Monta?a en primera l¨ªnea de playa
Ascensi¨®n al Montg¨®, un mirador vertiginoso entre Denia y J¨¢vea
Debe de haber pocas monta?as que atraigan m¨¢s miradas que el Montg¨®: huesuda y atroz, como la mano de gigante que describi¨® Blasco Ib¨¢?ez en Mare Nostrum, esta mole calc¨¢rea se alza entre J¨¢vea y Denia formando con el cabo de San Antonio, que es su prolongaci¨®n, una silueta distinguible desde cualquiera de las playas que bordean el golfo de Valencia, incluso desde la lejana Oropesa, all¨¢ en Castell¨®n. Muy vista, s¨ª, pero muy poco trillada, pues los millones de personas que la contemplan lo hacen mientras se tuestan al sol, sin albergar el m¨¢s m¨ªnimo deseo de subir a ella, por m¨¢s que esta monta?a haya jugado, como enseguida veremos, un destacado papel en la historia de la humanidad, incluida la humanidad que s¨®lo se alimenta de paella y fotones.
Quien s¨ª subi¨® al Montg¨®, en la primavera de 1804, fue el astr¨®nomo Pierre-Andr¨¦ M¨¦chain, que a la saz¨®n andaba calculando la longitud del meridiano terrestre. Gracias a esa ascensi¨®n, la nueva medida universal que la Francia revolucionaria quer¨ªa ofrecer al mundo, el metro, pudo definirse como la diezmillon¨¦sima parte de la distancia entre un polo y el Ecuador. Y es por eso que todos los que usan el metro est¨¢n en deuda con el Montg¨®: sastres, agrimensores, alba?iles, aficionados al bricolaje, jueces de lanzamiento de jabalina..., y tambi¨¦n los turistas que se pelean por un metro de arena libre sobre el que tender la toalla y que, si pudieran, har¨ªan desaparecer este pedrusco para ganar una hora m¨¢s de sol.
El motivo por el que M¨¦chain eligi¨® el Montg¨®, y no el castillo de Denia u otro punto m¨¢s llano de la costa, es que, para realizar sus triangulaciones, necesitaba ver Ibiza con claridad. Y eso s¨®lo se pod¨ªa hacer desde aqu¨ª, como ya hab¨ªan tenido ocasi¨®n de comprobar el ge¨®grafo Al Idrisi, los soldados de la Legi¨®n VII G¨¦mina que establecieron un puesto de vigilancia en el siglo III y los hombres que habitaron en el neol¨ªtico la cova de l'Aigua. Por parecidas razones, de altura y pendiente, el Montg¨® se salvar¨ªa de la vor¨¢gine urban¨ªstica que desde mediados del siglo XX ha ido devorando la mayor parte del litoral levantino, no vi¨¦ndose hoy en sus faldas m¨¢s que un par de tiros al plato, que tampoco podr¨ªan haberse instalado en otro lugar de Denia o de J¨¢vea porque doquiera que se apunte hay un chal¨¦.
La cara este
Junto a uno de esos campos de tiro, el de Les Planes-Denia, situado a 2,4 kil¨®metros de J¨¢vea, vamos a iniciar nuestra andadura en pos de tan hist¨®rica cumbre siguiendo una pista de tierra cerrada al tr¨¢fico con cadena que enfila directa hacia la cara este, a primera vista inaccesible, del Montg¨®. Este buen camino discurre durante casi dos kil¨®metros por el paraje de Les Planes, un altiplano pedregoso que, pese a su aridez extrema, pintan de verde los pinos carrascos, coscojas y palmitos, y que en primavera, para m¨¢s milagro y color, revienta de gladiolos, jaguarzos, cantuesos, aliagas... En total, m¨¢s de 650 especies que hacen que los bot¨¢nicos se froten los ojos y que justifican plenamente que el Montg¨® fuera declarado parque natural en 1987. M¨¢s que la cantidad de plantas, enorme para el reducido espacio de parque (2.117 hect¨¢reas), sorprende la rareza de muchas de ellas, especialmente las que medran en las umbr¨ªas del macizo -cual la hierba de herradura o la escabiosa rupestre- y en los acantilados del cabo de San Antonio, como la Silene de Ifach, el enebro marino, la alfalfa arb¨®rea o el cardo de pe?a, el cual ¨²nicamente crece en este punto concreto de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y en alguna localidad ibicenca.
A la media hora de paseo, o quiz¨¢ algo menos, llegaremos a una encrucijada en la que se levanta un panel informativo. Aqu¨ª, justo donde la ladera comienza a empinarse sobremanera, deberemos dejar la pista para trepar por una senda que zigzaguea cansinamente, durante una hora larga, por pedreras y cortados que son de buena querencia del t¨¦ de roca. Lejos de ser aburrida, esta serpenteante trocha nos brindar¨¢ unas vistas de la bah¨ªa de J¨¢vea, cerrada al sur por el cabo de la Nao y la isla del Descubridor, como s¨®lo las gozan las gaviotas, ¨¢guilas perdiceras, cern¨ªcalos y halcones peregrinos que tienen sus nidos en los acantilados del macizo.
Transcurrida una hora y media de marcha, alcanzaremos la delgada arista cimera, y en media hora m¨¢s, avanzando a mano derecha, el v¨¦rtice geod¨¦sico que se?ala la m¨¢xima altura del Montg¨®: 753 metros sobre el cercano mar. Al sur reconoceremos el pe?¨®n de Ifach; a poniente, la sierra de Aitana; al norte, allende el puerto de Denia, las playas de Oliva y Cullera; y a naciente, Ibiza y Formentera, las Pitiusas que M¨¦chain, hace 204 a?os, enfoc¨® con su catalejo a fin de determinar la medida exacta del orbe y, por extrapolaci¨®n, la del metro-patr¨®n. Curiosamente, al Montg¨® le calcul¨® siete metros m¨¢s de los que en realidad tiene. Pero un error de un 1% lo tiene cualquiera, hasta los GPS.
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Gu¨ªa
C¨®mo ir
El parque natural del Montg¨® se halla en el extremo nororiental de Alicante, a 90 kil¨®metros de la capital yendo por la autopista del Mediterr¨¢neo (A-7). Hay que coger la salida 63 y, una vez en J¨¢vea, avanzar por la carretera litoral CV-736 hacia Denia.
Comer
Mena (965 78 09 43). Carretera de Las Rotas, kil¨®metro 5. Denia. Pescados y mariscos frescos en un comedor con espectaculares panor¨¢micas del cabo de San Antonio. Entre 30 y 50 euros.
Can Broch (966 42 17 84). Puerto de Denia. Especialidad en carne a la brasa. Unos 45 euros.
Dormir
Buenavista (965 78 79 95). Partida Tossalet, 82. Denia. Hotelito instalado en una villa decimon¨®nica, con vistas al mar y al Montg¨®, jard¨ªn, piscina y restaurante. La habitaci¨®n doble, de 115 a 135 euros.
Les Rotes (965 78 03 23). Denia. Antigua casa se?orial en las estribaciones del Montg¨®. Doble, de 86 a 143 euros.
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