M¨¢s pol¨ªtica y d¨ªa nacional
Este a?o, con una Xunta que parte de que hay demasiada autonom¨ªa y de que somos demasiado gallegos y hay que recortar la cosa, la cita del 25 de Xulio puede verse de dos maneras: o es absurda o tiene m¨¢s sentido que nunca. O es absurdo reclamar la existencia pol¨ªtica de Galicia ya que el propio gobierno gallego la cuestiona, o tiene m¨¢s sentido que nunca para compensar esta anomal¨ªa.
Todos los pa¨ªses celebran sus rituales colectivos, aunque sobre los ritos es necesario afrontar los problemas de cada d¨ªa y decir problemas es poco cuando hay una crisis que nos obliga a todos a revisar desde nuestras cuentas a nuestras ideas. Crisis que ha cambiado nuestras vidas, se han roto las continuidades y las expectativas, en un a?o muchas cosas ser¨¢n distintas a nuestro alrededor. Es justo en este contexto de cambios cuando Galicia est¨¢ afrontando varios dilemas decisivos al mismo tiempo.
Nuestros grandes dilemas no deben afrontarlos t¨¦cnicos apol¨ªticos, sino pol¨ªticos gallegos
Igual que el ferrocarril en el siglo pasado tambi¨¦n el tren r¨¢pido nos llegar¨¢ al final de todo, afortunadamente el cambio en Fomento aclara las cosas, llegar¨¢ muy tarde pero al menos parece que sabremos cu¨¢ndo llegar¨¢. La formalizaci¨®n de un acuerdo entre ministerio y Xunta trae al ferrocarril del mundo de los mitos y las meigas a esta ¨¦poca hist¨®rica. El tren permitir¨¢ conectar de modo razonable a las ciudades, excepto Lugo, y nos acercar¨¢ otro poco a ser una ciudad atl¨¢ntica articulada, ser¨¢ una primera articulaci¨®n del pa¨ªs, pero existe el riesgo de dejar en una zona de sombra al resto del territorio. Este pa¨ªs tan repartido necesita un plan de transportes de cercan¨ªas, es imprescindible. Y la conexi¨®n con Porto.
Pero metemos la cabeza bajo tierra ante el panorama de tres aeropuertos rid¨ªculos compitiendo entre s¨ª para ser inviables los tres, los intereses localistas nos obligar¨¢n a seguir tirando dinero p¨²blico hasta llegar a la quiebra final, cuando el AVE a Madrid reduzca dr¨¢sticamente los vuelos. Y metemos la cabeza bajo el agua para no ver la construcci¨®n de dos grandes puertos pegados uno u otro y sin relacionarlos, sumergiendo millones y millones en nuestra costa cant¨¢brica sin plantearnos qu¨¦ hacer con eso. Porque nadie tiene el coraje pol¨ªtico de ofrecer un proyecto com¨²n de pa¨ªs y eso es porque nadie cree que seamos un pa¨ªs.
Hace unas semanas planteaba en Pol¨ªtica en serio que en la econom¨ªa todo estaba en discusi¨®n, empezando por el futuro y forma de las cajas, y hab¨ªa que pensar en llegar a un consenso pol¨ªtico sobre el futuro de nuestras cajas. Siendo ¨¦stas entes aut¨®nomos forman parte de los recursos e instrumentos que tiene Galicia y la decisi¨®n sobre su futuro es precisamente pol¨ªtica. Se ha abierto el debate y ya se habla de su futuro inmediato de forma aislada, fragmentaria, pero debemos tener una posici¨®n com¨²n de fondo sobre si es bueno para Galicia que sean absorbidas o se fusionen con cajas de otras comunidades, como cree la direcci¨®n del PP. Si somos un pa¨ªs, algo m¨¢s que una masa de consumidores, debemos preguntarnos qu¨¦ nos conviene m¨¢s.
Y tenemos nueva financiaci¨®n obtenida de mal modo, embarullados y sin enterarnos de nada. Se habl¨® de cifras. (?El Gobierno de Zapatero nos ofrece una compensaci¨®n econ¨®mica para promover nuestra lengua ahora que la Xunta de Feij¨®o procede precisamente a desmantelar la pol¨ªtica de normalizaci¨®n del gallego!). Pero de lo que no hemos hablado y toca hablar es de la posici¨®n de Galicia en esa negociaci¨®n: no ha negociado. La negociaci¨®n bilateral que permite nuestra Constituci¨®n, y que los nuevos estatutos le dieron a Catalu?a o Andaluc¨ªa, no la tuvo Galicia porque no hemos renovado el Estatuto, as¨ª que hemos sido espectadores que refunfu?aban; nuestro presidente repitiendo las advertencias de la caverna madrile?a contra los catalanes.
Actualizar el Estatuto es imprescindible. En eso tiene raz¨®n Pachi V¨¢zquez, en lo que no veo que tenga raz¨®n es en referirse a que la calificaci¨®n de Galicia como naci¨®n o lo que sea carezca de importancia. Al contrario, porque Galicia quiso ser naci¨®n tiene autonom¨ªa, recordemos el Estatuto del 36 o el Aldraxe; porque Galicia quiere existir luch¨® y fue encarcelada, asesinada mucha gente. No es que Galicia exista demasiado, existe poco. No hay demasiada pol¨ªtica, es que hay poqu¨ªsima y carece de proyecto colectivo, nacional, o como le quieran llamar. Y nuestros grandes dilemas no deben afrontarlos t¨¦cnicos supuestamente apol¨ªticos sino pol¨ªticos gallegos. Si es que hay.
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