Dragones con buen rollito
Un laboratorio natural donde los animales no temen al hombre. El asombroso archipi¨¦lago ecuatoriano de las Gal¨¢pagos celebra los 200 a?os del nacimiento de Charles Darwin, que encontr¨® all¨ª las claves de la evoluci¨®n
Dos mil nueve no s¨®lo es el A?o de Darwin: 200 aniversario de su nacimiento y 150 de la publicaci¨®n de El origen de las especies. Es el mejor momento para volver a las Gal¨¢pagos: las islas que nos ense?aron de d¨®nde venimos podr¨ªan ahora ense?arnos a d¨®nde vamos.
Animales que nunca has visto, como las fragatas con sus sacos rojos, y sonidos como nunca antes hab¨ªas o¨ªdo, como el rugir de un lobo marino en celo. Por todas partes te rodea lo desconocido y t¨² mismo te desconoces: no importa lo lejos que hayas ido, nunca has estado antes en un lugar como ¨¦ste.
Se oye cantar al beb¨¦ ballena, un canto perdido en la bah¨ªa de Isabela, no lejos de la caleta Tagus donde una vez ancl¨® el Beagle. Los lugare?os dicen que est¨¢ llorando. Llora por su madre muerta.
Las ballenas llegaron por la ma?ana. Eran 13. Se lanzaban una y otra vez contra la playa negra. Los habitantes de Isabela lucharon dos d¨ªas y tres noches sin dormir para intentar devolverlas al mar. S¨®lo pudieron salvar a un beb¨¦ ballena que vaga moribundo y triste bajo el volc¨¢n que preside la isla Isabela, sus bosques de palosanto, la perfecci¨®n tropical de su playa.
En la Isla R¨¢bida, los flamencos, a centenares, conjuran el anochecer. No es la noche de la iguana, sino la de las fragatas. Los machos que buscan pareja exhiben su enorme saco rojo como la bandera de una revoluci¨®n imposible.
Dicen que los radares han llegado al para¨ªso. Radares militares estadounidense que causan el suicidio de las ballenas. Aqu¨ª los animales no temen al hombre, los leones marinos y las iguanas vienen a tenderse a mis pies mientras desayuno en Isabela. Toda mi vida buscando el para¨ªso como si fuese una ballena suicida y al final lo he encontrado. He nadado con las tortugas en v¨ªas de extinci¨®n en mares de colores. Y he jugado bajo el agua con un joven le¨®n marino. Los pinzones de patas azules celebran el cumplea?os de Darwin, un acuariano de 200 a?os que ha tra¨ªdo esta primavera muchos m¨¢s visitantes a la isla. El origen de las especies cambi¨® el mundo, pero nada puede cambiar las Gal¨¢pagos, ni la misteriosa baronesa protagonista con sus tres amantes del crimen de Floreana, ni los chivos que se comen los cactus opuntia matando de hambre a las tortugas m¨¢s famosas del mundo. El hombre vino a estos lugares a introducir animales y leyendas. Antes, estas islas fueron de balleneros y piratas. Casi acabaron con los animales que se dejaban coger sin huir pues en su mundo antes del pecado original no exist¨ªa la palabra peligro.
Un planeta interior
No me extra?a que Darwin estuviese mareado durante la mayor parte del que ser¨ªa el crucero m¨¢s famoso de la historia y que tardase 24 a?os en digerir la belleza infernal de las Gal¨¢pagos y publicar El origen de las especies. A cualquiera le cuesta digerir el planeta dentro de nuestro planeta que son las Gal¨¢pagos. El mundo no fue el mismo tras la publicaci¨®n de este libro, del mismo modo que ning¨²n viajero, ni siquiera un visitante distra¨ªdo, puede salir indemne de la experiencia de visitar las Gal¨¢pagos. Si un viaje a las Gal¨¢pagos es muy aconsejable para cualquier ser humano, es imprescindible para un escritor. Porque ¨¦stas son las islas del bien y del mal, del paisaje lunar, volc¨¢nico y de la isla de arena blanca que se finge inocente. Estas islas que se parecen al para¨ªso, porque aqu¨ª los animales no conocen el mal ni temen al hombre, y se asemejan al infierno por sus temperaturas en algunos momentos del a?o, su paisaje de cenizas y desolaci¨®n, sus dragones bondadosos como los de los cuentos.
Toda persona deber¨ªa poder visitar las Gal¨¢pagos al menos una vez en su vida. Si anta?o era un destino para millonarios, hoy es posible para cualquier mortal reservar por Internet y partir en busca del origen del hombre. A bordo del M/V Santa Cruz, el elegante barco de crucero de Metropolitan Touring, el jefe naturalista nos invita a aceptar el car¨¢cter casi cient¨ªfico de esta expedici¨®n. Son las seis de la ma?ana y ya nos hemos abrochado los chalecos salvavidas; nuestra panga, un bote de colores lo m¨¢s ecol¨®gico posible, se aproxima a una colonia de ping¨¹inos. Los ping¨¹inos m¨¢s peque?os del mundo y los que viven m¨¢s cerca del Ecuador. Las lagartijas de lava se esconden entre los cactus, los cormoranes acuden a buscarnos al sendero por el que avanzamos sin salirnos ni un mil¨ªmetro. Por fin vemos los pinzones de Darwin, quien naveg¨® en estas aguas entre septiembre y octubre de 1835 a bordo del Beagle, un barco cuyo esp¨ªritu recrea el capit¨¢n de nuestro crucero, considerado el mejor de los que surcan las Gal¨¢pagos. El lujo real no es la molicie, sino los cinco naturalistas que quieren conseguir que este viaje sea un descubrimiento. Cinco a?os dur¨® la traves¨ªa alrededor del mundo del joven Charles Darwin y, sin embargo, fueron las Gal¨¢pagos las que alentaron su nueva visi¨®n del universo.
Jugando con las iguanas
He visitado m¨¢s de 100 pa¨ªses y en ninguna parte he encontrado la fuerza salvaje de la belleza de estas islas extra?as, una belleza que puede matar, que mat¨® a la baronesa y que quiz¨¢ destruyera a los incautos si pudieran cumplir mi sue?o. Quedarse toda una noche en la parte prohibida del parque natural jugando con las iguanas hasta que fueran dragones, atravesando con una canoa lentamente los manglares hasta llegar a la bah¨ªa donde el beb¨¦ ballena llora y liberarlo de su destino y de los turistas que lo abordan dando gritos y haciendo fotograf¨ªas. La teor¨ªa de la evoluci¨®n falla en las Gal¨¢pagos: algunos visitantes matan la sorpresa con la luz del flash y los perros y los cerdos persiguen a los gal¨¢pagos cuyo caparaz¨®n con forma de montura dio nombre a estas islas del fin del mundo. Las islas a donde llegaron Charles Darwin y la baronesa, y de donde ya no escapar¨ªan, aunque sus cuerpos, como el m¨ªo, volvieran a la isla de Baltra para subirse con pena a un avi¨®n, mientras desde la tierra los dragones se quedan masticando el alma que dejamos, esa que no evolucionar¨¢ m¨¢s.
? Eugenia Rico es autora de la novela Aunque seamos malditas (Suma de Letras).
M¨¢s propuestas e informaci¨®n en la Gu¨ªa de Ecuador
Gu¨ªa
Informaci¨®n
Archipi¨¦lago de las Gal¨¢pagos, un conjunto de 13 grandes islas volc¨¢nicas, 6 m¨¢s peque?as y 107 rocas e islotes, pertenece a Ecuador.
? Moneda: en Ecuador utilizan el d¨®lar americano (1 euro equivale a 1,40 d¨®lares)
? Parque Nacional Gal¨¢pagos (www.galapagospark.org). Informaci¨®n detallada sobre las especies que viven en las islas y las actividades que se pueden realizar en ellas.
Como ir
Por su estatus de protecci¨®n, la mejor manera de visitar las Gal¨¢pagos es mediante un viaje organizado.
? Catai (www.catai.es. En agencias) ofrece un viaje de 10 d¨ªas y 8 noches a Ecuador, con 4 d¨ªas en Gal¨¢pagos, desde 3.715 euros (con tasas).
? Metropolitan Touring (www.metropolitantouring.com; 00 593 22 98 82 00) tiene viajes desde Ecuador, de 4, 5 o 7 noches, con todo incluido, a partir de 895 d¨®lares (unos 720 euros) m¨¢s 390 d¨®lares (273 euros) del vuelo a las islas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.