¢s. Pero para recuperar todo nuestro aprecio deber¨ªan volver a pringarse de barro sus primorosos botines blancos.
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