La influencia de mam¨¢ Debbie
Phelps, ganador de cinco oros y una plata, confiesa que s¨®lo se centr¨® en los campeonatos de Roma el d¨ªa que su madre, decisiva en su vida, le dijo que quer¨ªa conocer la capital italiana
"Se?ora Phelps", le dijo la maestra; "Michael es incapaz de concentrarse". La se?ora Debbie Phelps, ex esposa de Fred Phelps, oficial de polic¨ªa de Baltimore, siempre sigui¨® llevando el apellido de casada. Cuando su hijo cumpli¨® siete a?os, la maestra le empez¨® a llamar continuamente, pero aquella vez se mostr¨® especialmente fr¨ªa. "Bien", le respondi¨® Debbie, "tal vez no se concentra porque se aburre con lo que le est¨¢n ense?ando". La maestra, indignada, resolvi¨® ser directa: "Se?ora Phelps, ?acaso est¨¢ diciendo que su hijo tiene capacidad para estudiar? Michael no tiene ning¨²n don".
La maestra de Michael Phelps enfureci¨® a la madre y al hijo. Phelps sigue recordando a la preceptora que le despreci¨®. La mantiene viva en su recuerdo. La ha colocado en la lista de villanos que le sirven de est¨ªmulo. Son la gasolina que alimenta su fuego competitivo. Ese deseo de luchar por s¨ª mismo, ese impulso irracional que explica su vida y que le proporciona tantos goces p¨²blicos, fue el mismo que le llev¨® a batir ayer su tercer r¨¦cord mundial en los Mundiales de Roma de nataci¨®n. Al cabo de la carrera que cerr¨® la ¨²ltima jornada, se colg¨® el oro junto con el equipo estadounidense de 4x100 metros estilos. Fue su quinto oro en estos campeonatos, en los que tambi¨¦n se impuso en los 100 y los 200 mariposa y en los relevos de 4x100 y 4x200 libre.
Phelps asocia su ni?ez a su madre, siempre defendi¨¦ndole de un mundo hostil
Al ser sorprendido fumando marihuana, lo que m¨¢s temi¨® fue la reacci¨®n de ella
Abandonados por su padre, Debbie fue quien le estimul¨® para practicar la nataci¨®n
Ahora ha batido tres r¨¦cords mundiales usando los ba?adores de Pek¨ªn
El recuerdo de su infancia es, para Michael Phelps la evocaci¨®n constante de su madre defendi¨¦ndole ante un mundo hostil. En su autobiograf¨ªa, No Limits, el nadador asegura que Debbie le cuid¨® cuando su padre les abandon¨®. Tambi¨¦n dice que Debbie fue la primera que le llev¨® a la piscina del Club del Norte de Baltimore, estimul¨¢ndole a practicar la nataci¨®n, sac¨¢ndole de la cama de madrugada todos los d¨ªas y mont¨¢ndole en el coche para ir a entrenarse.
Phelps se siente m¨¢s que agradecido a su madre. Phelps es un devoto. Por eso, cuando el peri¨®dico sensacionalista brit¨¢nico News of the World public¨® una foto suya inhalando humo de una pipa de marihuana, lo que m¨¢s le aterr¨® fue la reacci¨®n de su madre. Debbie es directora de un colegio. La noticia le sent¨® como una patada. Pero, como siempre, ante todo, se ocup¨® de proteger y exaltar el valor de su hijo, sometido a todo tipo de juicios sumarios por la opini¨®n p¨²blica de Estados Unidos, predominantemente puritana.
Despu¨¦s del desastre, menos que nunca. Phelps no pod¨ªa negar a su madre un capricho. Por eso, cuando Debbie le dijo que quer¨ªa visitar Roma, supo inmediatamente lo que deb¨ªa hacer. En febrero cumpli¨® seis meses sin entrenarse. Las pizzas le hab¨ªan engordado. Estaba 10 kilos por encima de su peso ideal. "Cuando mi madre me dijo 'quiero conocer Roma', yo supe inmediatamente lo que me quer¨ªa decir realmente", record¨® hace unos d¨ªas; "significaba que me ten¨ªa que preparar para ir a los Mundiales".
Phelps lleg¨® a Roma sin la presi¨®n que hab¨ªa caracterizado su larga carrera. A los 24 a?os, ya es un veterano en este deporte. Se sent¨ªa casi de vacaciones. Muchos le esperaron con el hacha. La propagaci¨®n de los ba?adores impermeables hab¨ªa convertido al deporte en una feria de muestras. Los r¨¦cords se hab¨ªan sucedido a un ritmo fren¨¦tico desde hac¨ªa meses y a cada uno le acompa?aba el auspicio de una marca. Primero, Jaked; despu¨¦s, Arena; luego, Adidas. La campa?a publicitaria que recibieron los fabricantes de ropa para nadar no tuvo precedentes. La FINA, la federaci¨®n internacional, no s¨®lo no regul¨® el caos. Adem¨¢s, prometi¨® premios de hasta 25.000 euros a quienes batieran nuevos r¨¦cords del mundo. No hubo necesidad. Se batieron 43 plusmarcas mundiales por las que la FINA deber¨¢ pagar algo m¨¢s de un mill¨®n de euros. S¨®lo cinco se consiguieron con los ba?adores de los Juegos de Pek¨ªn, los Speedo. Tres de esos cinco r¨¦cords los logr¨® Phelps.
Las vacaciones romanas de Debbie Phelps se saldaron con seis medallas. Cinco de oro y una de plata, en 200 metros libre. No se sabe si la se?ora, que se aloj¨® en un hotel frente al Tiber, sali¨® a visitar la ciudad por las ma?anas, cuando el calor no pasaba de los 35 grados. Lo seguro es que por las tardes siempre estuvo en la piscina viendo a su hijo. Cantando el Stars Spangled Banner con ¨¦l, recibiendo los ramos de flores que le regalaban y abraz¨¢ndose a cada medalla.
Debbie, nieta de mineros de carb¨®n, es una retaca que mira a su hijo como quien mira el techo. En Roma parec¨ªa m¨¢s una folcl¨®rica flamenca que la t¨ªpica burguesa de Estados Unidos. Su camisola de flores estampada en blanco y negro ya forma parte de la historia sagrada de la nataci¨®n.
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