Alta tecnolog¨ªa contra las termitas
Un espa?ol gana el premio Schweighofer, considerado el Nobel de la madera
A pesar de las toneladas de cemento, hormig¨®n y asfalto que cubren las ciudades, ah¨ª abajo siguen viviendo las termitas, probablemente el agente xil¨®fago (comedor de madera) m¨¢s voraz. Las termitas cumplen una funci¨®n biol¨®gica fundamental: son los principales biodegradadores de biomasa. Lo que ocurre, explica Jos¨¦ Vicente Oliver, investigador del Instituto Tecnol¨®gico del Mueble y Afines (Aidima), es que la urbanizaci¨®n ha tapado su salida natural al exterior, ha eliminado su capacidad de alimentarse de ramas y tocones, y las ha convertido en un serio problema: el ¨²nico plato que tienen a la vista es la madera estructural de casas, palacios, catedrales y otros edificios. Oliver y su equipo han desarrollado un sofisticado sistema para prevenir y controlar el ataque de estos y otros agentes xil¨®fagos (como los hongos), que les ha servido para ser los primeros espa?oles en ganar el premio Schweighofer, considerado el Nobel de la investigaci¨®n forestal.
El sistema se llama Cadix y funciona como una central de alarmas
El sistema se llama Cadix (Central de Alarmas de Detecci¨®n de Insectos Xil¨®fagos) y funciona, en cierta forma, como una central de alarmas antiincendios. Los investigadores perforan la madera e introducen unas peque?as c¨¢psulas recubiertas de madera de haya que guardan en su interior unos microsensores inal¨¢mbricos sensibles a los cambios en la humedad y al movimiento.
Ambos indicadores son relevantes. Los aumentos de humedad en la madera sostenidos en el tiempo (es decir, los que no decaen a los pocos d¨ªas con el efecto de secado, como ocurre despu¨¦s de la lluvia) revelan la presencia de hongos o insectos (que la arrastran del exterior). Los signos de movimiento delatan a los xil¨®fagos: las termitas obreras comen, caminan y acceden a la estructura por las bases de los pilares, los premarcos de puertas, los pavimentos de las plantas bajas...
Los microsensores, emplazados en puntos estrat¨¦gicos, env¨ªan constantemente informaci¨®n a un interfaz que a su vez manda regularmente una se?al v¨ªa sat¨¦lite a la central. En este caso, al instituto tecnol¨®gico valenciano en el que trabaja Oliver. El software procesa la informaci¨®n. Si los datos de movimiento o humedad superan los umbrales prefijados, se dispara una alarma. "Nos dice: en la catedral de Teruel, en la viga 18 de la nave principal, tenemos una subida de humedad que nos indica degradaci¨®n. Y eso lo podemos hacer en Teruel, en Sydney o en Viena, y controlarlo desde aqu¨ª".
La detecci¨®n a trav¨¦s de Cadix permite una respuesta r¨¢pida a la agresi¨®n, un tratamiento proporcionado y un seguimiento estrecho de su eficacia. M¨¢s o menos lo contrario de lo que suelen hacer las empresas de control de plagas. El impacto ambiental de los productos utilizados tiende a disminuir gracias a los avances industriales, explica Oliver, pero no deja de existir. "Las empresas normalmente se curan en salud. Las inyecciones qu¨ªmicas son bestiales y todo suele estar sobredimensionado. Eso no s¨®lo es nocivo para el medio ambiente y para la salud de quienes habitan las casas, sino tambi¨¦n para el bolsillo, porque puede ser muy caro".
Despu¨¦s del verano empezar¨¢ la explotaci¨®n comercial de Cadix, un proyecto financiado por la UE, el Gobierno y la Generalitat que en estos momentos funciona con ¨¦xito en cinco edificios piloto: el archivo de la Catedral de Valencia; una antigua f¨¢brica de ladrillo enclavada en L'Albufera; un palacete de Caudiel, hacia el interior de Castell¨®n; una casa particular de Bonrep¨°s i Mirambell, cerca de Valencia, y una casa medieval alemana ubicada en Baja-Sajonia.
La patente de Cadix es propiedad de Aidima, una asociaci¨®n de derecho privado sin ¨¢nimo de lucro, pero ser¨¢ una empresa la que se encargue de su instalaci¨®n a mayor escala pagando los derechos. La central de alarmas, sin embargo, seguir¨¢ estando en el instituto tecnol¨®gico. ?No saldr¨¢ demasiado caro instalarlo? "Los investigadores solemos ser bastante malos haciendo n¨²meros, pero tampoco estamos fuera de la realidad", responde Oliver. La previsi¨®n es que los propietarios firmen contratos a 10 a?os, que incluir¨¢n una revisi¨®n anual del sistema. Para una casa de 300 metros cuadrados de planta y cuatro pisos el precio rondar¨ªa los 600 o 700 euros al a?o. No demasiado si se tiene en cuenta que casi todos los edificios hasta mediados del siglo XIX poseen una estructura horizontal de madera, y algunos tienen un valor dif¨ªcil de calcular.
Oliver, ingeniero de Montes formado en Alemania, donde trabaj¨® una d¨¦cada como investigador, que ha dedicado 20 a?os a desarrollar mejoras en el uso de la madera en construcci¨®n, apunta que el uso de este material qued¨® relegado tras la aparici¨®n del acero y el hormig¨®n en parte porque, con todas sus virtudes, tambi¨¦n tiene desventajas. Una de ellas es la durabilidad, mermada por la acci¨®n de los hongos, las polillas, las carcomas y sobre todo las termitas. Un ej¨¦rcito de agentes xil¨®fagos frente al que se alza Cadix, una aplicaci¨®n multidisciplinar de tecnolog¨ªa de la madera, biolog¨ªa de insectos y hongos, microbiolog¨ªa, transductores f¨ªsicos y telecomunicaciones.
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