B. B. King vuelve a la carretera
El 'bluesman' saluda a los 'fans' europeos a los tres a?os de anunciar su retirada
Parafraseando a Mark Twain, B. B. King podr¨ªa decir que "las informaciones sobre mi jubilaci¨®n eran exageraciones". Recuerden que, en el verano de 2006, el bluesman de Misisip¨ª (Itta Bena, 1925) se desped¨ªa oficialmente de sus seguidores europeos, incluyendo a la parroquia espa?ola: actu¨® en Collado Villalba, C¨®rdoba y Barcelona. Era una retirada con la boca chica: poco despu¨¦s, en gira por Brasil, hac¨ªa un gui?o a la galer¨ªa al mencionar una pel¨ªcula de Sean Connery, Nunca digas nunca jam¨¢s.
Efectivamente, el octogenario puede haber bajado el ritmo, pero nunca ha aparcado a Lucille, la guitarra Gibson que en sus manos adquiere extraordinaria locuacidad. En este mes de julio ha tocado por la Europa continental. Su explicaci¨®n es un puro desaf¨ªo a la raz¨®n: "Le pregunt¨¦ al m¨¦dico si pod¨ªa volver a la carretera. Me dijo que no. ?Y aqu¨ª estoy!".
En realidad, la retirada ser¨ªa antinatural. Aunque ha conseguido ¨¦xitos puntuales, como Rock me baby o The thrill is gone, el Blues Boy no ha sido gran vendedor de discos, lo que le ha obligado a tocar ininterrumpidamente. Enti¨¦ndase en sentido literal: contabiliza m¨¢s de 15.000 conciertos en su trayectoria profesional. Las famosas "giras interminables" de Bob Dylan o Willie Nelson empeque?ecen frente al calendario de este laborioso m¨²sico de blues: en 1956, ansioso de establecerse en el mercado negro, toc¨® 346 noches, tanto en su sur natal como en el norte de Estados Unidos; en a?os posteriores no bajaba de los 250 bolos. Segu¨ªa el modelo de Ray Charles y ansiaba triunfar en t¨¦rminos convencionales: la contraportada de His best, un elep¨¦ de 1969, se preguntaba si B. B. llegar¨ªa a hacerse rico con su m¨²sica.
Su descubrimiento por el p¨²blico blanco, a finales de los sesenta, no supuso un alivio de la carga de trabajo. Todo lo contrario: B. B. King estaba encantado de ser reclamado por el circuito del rock, con sus lucrativos contratos, pero sin olvidar a sus oyentes primigenios, que han ido envejeciendo con ¨¦l y entienden todos los matices de sus historias del coraz¨®n. Y que intuyen, han o¨ªdo rumores, saben de la turbulenta biograf¨ªa sentimental de B. B. King. Casado en dos ocasiones, ning¨²n matrimonio soport¨® su oficio de m¨²sico itinerante. B. B. tampoco resist¨ªa las tentaciones de la carne: se le atribuyen un total de quince hijos, que le han dado unos cincuenta nietos. Reconoce que no ha sido un buen padre: varios de sus descendientes han terminado en la c¨¢rcel; alguno ha tenido el ambiguo placer de escucharle tocando en la c¨¢rcel donde cumpl¨ªa condena.
En otros tiempos, susurra gente pr¨®xima a su organizaci¨®n, las giras de B. B. King no obedec¨ªan primariamente a la necesidad de proveer a su extensa familia; necesitaba pagar una deuda con la Hacienda federal y alimentar su ludopat¨ªa. B. B. King reside en la capital mundial del juego, Las Vegas; asegura, y hemos de creerle, que vivir rodeado de casinos le ha ayudado a moderar su afici¨®n. Adem¨¢s, explica que no suele pasar m¨¢s de dos semanas seguidas en su casa.
Lo que le motiva especialmente es su papel de embajador del blues cl¨¢sico. Aunque su formaci¨®n musical es sofisticada -ha estudiado desde Andr¨¦s Segovia a Django Reinhardt- se siente responsable de mantener la visibilidad del blues, con los locales que llevan su nombre y varias iniciativas institucionales. Est¨¢ abierto a patrocinios y campa?as publicitarias, que le proporcionan suculentos ingresos y m¨¢s compromisos p¨²blicos.
B. B. lleva con filosof¨ªa el hecho de que el blues no sea muy popular entre las nuevas generaciones de afroamericanos -"les trae recuerdos de malas ¨¦pocas"- y acepta feliz que su m¨²sica tenga alcance internacional. En muchos pa¨ªses tiene disc¨ªpulos preferidos con los que graba y act¨²a: en Argentina era Norberto Napolitano, m¨¢s conocido como Pappo; en Espa?a cultiv¨® una relaci¨®n con Raimundo Amador.
As¨ª que B. B. King no se ha retirado nunca. Debe, eso s¨ª, acomodarse a su deterioro f¨ªsico, que le obliga a tocar sentado: aparte de problemas con la vista, est¨¢ aquejado de diabetes. No importa: en esta visita a Europa ha cobrado 200.000 euros por actuaci¨®n. Aunque parezca improbable, sigue haciendo planes a medio plazo: en 2010, con 84 a?os, espera volver a Espa?a.
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