La Gata y los ara?azos
La Gata es un chiringuito de playa diferente. De hecho, ha situado en el mapa a Zahara de los Atunes y lo ha llenado de visitantes de un gran nivel. Gracias a sus conciertos y actuaciones en directo, totalmente gratuitos, somos muchos los que nos hemos enganchado a pasar gran parte de nuestros veranos all¨ª, y los del pueblo y alrededores han tenido acceso a una cultura que sus gobernantes han sido incapaces de ofertar.
Ahora La Gata es de ofertar.
Ahora La Gata est¨¢ cerrada, acusada de "tolerancia y fomento de consumo de drogas".
En su defensa, como clienta habitual, tengo que decir que jam¨¢s se ha permitido el consumo de droga en el local, incluso se ha apercibido (yo lo he visto repetidamente), por parte del propietario o sus trabajadores, a aquel que estuviera consumiendo, pidi¨¦ndole por favor que no lo hiciera, aun a riesgo de perder clientes.
Como testigo presencial, el d¨ªa 19 de junio (d¨ªa de inicio del desatino), a eso de las 21.00 horas, nos encontr¨¢bamos disfrutando de un concierto. Hab¨ªa gente joven, mayor, familias y ni?os, en amor y compa?¨ªa. Se person¨® la Guardia Civil y se extendieron dos denuncias a dos personas: una por consumo de coca¨ªna (fuera del local y de la vista del p¨²blico) y otra por tenencia de un porro sin consumir. Esto, por lo menos a mi modo de ver y de cualquiera con dos dedos de frente, no es ni tolerancia ni fomento, puesto que la ley no obliga al propietario de un recinto a registrar los bolsillos de la clientela o a peinar hasta el ¨²ltimo grano de arena de la playa p¨²blica en busca de estupefacientes. Y, supon¨ªa, que ante la ley basta con que los culpables paguen su correspondiente multa. Pero parece que para los poderes p¨²blicos una denuncia con mucho de falsa es suficiente para precintar, sin previo aviso, un local durante uno de los dos meses en que desarrolla su actividad.
Las cosas est¨¢n as¨ª: el propietario y varios de los trabajadores se encuentran en huelga de hambre, recurso al que se han visto forzados al no ser recibidos por la Subdelegaci¨®n del Gobierno, en cuyas manos est¨¢ la posibilidad de descubrir la verdad tras el correspondiente rastreo de pruebas, si es que las hubiera.
Si esto es la justicia, entonces no me gusta.
Los ara?azos son salvajes, La Gata no lo merece.
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